miércoles, 9 de septiembre de 2009

Comienza la temporada



Los que somos algo mayores, entramos en el otoño casi a hurtadillas. En nuestro caso, el tránsito del verano a la siguiente estación es casi imperceptible. No estamos sujetos a una disciplina de trabajo como la mayoría de la población. Casi sin saberlo, un día observamos desde el sillón de nuestro salón que los programas de televisión han variado, que se recobran las viejas series y la publicidad se nutre de infinidad de anuncios sobre nuevas colecciones y cursos por fascículos.

Se sabe, que tras el verano siempre suele haber una reconsideración de lo hecho hasta ahora. Los propósitos para el nuevo curso, laboral o escolar, afloran en cada cual; Quiero aprender ingles, quiero hacer un barquito de madera con el que emplear las largas tardes de invierno, quiero hacer la colección de muñecas que, de niña, siempre quise tener…


Hay algo más, para muchos de nosotros el otoño significa la vuelta a las tardes y noches de futbol.

Decir que el fútbol forma parte de nuestro otoño, invierno y primavera es decir poco. Incluso los que son pocos aficionados a este deporte se ven desplazados de la mayoría de las conversaciones si no tienen opinión sobre la marcha de la competición o lo sucedido en cada equipo.

No he sido un gran aficionado al fútbol. Como cada niño, en la calle o en el recreo, participé en aquellos partidillos con, a decir la verdad, muy poco arte. Más tarde, en torno a los treinta años, el grupo de amigos nos reuníamos en la playa los sábados a la mañana para echar un partidillo. En realidad era una excusa para el almuerzo que vendría después.

Después, un gran silencio en que conocía algunas cosas de este deporte por lo que me llegaba de otros, ocasionalmente con algunos acontecimiento como las reuniones de amigos o los familiares podía ver algún partido que otro.

Sin embargo en esta sucesión de acontecimientos que suele ser la vida, me he visto embarcado como nunca en el tema futbolero.

Ahora me gusta el fútbol, pero me gusta, creo yo, de un modo diferente a muchos de sus seguidores. No soy hincha de ningún equipo, contemplo el fútbol como un espectáculo de habilidades. Admiro los pases, las roturas de defensa y el espectáculo del gol y no suelo participar en las pasiones que desatan aunque hayan compromisos nacionales en juego.

Además, mi acercamiento al fútbol tiene un alimento muy especial, mi hijo es practicante de este deporte. El chico se encuentra federado y desde hace unos siete años, tiene catorce actualmente, participa en competiciones provinciales con su equipo.

Se me ha permitido pues, acercarme al fútbol en otra dimensión, en la del fútbol base, divertidísimo en sus ligas benjamines, alevines e infantiles y que no se acerca, aún en estas competiciones tempranas, a los vicios propios de este deporte en las de cadetes y juvenil.

Qué he visto en él, el futbol en sus fases primeras divierte mucho y bien llevado puede ser portador de valores que sin duda sirven a la formación de la juventud; el trabajo en equipo, el adiestramiento del cuerpo, el ejercicio de la voluntad, la persistencia en el sacrificio como medio para alcanzar objetivos, el fomento de la solidaridad, la generosidad etc. En fin, una serie de valores que bien ejercitados y dirigidos propiciarían una formación adecuada para la juventud, en un tiempo, en el que las señales alarmantes sobre el estado de salud moral de nuestros jóvenes nos acechan.

Camus, en otros apartados de este blog se podrá leer, atribuyó al fútbol y su práctica un papel fundamental en lo que sería su pensamiento y actitud ante la vida.

No todo es una camino de rosas. En el ejercicio de este deporte y en los niveles federados también nos encontramos con gran parte de los vicios que afectan a la sociedad.

En estas ligas, el acierto en la elección de un equipo campeón para un hijo frente a un equipo no tan importante pero que hacen propios en estas categorías los principios sagrados del deporte o, que es dirigido por un entrenador sabedor del material (chicos no formados aún) que tiene en sus manos, es vital. No siempre ambas cuestiones van de la mano. La competición brutal en categorías inferiores suele comportar riesgos evidentes, psicológicos y físicos, para un chico en formación.

Bien, la liga va a comenzar, los partidillos de entrenamiento ya ocupan nuestros sábados. Disfrutémoslos en su justa dimensión, sabiendo el valor que tienen y su importancia formativa.

1 comentario:

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