lunes, 5 de julio de 2010

Sopla el levante



Recibir una llamada telefónica en casa a las 8,45 de la mañana de un lunes no es habitual. Al otro lado del hilo mi hijo, desde Madrid

- ¿Pasa algo?

- No, nada, es que como no has actualizado el blog desde el jueves te he llamado.

- Es que hemos estado fuera, hemos bajado a Cádiz, nos han invitado este fin de semana a Zahara y para allí nos hemos ido.


Nos hablamos una o dos veces a la semana, por lo tanto no somos de estar colgados todo el día del teléfono. De ahí que a veces nos sigamos de modo indirecto.

Este blog es un blog crudamente político. Envidio la facilidad que otros compañeros de la blogo tienen para levantar el pie del pedal y comentar en su espacio las cosas importantes de la vida o simplemente, las cosas que pasan. Tanta política cansa y es conveniente de vez en cuando descansar o simplemente, pasar del asunto.




El Levante en el estrecho es un viento purificador, eso lo sabe la gente de allí, y así lo narró también Almudena Grandes, veraneante en Rota, en su novela “Los aires difíciles” Se ha encargado durante decenas de miles de años de ir amontonando la arena en la parte derecha de las ensenadas. Es un viento de locos, así lo califican muchos de los que no son de allí. Una vez, hace ya muchos años, Marga y yo fuimos a un festival flamenco en Puerto Real, en el auditorio al aire libre y rodeadas de palmeras las hermanas Fernanda y Bernarda de Utrera aguantaban de pie el ventarrón que soplaba con fuerza. En un momento dado Bernarda se arrancó:

- Ohú chiquillos no se como podéis aguantar aquí con este temporal.

Las voces desgarradas de las hermanas se mezclaban con el bufar del viento en el micrófono.

Cuando acabaron su repertorio encontraron, seguramente, su liberación.

Otra vez tuvimos la ocasión en una noche de levante y en la plaza de toros de San Fernando acudir a otro festival flamenco. En la blanca plaza de toros hace unos diecinueve o veinte años pudimos escuchar juntos a Juan Peña el Lebrijano, Agujetas y Camarón. Cuando en el escenario apareció Camarón, serían entre las tres y las cuatro de la mañana, el levante se calmó. Ya, en aquella época, se encontraba algo malito. Tuvimos la fortuna de incorporar esa experiencia a nuestra vida; Escuchar a Camarón en San Fernando entre su gente en una noche de Levante.

Los que acudimos a desde San Fernando para abajo desde hace muchos años, hemos aprendido a entender que el Levante es también esta tierra, limpia y en mi caso, me procura equilibrio, aparta los malos presagios y supone, también, una relativización de las pesadumbres. Han sido tan solo tres días de aperitivo hasta una vuelta para mas tiempo.

En Zahara, en casa de nuestros amigos hemos podido ver el agua turquesa y las barcazas de la almadraba cabecear con el fuerte viento de levante, contemplar a los veraneantes curvados ante el viento buscando un refugio. Algunos, los mas nuevos, tras cinco o seis días de Levante es posible que no vuelvan los próximos años. Si persisten, es posible que incluso puedan encontrar en esta manifestación de la naturaleza su aspecto positivo. Yo lo he encontrado.

Leer más...