lunes, 30 de mayo de 2011

Al final de un sueño






Después de tres días en las costas del Estrecho toca volver a casa. Recorrer más de seiscientos kilómetros a una velocidad que no exceda de los 110 kilómetros a la hora es una tarea soberanamente aburrida. Da tiempo para soñar, para escuchar una y otra vez el mismo CD, para dormir y para fijarse en algunos detalles de la ruta que en otras ocasiones pasaron desapercibidos.

Una feria del atún sin atún. Paseando por Barbate observaba a grupos de japoneses sentados a la manera oriental - en cuclillas - en el paseo marítimo. Dicen que de la almadraba se lo llevan crudo, que ni siquiera permiten a los almadraberos sacar al rey rojo del copo. Que las redes están a rebosar y que muchos de esos ejemplares habrán de ser liberados en nombre de no sé qué criterios conservacionistas impuestos por Europa para volver a ser cazados, sí cazados, en aguas internacionales cercanas a Italia, Chipre o Malta mediante helicópteros, redes abisales y cargas de profundidad, todo para acabar en los mercados orientales.

En la plaza de Barbate hay varios puestos de pescado que están vacíos de compradores aunque repletos de atún rojo. Más allá, en un puesto sin atún en su mesa central, hay una inmensa cola de compradores; “Si, aún no ha llegado el atún pero en este puesto confiamos, estamos seguros de que es atún de temporada y de almadraba”

Ya nos lo habían advertido, algunos cocineros cuidadores del producto venían desechando piezas sobre las que existían fundadas sospechas.

Un domingo sin dedicar la tarde a profundizar en El País no parece domingo. En el editorial de este diario leo en esta mañana de lunes: “… La crisis no quedará cerrada del todo, pero la respuesta del Comité Federal supone un primer punto de sutura cuya eficacia dependerá fundamentalmente de los acontecimientos externos al partido. Porque la situación que atraviesa el Partido Socialista no tiene un origen interno, sino que es una respuesta a lo que ha sucedido fuera” Siempre lo mismo, una vez más la biblia del progresismo hispano vuelve a fallar. Es el mismo pensamiento. Como explicar que el mal que reside fuera, que viene de fuera, hace el daño que hace en función de la preparación que hay dentro para poder resistirlo, combatirlo o neutralizarlo. Los que así piensan son los responsables de que las cosas no cambien.

Decirles, otra vez, que si en este país hubiera una ciudadanía formada e informada, que si el partido que dejo hacer y que forjó un liderazgo sobrado, omnipotente, que de todo entendía y sabía hubiera cumplido su misión esta profunda crisis no habría llegado hasta donde lo ha hecho. Zapatero es lo que es y nos ha llevado a donde nos ha llevado porque otros, los que ahora buscan soluciones, se lo permitieron con sus prietas filas y silencio.

La crisis se ha cerrado en falso, solo un congreso con normas realmente democráticas, abierto al conjunto de la militancia y no tan solo a la nomenclatura podría remediar la situación, pero a eso, visto lo visto, no están dispuestos.

Volvamos a El País, Jordi Soler escribe en la Cuarta Página del domingo; “A esta sociedad de impecable corrección, le faltarían contrapesos: la gente que disiente, la que reflexiona por sí misma, la que cuestiona lo que dice la mayoría y duda del pensamiento único, la gente que se brinca las normas porque, sin ese contrapeso, la vida pierde la tensión, se hace blanda, sosa, flácida; porque la cosa no es tan simple como obedecer y portarse bien, o hacer exclusivamente lo que nos dice la autoridad o nos dicta la corrección política; la civilización no está ahí, está en la tensión entre lo prohibido y lo permitido, entre lo correcto y lo incorrecto, en esa batalla que al final, en los países civilizados, se decanta a favor del bien común”.

Me quedo con ello, el fiel lector sabe de este bloguero que sintoniza al cien por cien con lo que Soler manifiesta, de eso hemos hablado más de una vez. Sin tiempo aún para madurar extensamente lo acontecido en el Comité Federal me quedo con esta última reflexión de Soler. Me temo que ni siquiera Rubalcaba podrá, si no se despega de la corriente general de su partido, invertir la situación. La izquierda, su izquierda, ya no se encuentra donde ellos creen que está, anida por otros lugares, solo hay que salir a la calle y verlo.

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