viernes, 5 de junio de 2009

Salamanca; La lotería de las infraestructuras





Anda el cotarro alterado, el nuevo ministro de fomento José Blanco anda reuniéndose con los presidentes de comunidades autónomas del Partido Popular; Aguirre, Herrera etc. Tras las reuniones, los gestos cómplices y el reconocimiento de la “valentía” del ministro son por parte de los populares unánimes.

Uno que se tiene por perro viejo en esto de la política, no sale de su asombro. ¿Qué ha podido suceder para que esto ocurra?, ¿Será verdad que el mejor ministro de fomento que haya podido haber, incluso para los del Partido Popular, sea el actual ministro socialista?


Claro, lo más fácil es pensar que la anterior ministro de fomento Magdalena Álvarez era malísima. Una ministra que castigaba a todos, propios y ajenos, con sus decisiones. Y si fue tan mala, ¿cómo es posible que Rodríguez Zapatero la mantuviese durante tanto tiempo?

Ni me creo las palabras de los dirigentes del Partido Popular sobre Pepe Blanco, ni me creo que sea “el no va mas” de la gestión, así cmo tampoco el que Magdalena Álvarez fuese tan mala.

De sobra es conocido, entre los que me leen, que no doy ni un euro por la autonomía de los ministros del actual gobierno en la creación y gestión de las políticas que teoricamente llevan a cabo, me refiero a las grandes o medianas. Todo lo que hacen, en relación con estas cuestiones, es consultado con Zapatero verdadero timonel en infraestructuras, educación, política exterior o economía. Entonces, si Magdalena fue verdaderamente mala con todos en su gestión, en realidad no habría que cargar sobre sus espaldas aquello que ha hecho mal pese a que es una declarada jacobina y que al igual que Borrell, ni entendía ni creía en todo lo que pudiera salirse de su concepción radial del estado.

Su no atención a las autonomías, propias y extrañas, radicaba, lo más probable, en las decisiones de la presidencia y si José Blanco es ahora muy bueno tampoco debe de atribuirsele a él sino que, de modo simple, lo que ocurre es que al presidente, por lo que fuere, le interesa ser “bueno” y rebajar de este modo la tensión territorial. ¿Preludio tal vez del acuerdo de financiacion con Cataluña para hacerlo mas digerible al resto de autonomías?

Es en suma, un cambio de orientación sin más sin que importe que en esos vaivenes, difícilmente entendibles para el conjunto de la población se haya llevado al sumidero de la política a una ministra cuya gestión ha pasado a ser valorada muy negativamente por el conjunto de la ciudadanía. O sea, que ha sido puesta al pie de los caballos sin más.

Como decía, andan todos ahora muy contentos, bueno todos no, aquí en esta parte de la franja occidental de España que es Salamanca y en lo referente a la gestión de infraestructuras no hay un Jose Blanco, ni hubo una Magdalena Álvarez, ni un tal Álvarez Cascos (PP), como tampoco lo fue en el pasado Borrell. Nos hemos pasado toda la vida democrática de este país en la provincia sin padrino y sin valedor y eso, lamentablemente, funciona también incluso en democracia.

Bien, las cartas están sobre la mesa. Andalucía tuvo a su Felipe y a su Alfonso que en el ya lejano 92 abrieron aquella región a la modernidad con aeropuertos, infraestructuras, autopistas y AVE.

El PP favoreció a Galicia, Comunidad Valenciana y Murcia con sus decisiones durante el gobierno del Partido Popular en el período 1996-2004.

Los catalanes y vascos con su presión y la negociación de los presupuestos estatales o del cupo se han bastado y sobrado para obtener inversiones para sus territorios aunque como es consustancial a los nacionalistas de todo tipo siempre con quejas sobre lo mal que se siguen encontrando.

Zaragoza, que no Aragón, fue claramente favorecida por el Gobierno Zapatero con el objeto de contrarrestar la influencia que el PP tuvo sobre esa región durante bastante tiempo.

Y aquí qué, Blanco ha asegurado y comprometido al presidente de la Junta de Castilla y León fechas para inversiones que pondrán a León, Valladolid, Palencia, Ávila y Zamora en el camino hacia la modernidad. De Zamora llegó a decir que será una de las pocas capitales que tendrá dos estaciones de tren de alta velocidad.

Observemos la franja occidental; Galicia con dos ejes culminados hace bastante tiempo con la meseta: La A-6 a La Coruña y la autopista a las Rías Baixas, el eje norte-sur atlántico y el Ave comprometido y con fechas señaladas, además Blanco es gallego.

León como vía de acceso y paso a Galicia y Asturias tiene garantizada, independientemente del AVE, su conexión con el eje atlántico, el Cantábrico y Madrid. Queda pendiente la situación de la autopista a Valladolid pero eso no parece ser para algunos, incluso del propio León, algo interesante aunque sí para Valladolid. Absurdo esto último ¿verdad?.

Zamora una provincia que se beneficia en autopistas, con Valladolid, la A-66, antigua 630 y ahora con dos conexiones de AVE, con Portugal y con el Norte solo espera la conexión por autopista con Portugal.

Extremadura, gracias a un gobierno socialista que siempre fue exigente, ¡con los propios!, sin que por eso se le cayeran los anillos, consiguió poner a Extremadura en buenas condiciones. Ibarra fue un presidente valiente, nada sumiso, ni con Felipe ni con Zapatero. La prueba de su exigencia a la vista está: Ave a Badajoz y Portugal, la A-5 que conjuntamente con la A-4 de Andalucía fue una de las primeras autopistas. La A-66 culminada en el tramo extremeño antes que en ninguna otra parte y adecuadas vías transversales.

Salamanca, qué podemos decir de nuestra provincia. Más de lo mismo, de haber tenido el primer aeropuerto de la región, ha pasado a ser el que menos tráfico de personas y mercancías tiene. Valladolid, León y Burgos nos han dejado a atrás. Somos la última provincia de las cercanas a Madrid en tener autovía, aún falta por lo menos u año para ser culminada. También la última en la ejecución de la A-66, la única que tiene trenes de mediados del siglo pasado con Madrid, con el Norte y con Levante, con el Sur hace mucho que desapareció. Si, todo eso. Mientras, los salmantinos asistimos a los debates entre el PP y el PSOE sobre fechas de puesta en funcionamiento de las autopistas o al debate sobre los trenes que aún padecemos.

No, no voy a unirme al coro de los que se quejan contra Valladolid, contra Madrid etc. No. Esa es la excusa de los que tratan de proyectar culpas sobre otros, enfrentando a territorios. Nadie de fuera quiere nuestro mal, nada ganan con ello.

Gobernar es elegir, es delimitar prioridades y el gobernante toma las decisiones en función de una serie de prioridades; Presupuestos, ordenación del territorio, presiones de sectores económicos, presiones de los electores, tanto internos como externos etc.


Hoy más que nunca, aspectos como la ordenación del territorio y el equilibrio presupuestario suelen ser soslayados o postergados en beneficio de lo que realmente importa al que toma la decisión; La continuidad como político en ejercicio.

En esa lotería, Salamanca ha salido siempre muy malparada sea con la derecha o con la izquierda. Cuando gobernaba la derecha, la izquierda echaba en cara continuamente que el gobernante castellano-leonés sentado en la Moncloa dejaba a Salamanca y también a Castilla y León en la estacada. Ahora ocurre exactamente lo contrario, son unos los que acusan y otros los acusados. Vuelta a lo mismo.

Mientras, una parte del pueblo salmantino se alinea con una posición o la contraria, otra parte, cada vez más numerosa, pero casi siempre en la izquierda vuelve la cara asqueada y cabreada hacia el sitio contrario, hacia el lugar por el que no transitan los políticos, sean de un signo o de otro. Cada vez más, el desencanto de los salmantinos, tradicionalmente nada dados a ocuparse de lo público y excesivamente individualistas, se ve reforzado en esa tendencia que suele alcanzar la máxima expresión en el hecho de no querer votar, de ahí, la creciente abstención en los votantes de la izquierda en la provincia. Abstención que, ya va para muchos años, los dirigentes socialistas salmantinos no ven o no quieren ver como algo imputable en gran parte a su actuación.

No, el mal no está en los otros, está en nosotros mismos. Los políticos salmantinos son un reflejo de la sociedad. No arriesgan, no quieren indisponerse con aquellos que mandan en sus respectivos partidos, no exigen y por eso pasa lo que pasa.

Estos políticos se otorgan a sí mismos el valor de ser cadena de transmisión de las decisiones de otros, su discurso en aras al “cierre de filas” es plenamente justificativo de las decisiones que los gobiernos toman. Los populares salmantinos tienen hacia el gobierno regional de su mismo signo una servidumbre digna de encomio, su nivel de exigencia para con Salamanca, electores y ciudadanos es mínimo. Todo sea por seguir cuantos más años mejor.

En el caso de los socialistas salmantinos, de siempre se ha podido constatar la falta de contundencia con los ministros y gobiernos socialistas en lo que debería ser la defensa de la provincia y en todo caso, con mucha menor exigencia que otras muchas organizaciones socialistas de España tuvieron en su día con Felipe o con Zapatero en la defensa de sus territorios.

Si, Salamanca seguirá padeciendo, sus ciudadanos continuaran viendo el agotamiento de esta provincia, su paro creciente, la emigración de sus jóvenes, el envejecimiento de la población... pero la culpa no estará en los otros, como muchos quieren hacernos creer, la responsabilidad es exclusivamente nuestra.

Siempre me he interrogado sobre el sentido de una expresión muy salmantina que ilumina como ninguna otra nuestro modo de entender la vida; “malo ha de ser”. Esa frase aplicada al futuro, tratando de ahuyentar los negros nubarrones, señala como pocas el fatalismo, la conformidad y nuestra impotencia como pueblo.

Lo que tenemos y lo que somos nos lo venimos ganando día tras día con nuestro propio pulso, con nuestro modo de entender lo público y sobre todo, con la pereza infinita que nos embarga a la hora de tomar decisiones.

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