lunes, 22 de noviembre de 2010

Cantoná y la revolución






Hace dos o tres años en una entrevista a Messi en televisión el periodista le preguntó sobre uno de los grandes futbolistas que el deporte del balompié había dado. Era alguien que hasta los chicos de diez años aficionados a las cosas del fútbol conocían. Messi no parecía que hubieser oído hablar de él. Creo recordar que el jugador referido era Eric Cantoná. No es de extrañar esto, es muy difícil extraer de los futbolistas, salvo casos muy excepcionales, alguna palabra o conocimiento que vaya más allá del “Sí, bueno…” o “ “Sí, la verdad es que…” Buscar en estas personas compromisos que vayan más lejos es como buscar, salvo casos excepcionales vuelvo a repetir, una aguja en el pajar.

Cantoná era un futbolista francés muy peculiar; marsellés, hijo de sardo y catalana tenía una presencia, digamos, muy personal. Destacaba de él su capacidad de liderazgo en el campo. En una ocasión se enfrentó a un espectador con un salto hacia la grada patada incluida. El incauto le dijo previamente: "Que te jodan, vuelve a tu país, francés hijo de puta". A partir de entonces nadie cerca de él en el campo le volvió a insultar. En otras ocasiones, yo era gran seguidor del fútbol inglés, del de antes, le he visto defender sin remilgos ante árbitros y contrincantes su versión de lo ocurrido en el campo. Fue uno de los primeros blancos en combatir la xenofobia en el fútbol. Son de esas personas que no tienen pelos en la lengua, siempre inconformista y muy poco dado a lo políticamente correcto. Con sus defectos, que los tendrá a montones igual que otros muchos, son de esos extraños seres que se manifiestan tal como son. De los que llaman al pan y al vino pues eso, pan y vino aunque sea el único, entre un montón, que tenga esa perspectiva.

Cuando dejó el fútbol se dedicó al cine, ha intervenido en unas cuantas películas, hay una muy reciente de gran éxito. En una de ellas me recordó un tanto a Belmondo con ese actuar desenfadado y por la pinta de sicario que tenía. En esto último, no me hagan mucho caso, no entiendo mucho de cine y menos de caracteres.

Eric Cantoná parece ser imagen de un movimiento en la red que está teniendo un cierto eco, el movimiento en cuestión es el Stop Banks. En una entrevista al periódico frances Presse Océan y difundida también por The Guardian se une a la campaña de lucha contra los bancos y el capitalismo. Stop Bank adopta determinadas denominaciones según el país y se conforman en grupos no estructurados.

Admiro a las personas como Cantoná, hay un porrón de ellas, es gente que suelen tener muy mala prensa y que son hasta mal vistas precisamente por esa contundencia que suelen emplear en sus denuncias. Vuelvo a repetir que estarán cargadas de defectos y pueden que sean sumamente contradictorias, pero estoy hasta el gorro de tanto políticamente correcto, oportunista, pusilánime, táctico y blandengue que recorre el panorama político y mediático de la izquierda, tan peripuestos siempre ellas y ellos.

Las cosas son como son, a qué rodearlas de tanto almíbar, buenas formas y demás, cuando lo que se requiere es, en muchos casos, simple contundencia. La izquierda en esa larga marcha hacia la búsqueda de la razón pura ha perdido la frescura, ha perdido la humanidad y ha perdido hasta su razón de ser. Ha olvidado que es un instrumento que debe laborar en favor de unos, los más, a los que la sinrazón y el egoísmo de otros, nada políticamente correctos, vapulean a diario. Mañana es previsible que este Cantoná millonario y visceral la cague por otra visión muy particular de un tema en la que algunos, es posible, que no estemos muy de acuerdo, pero siempre quedará lo que un momento dijo sobre un determinado tema. Búsquenme ustedes el mirlo blanco que fue coherente desde la cuna hasta el ataúd, búsquenlo incluso en ese altar que cada cual tenemos para los que son referentes en nuestra vida y si lo encuentran, digan conmigo: Ese no fue un hombre o mujer que para el caso es lo mismo. Aquí si que hay igualdad de género.

Dejemos ese mundo sin contradicciones personales para nuestros actuales dirigentes políticos, sociales y económicos, dejemos ese mundo en la que cualquier manifestación o acción corresponde, dicen, a un orden determinado o una lógica . Ellos, ya lo sabemos, nunca se equivocan y nunca han tenido contradicciones. Son la única isla en el mundo real, en un mundo que es el de la no ciencia, el mundo de la contradicción permanente. Nunca existió, por mucho que lo reclamen algunos, lo científico en relación con las actividades humanas.


Foto: The Guardian, Ken Loach y Eric Cantoná



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