viernes, 27 de agosto de 2010

Rubalcaba; Un servidor del Estado



Por si alguien pudiera pensar que esto va de chanza he anticiparle que nada de eso. Cuando califico a Rubalcaba de servidor del Estado no me aparto en pureza de lo que pienso y por supuesto, al decirlo, intento dejar fuera de mi expresión cualquier atisbo de ironía.

Rubalcaba es uno de los pocos dirigentes socialistas que siéndolo con Felipe González sigue permaneciendo en las filas del zapaterismo. No es debido, a mi juicio, a otra habilidad que no sea la de poner por encima de lo que en cada momento piensa un cierto sentido del Estado y del valor de la jerarquía.

Es un burócrata en el sentido mas amplio que pueda esperarse y aquí, pido nuevamente la benevolencia del lector, porque nada mas alejado de mi intención que el atribuir a este término el carácter peyorativo que la mayoría de las veces se le asigna.

En un tiempo fue portavoz socialista en el Congreso de los Diputados y allí, supongo, que con gran dolor de corazón tuvo que echar mano, más de una vez, de los recursos demagógicos en la defensa de su partido que todos los portavoces utilizan. Lo hizo bien. Yo diría que lo hizo muy bien, y todo el partido se lo agradeció.

Es un diputado transhumante, el más de todo el PSOE. Que yo recuerde ha sido diputado por Madrid, Toledo, Cantabria y actualmente lo es por Cádiz. En su última visita a Cádiz tuvo que escuchar del secretario provincial el que le recordara que era diputado por aquella provincia a lo que contesto en tono amistoso algo parecido “eres un cabroncete”. Rubalcaba tiene en sus manos responsabilidades mas altas que las de estar a lo que ocurre en Cádiz, porque el sabe, que para la próxima, su destino pueda que sea Madrid o… a cualquier otro lugar, allí a donde le destinen.

Siempre me llamó la atención el sumo cuidado y respeto que entre sí se tenían los aparatos estatales de países que habían estado en guerra entre sí o habían tenido largos períodos dictatoriales. Los aliados conservaron en gran medida el aparato estatal de la Alemania hitleriana, colgaron a los líderes pero conservaron el aparato. Los rusos hicieron lo mismo con la KGB y ahora, en Irak los Estados Unidos intenta recobrar todo lo que pueda de la estructura del Baas. Aquí hicimos las cosas de otro modo. Todo el anterior aparato pues ya saben ustedes por donde anda.

Rubalcaba podría, llegado el caso, ser reclamado en función de intereses del Estado por el Partido Popular. Tal es la versatilidad del personaje del que estamos hablando. No quiere decir esto que yo dude de su socialismo, mejor dicho de su pertenencia al PSOE, sino que en función de la estabilidad necesaria, el podría desempeñar bien la función. Es un excelente ministro del Interior y me consta que, cuestiones salariales aparte, los mandos de la Guardia Civil lo respetan como si fuese de la carrera militar. No es militar pero su concepción del servicio le acerca a la mentalidad militar. De casta le viene al galgo. No en vano, Rubalcaba es hijo de militar. Supongo, tan solo supongo, que esa herencia unida a su educación en el selecto colegio El Pilar de Madrid y el atletismo de su juventud que confiere una disciplina especial ha conformado esa mentalidad tan bien dispuesta con la jerarquía y el mando.

Es el ministro mejor valorado del gobierno Zapatero y gran parte de las bases del PSOE que nunca le han oído hablar de clase obrera, desprotegidos y socialismo lo adoran. Incluso, se piensa que el podría heredar el partido si el presidente abandona la dirección.
Sin formar parte del núcleo fundacional de la Nueva Vía ha conseguido auparse a lo más alto del corazón del poder. Lo de la valoración por parte de la ciudadanía es normal. Recuerdo que alguien tan obtuso como Mayor Oreja era el político mas valorado. Eso pertenece a la deuda tradicional que el pueblo español tiene con los servidores del Estado asesinados. Quien manda en la Policía, en la Guardia Civil y en el Ejército es siempre el más valorado por el pueblo ( la izquierda debería tener en cuenta este dato).

Rubalcaba ha confundido Estado con Gobierno y también, el Gobierno con el Partido. Eso es un motivo muy preocupante. El ministro considerado, conjuntamente con Salgado, Trini y Blanco, por el grupo Prisa como uno de los suyos cree que sirve al Estado si se decanta y lo grita bien fuerte, aunque no sea madrileño, que él apoya a Trini. Censura y no comprende como Gómez no ha dado el consabido paso atrás. Es evidente que en su estructura mental no cabe otra interpretación de militar en un partido que no sea, la obediencia al jefe por encima de los derechos que los estatutos le otorgan como afiliado.

Ese ha sido su santo y seña a lo largo de su estancia en el PSOE. La obediencia más absoluta al que está investido del poder. Extraño es, que tras treinta y cinco años de militancia este profesor de química no haya desentrañado aún lo que son los componentes fundacionales, añadiría, estructurales de la filosofía del ser socialista. Lo suyo no es, desde luego, el partido. Lo suyo es otra cosa y a esa cosa tendría que seguir dedicándose dejando las cuestiones de partido a quienes tienen que ejercerlas. Al fin y al cabo, el nunca ha necesitado del partido, de las bases, para estar y ser. Siempre fue reclamado, desde arriba, para cumplir unas funciones que viene, mientras alguien no demuestre lo contrario, desempeñando razonablemente bien. Puede opinar, puede respaldar, incluso puede votar, si le dejan, como militante desplazado pero en modo alguno puede invocar y emplear argumentos que podrán tener encaje en La Guardia Civil, la Policía, el Ejército del Aire y si me apuran en el gobierno, pero no en un partido de hombres libres.

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