martes, 21 de diciembre de 2010

Si yo fuese Zapatero



Si yo fuera Zapatero y pensara en torno a la crisis como él lo hace, es decir, dar una salida en el sentido que señalan los mercados y los organismos internacionales lo tendría muy claro.

Entendámonos, Zapatero es como un niño grande. Lamento que esto que digo hiera los oídos de tanto socialista ferviente y disciplinado que por este mundo campa pero eso es lo que a mi me parece, y lo digo a pesar de que no es la primera vez que seguidores de este blog dejan de serlo por mi actitud un tanto ácida con el presidente del gobierno. La verdad es que no quiero ser desconsiderado. Avispado es - ya lo dijo la embajada de los Estados Unidos - pero tiene una afición desmedida por epatar y en cierta medida, jugar con periodistas y la opinión pública.

Yo tengo un hijo de quince años que es un chaval extrovertido, armadanzas y juguetón pero hasta él entiende que cuando el horno no está para bollos, no lo está y por eso se esfuerza, cuando eso ocurre, en guardar la convivencia y no tocar los bemoles.

Sin haber siquiera bebido un solo sorbo de la copa de cava con la que brindaba con los periodistas en La Moncloa soltó de modo enigmático, que manía esta de sorprender tienen todos los que se instalan en el Olimpo, que ya había tomado una decisión sobre su futuro; “Lo sabe solo mi mujer y una persona más de mi entorno”. Ahí queda eso.

Cuando las cosas se complicaron gravemente, hace ya un año y medio de esto, defendí que la única salida que le quedaba a la izquierda de este país era que el PSOE iniciara un proceso ordenado de transición. Algunos pasos se han dado en el sentido de promocionar a aquél que resulta ser mejor visto por el electorado del PSOE pero eso, también, llega tarde.

Ese nombramiento “in pectore” que nada casa con la tradición del PSOE puede armar una zapatiesta en su interior. Algunos pensaran que se desanda el camino que les abría la puerta del futuro y no van a reaccionar bien. Tremenda esta situación, porque esa gente que posiblemente no estén de acuerdo son los verdaderos culpables de la situación, por su aplauso fácil y por decir que sí a todo. Gran parte de los problemas por los que ahora pasa el gobierno y el pueblo español tienen ese origen.

Si yo fuera Zapatero y quisiera a mi partido y a mi país no dejaría que terminara Febrero, justo cuando se produzca la próxima dentellada de los “mercados”, para hacer efectivo el anuncio de no presentación como cabeza de lista en las próximas elecciones. Más, si lo que de verdad sintiera por mi partido y mi país fuera más allá del simple querer y resultase ser una auténtica pasión, me iría en el mismo mes de Febrero a casa después de haber pactado con catalanes, vascos y canarios el voto para Rubalcaba. Eso y sólo eso podría dar el empuje que muchos candidatos socialistas en comunidades autónomas y ayuntamientos precisan para que el Partido Socialista no sea barrido en las próximas elecciones. Eso hizo la UCD, eso se ha hecho en Italia durante mucho tiempo, y eso se hizo en Alemania y en el Reino Unido.

Creo que lo dejé escrito en otra ocasión, a ninguno de los partido periféricos le interesa que el PSOE sea barrido y eso es lo que irremediablemente va a ocurrir de seguir el actual liderazgo. Ya no es cuestión de tipo de política, que también, es la falta de credibilidad en una persona que es percibida por el conjunto del electorado como líder único y omnipresente. No hay PSOE para el votante socialista, hay Zapatero, mientras el votante de derecha distingue entre Partido Popular y Mariano Rajoy. Ese es el problema, y por eso se necesita del cambio urgente. El propio PSOE necesita que Zapatero haga “sus deberes” lo antes posible porque necesita de modo urgente a alguien a quien echar la culpa de todo esto y el candidato adecuado es quien es.

Si la distancia entre estos dos partidos superara el 14% significaría, tal como están las cosas en Andalucía y Cataluña, una mayoría absoluta inapelable para el Partido Popular. Con ese resultado las clases populares y los trabajadores de este país correrían una suerte desgraciada según vemos como soplan los vientos en donde gobiernan los conservadores puros.

Para volver a creer, el electorado socialista necesita que Zapatero se convierta en el chivo expiatorio de la crisis. Los líderes socialistas entienden esto pero ocurre lo de siempre, unos miran hacia los otros para ver quien es el valiente o el incauto que da el primer paso. No hace falta, ha sido el propio Zapatero el que viene a decir que el no pasaría por un nuevo mandato pero eso ya no es suficiente para los que tienen que votar, aquí, como en el circo o en un duelo, la cuestión no se salda con un no volver a salir o con el rendirse, desgraciadamente hace falta algo más. Eso es lo que tiene la política.

No disfruto especialmente escribiendo sobre esto, no me gusta pasar como el mas furibundo antizapaterista de la izquierda, tampoco soy partidario de Rubalcaba, pero es que algunas cosas este presidente las pone a huevo. Si, decididamente le ha venido muy grande el cargo, la culpa no es de él, la culpa ha sido, como siempre he dicho, de un partido que hizo del seguidismo ciego su norte.

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