miércoles, 21 de abril de 2010

Las "altas" instancias de la nación


La última renovación que se realizó en el Tribunal Constitucional fue en Abril de 2004. Está próximo a cumplirse pues, seis años desde la última renovación. El gobierno, debería de haber llevado esta propuesta al Congreso y al Senado. Corresponde a las cámaras el nombramiento por voto afirmativo de las 3/5 parte de sus componentes.

He oído, no estoy muy puesto en leyes, que la renovación escalonada de los miembros de las instituciones encargadas del normal funcionamiento del Estado; Consejo de Estado, Comisión Nacional de la Energía, Tribunal de Cuentas, CGPJ y el Tribunal Constitucional entre otras, tiene como finalidad de que se respondiera en todo momento a la pluralidad y a la evolución de la sociedad. Se trataría de reflejar lo más adecuadamente posible los cambios en la orientación política que se vayan produciendo en España.

Correspondía, pues, a la voluntad de los partidos mayoritarios el haber procedido a la renovación en su tiempo, por lo que fuese, ni se ha producido la reforma de la ley del Tribunal Constitucional pactada en 2006 con los partidos nacionalistas y, tampoco, se ha producido la renovación de miembros. Hay que tener en cuenta que para Noviembre, tan solo cuatro de los doce miembros estarían con su mandato vigente. Es decir, a Diciembre de este año ocho miembros estarán en funciones.

La última renovación tuvo lugar en Abril de 2004 desde entonces, ni ha existido capacidad suficiente para la negociación con el Partido Popular, ni ha habido voluntad en ese partido para hacer que las instituciones fundamentales del Estado funcionaran.

La cuestión es esta, cuatro miembros corresponde al Congreso, otros cuatro al Senado, dos al gobierno y dos al CGPJ. Las renovaciones pendientes corresponden al Senado y al Congreso. Son varias las instancias que intervienen en los nombramientos y todas, exceptuando al gobierno, precisan de voluntad y de una mayoría cualificada para efectuar los cambios.

La renovación de sus miembros es una obligación legal. Son las cámaras las que incumple este mandato. Cuestión paradójica ésta; la instancia encargada de aprobar las leyes, el legislativo, es la primera que incumple lo que podría ser una de las primeras leyes del estado por su importancia, la que contiene y regula el proceder en relación con la constitucionalidad o no de las leyes. Hablemos antes de Metafísica que de Filosofía, podríamos decir.

Es evidente, que si no hubiesen determinados asuntos pendientes en el Tribunal Constitucional ya habría sido renovado. También lo es que si no hubiese asuntos vidriosos que bordean la constitucionalidad tampoco tendríamos esa parálisis y desde luego, es de cajón que lo que no se consigue en las urnas por algunos, se quiere lograr en la atmósfera sombría y negra de los despachos de una casta.


¿Correspondía esto también al atado y bien atado del dictador? ¿Sabía ya Franco como iba a discurrir el futuro? ¿Conocía tanbien a los que iban a dictaminar y sentenciar sobre las cosas fundamentales? ¿Sabía Franco ya de como iba a discurrir la transición? ¿Delineó Franco la transición? Por día que pasa, hay mas y más cosas que me hacen pensar en ese sentido, hasta ahí puede llegar el desvarío causado por la dificultades con las que lo sensato se abre paso en este país nuestro. La verdad, otra explicación no encuentro.

Hasta ahora, los problemas de renovación se habían solventado, con tensiones por supuesto, pero se habían resuelto. El Partido Popular ha reaccionado con especial beligerancia en relación con algunas políticas propiciadas por el Gobierno Zapatero a las que ha considerado rompedora del marco constitucional y en las que consideraba que lo que hipotéticamente se rompía era algo consustancial a un modelo, implícito aunque no escrito, pactado en la transición.

Interrupción del embarazo, matrimonio homosexual y el Estatuto de Cataluña han sido los motivos que ha impulsado al PP al bloqueo del Tribunal Constitucional en el que conserva una cómoda mayoría desde los gobiernos de Aznar. Es el Senado el que debe de nombrar a gran parte de los sustitutos, pero es el PP el que tiene mayoría en esa cámara. Si el Partido Popular no quiere, y no quiere, no es posible la renovación de los cargos del Tribunal Constitucional.

Las peticiones de los partidos catalanes están llamadas al fracaso ya que, según Rajoy, la renovación con este tema pendiente haría daño al tribunal. Esta lectura ha sido respaldada inmediatamente por el PSOE.

Todo esto debería de haberse hecho antes. Era previsible, era más que previsible que determinadas políticas eran muy difíciles de realizar si el Tribunal Constitucional mantenía su vieja composición. No ha existido previsión, coordinación ni planificación de las políticas a desarrollar por los socialistas y las fuerzas del cambio en la sociedad española. Ahora, las reclamaciones, al maestro armero.

Ni las fuerzas políticas catalanas pueden hacer nada por si solas, solo protestar, ni el conjunto de fuerzas no PP pueden cambiar las cosas. En esto nos encontramos en manos del Partido Popular. Solo sería posible, si los miembros afectados estuviesen dispuestos a dimitir e irse a casa antes que seguir poniendo a esta alta instancia al pie de los caballos, pero por lo visto. a eso no están dispuestos. Alguien, a estas alturas, puede aún negar que las mas altas instancias están hasta lo mas profundo contaminadas de la política partidaria? No me refiero al fondo de lo que discuten, que allí cada cual se conduce en función de su propio modo de entender leyes y normas y que siempre se corresponde con un determinado molde intelectual y por supuesto una ideología. A eso no me refiero, atiendo a otra cuestión, es el resistirse, el no dejar un puesto o dimitir por razones personales, de conciencia, de coherencia o de salud. Es la política y una determinada política, la de los resistentes, la que es determinante, es combatir las contrarias que quieren implantarse, es en suma, el sentido de su permanencia y el agarrarse a la silla.

Luego, nos quieren vender como mercancía segura la imparcialidad de estos ámbitos. El PSOE insiste en la salvaguarda de instituciones que son troncales, no lo dudo, y reclama la confianza para ellas. Está en su papel, eso pertenece a la razón política y al papel del bueno en toda esta historia, pero el pueblo, el pueblo soberano hace tiempo que viene pensando otra cosa. Si no, ahí está el caso Garzón, una pizca tan solo, aunque fuera de nuestras fronteras sea considerado como un escándalo mayúsculo que llega a poner en cuestión la solvencia de nuestra democracia.

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