martes, 7 de septiembre de 2010

Rajoy y el Apostol



Pensaba yo cuando Fraga sacó aquello de los “maitines” que eso era tan solo una reunión pero transcurrido el tiempo, he llegado a la conclusión de que algo más había.

Su sucesor Aznar, movió ficha, y en cada entrada de curso repetía una misma liturgia; Visita al Monasterio de Silos, oir misa, comer en silencio las judías el tomate y el bacalao con los monjes benedictinos, la partida de dominó en Quintanilla de Onésimo y cena con militantes que tenían que ganarse a pulso el estar allí. Era un privilegio.

Rajoy del que desconozco si tiene un fervor religioso similar o superior a los anteriores, ha inagurado un nuevo rito religioso. Comienza su curso político, vaya manía esta de iniciar eso que se llama “curso político” en la tierra del líder, en Galicia. La apoteosis ha tenido lugar en Santiago de Compostela. Iniciativa que seguramente agradecerán tanto los políticos de Santiago como la hostelería de la ciudad.

Rajoy pisa fuerte. Se va a la cumbre y se acerca al santo matamoros y defensor de la unidad patria. Que sabría el pobre pescador Yaakov Bar-Zebdi acerca de la unidad de la patria española.

Ni corto ni perezoso encomienda al patrón su labor política y le pide ayuda al santo, supongo, para lidiar con éxito en su próxima tarea; Acabar con los socialistas.

Los partidos son organizaciones hechas para la contienda. Pretenden ganar a otros en el favor de los ciudadanos y por lo tanto, es de suponer, que tanto Dios como sus ministros que sirven a una causa mayor tendrían que estar por encima de esas cuestiones y deberían de ser neutrales. Sería como una especie de Jefe de Estado que tiene que velar por el interés general y que por ello no debería de tomar partido. Todo esto es pura teoría porque no se mucho acerca de ese negociado.


Tampoco sus ministros en la tierra debería actuar como cómplices de ese apaño y tendrían que decir. "No mezcleis al Jefe en estos asuntos terrenales". Hay frases en los evangelios, presumo que las habrá, lo desconozco, que posiblemente podría definir mejor estas situaciones. Sin embargo, allí estaba el arzobispo o cardenal legitimando la petición y supongo que invocando también al santo, ejerciendo de mediador y diciéndole, vuelvo a suponer, "Señor Santiago, échales una mano que estos son de los nuestros".

No quiero meterme en cosas de creencias y fe. Nada de eso, pero es curioso observar como en dos mil años de historia no ha variado para nada el papel de la religión oficial; La religión de Roma, que aquí, en España, alcanza una peculiaridad muy especial, porque aún siendo Católica, Apostólica y Romana es diferente, muy diferente a las demás. Es, en suma, muy española.

En estos últimos tiempos en los que se nos ha llenado la boca de olas españolas en economía, en el deporte, en las artes etc., no hemos reparado en el como hemos españolizado la iglesia de Roma. Han trabajado muy bien. No nos hace falta tener sumos pontífices, la impronta de la iglesia española inunda la Curia y todo el Vaticano. La fortaleza e influencia del Camino de Formación Cristiana (Kikos) o el de la prelatura del Opus Dei es muy superior a la de cualquier orden clásica. Mandan y mucho. Tal vez se refería a esto el teólogo franciscano José Arregui, castigado y expulsado de función por el Obispo Munilla de San Sebastián, cuando dice: No se sabe si es el Papa el que manda.

Rajoy ha ido hacer un acto de partido más, incluida la misa. Es el peaje que ha de pagar para seguir disponiendo de una formidable fuerza de militantes uniformados, de negro y con sotana. La instrumentalización de una religión y unas creencias, en un sólido pacto trabajado durante siglos entre los guardianes del más allá y los poseedores del acá. Al final, son la misma cosa, ambos se complementan a la perfección.


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