lunes, 31 de mayo de 2010

Sueño Tangerino



El horno no está para bollos. No hay papel que uno coja, noticia que uno escuche o vea que no le devuelva a la realidad. Consecuencia; De depre política, en mi caso casi existencial por esa causa, a un cabreo de tres pares sobre un hecho central; Cómo puede dilapidarse una confianza en tan breve espacio de tiempo. Desde la solidez de hace dos años a esa especie blandiblu que se ha convertido la política de los socialistas.

Lo mejor es poner tierra por medio. Hemos decidido venir este fin de semana al sur, al Estrecho casi. Marga y yo nos encontramos aquí en este trozo tan nuestro mejor que casa. Vamos a Caños de Meca dos o tres veces al año. En vacaciones de verano aterrizamos en Sancti Petri, pero cuando queremos cargar pilas de verdad, aterrizamos en La Breña, en este hotelito regentado por Alberto y José Manuel acompañados de su reducido pero competente equipo, entre los que destaca el cocinero Felipe Retortillos.

Los Caños ya no son lo que eran, pero nosotros tampoco lo somos. Por aquí, cada vez mas, se asoma el pijerío andaluz, madrileño y de algunas otras zonas del país. Caños tiene mala suerte y la primera de todas es la de tener un mal padre, diría mas, tener un padre que extrae todo lo que puede de ese núcleo pero que nada le ofrece; El Ayuntamiento de Barbate, sea quien sea el que gobierne, siempre ha tratado mal a este núcleo que forma parte de su municipio.

Aquí, desde la terraza de La Breña y si no hay poniente, puedo tocar casi con la mano la costa que me vió nacer. Allí está Punta Negra, el oscuro acantilado que limita el norte de la playa de Ramel también llamada la playa peligrosa. A la izquierda de esa mole y cruzando la vista hacia el este, en el tardecer, luce ya el faro de Cabo Espartel, la bahía de Tanger, si uno fuerza algo la vista podrá incluso distinguir el blanco caserío de la ciudad cerrado al oriente por Punta Malabata. Allí también viví.

Me dice la radio que Dennis Hopper ha muerto. El Dennis que frecuentó el hotel Al Minzah de Tanger como otros tantos integrantes de la generación beat lo hicieron a finales de los sesenta y principio de los setenta. Era el “sueño tangerino”, el auténtico. Hubo hasta un grupo que los mas viejos del lugar recordaran, Tangerine Dream aunque al parecer, el nombre nada tenía que ver con la ciudad o una determinada filosofía y si con un tipo de mermelada extraida de unas mandarinas que crecen en Florida.

Es una puñeta, creíamos que el mundo era nuestro, que por fin, muchas de las barreras que sometían al ser humano se habían ido, eso, a hacer puñetas. Pero no, ellos seguían trabajando en la sombra muy tapaditos en esa época, en las universidades, en sus laboratorios, en los, como se llaman esos grupitos ya, Think-tank. A cada ocasión, una nueva vuelta de tuerca, aprovechando cada crisis del sistema, por supuesto provocada, para endurecer aún mas las condiciones. Penetrando hasta la extenuación a las organizaciones que tenían como cometido el cambiar a la sociedad. De la dictadura de las armas y de la brutalidad, a la dictadura del saber, la de los tecnólogos de cualquier tipo, las de aquellos que con un lenguaje igual que el tuyo, cuando es necesario, y una vestimenta similar, te la meten doblada cuando al fin llegan al poder y por eso, porque ellos, son los que mas saben.

Me queda el atún rojo y eso, entre otras cosas, me consuela. Vengo en esta época para comer el mejor atún rojo del mundo, el que se da en esta zona. Acudo a Barbate en la semana del atún para en su polvoriento ferial, ay, ay… Barbate, disfrutar de ese manjar en muy distintas tapas. Lo degustamos en las múltiples variantes de la cocina tradicional y en La Breña, lo hago también al estilo japonés; Tataky, Sashimi etc.

Por fin he embarcado y he visitado la almadraba de Barbate. No he podido ver una levantá, era sábado pero nos hemos acercado al cuadro, al copo cerca de La Sacá y ver allí entre las boyas amarillas del copo a los atunes en la búsqueda de una salida imposible de esa trampa de redes. Para el que escribe, que ya en su niñez tuvo la fortuna de haber asistido a la lucha del hombre armado de un bichero con este emperador de los mares el poder acudir nuevamente a este escenario le reconforta. Mal van las cosas cuando a uno le asaltan de modo continuo los recuerdos de su niñez y juventud, cuando en cada uno de estos hombres y mujeres que por la calle van, se despierta la memoria de sus antepasados, de aquellos bisabuelos, abuelos, padre y tíos marineros y carpinteros. Es la huida, es regresar a lo privado, a lo particular, es el fruto del descreimiento en los propios y los otros. Los segundos porque nunca hemos podido esperar nada bueno de ellos y de los primeros, porque nos ofrecen mas de lo mismo pero peor, porque lo hacen en nuestro nombre.

Nos queda el atún rojo, el Estrecho, Tánger al fondo y el recuerdo de aquellos momentos.

El sobrino que estaba sentado en la mesa del desayuno, los gritos de la chiquillería que desempaquetaban los regalos en la mañana de Reyes impedía cualquier conversación, le preguntaba a gritos al tío un tanto sordo que había pasado ya los setenta:

- ¿Qué te han traído los reyes tío?

- Nada hijo, recuerdos… sólo recuerdos decía, al tiempo que le brillaban los ojillos.

Mientras nos podamos permitir eso, para los tiempos que corren, ya es bastante.

El mismo viaje, pero con mucho mas sentimiento en, "No me quiero ir" . Dónde va ir a parar.


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