domingo, 2 de enero de 2011

Lo hice por España y por los míos.




Tomemos sus palabras: "Por España y por la Federación". Son palabras de Pascua entrenador de atletas, director del cuerpo técnico de la Federación Española de Atletismo e imputado tras las investigaciones preliminares de la Operación Galgo.

Algunos deportistas, preferentemente en el campo del ciclismo y atletismo ¿punta del iceberg?, vienen a ser juguetes rotos en manos de los dirigentes deportivos, federativos o de clubs. A esta tarea contribuyen los medios especializados, cuando es necesario se les alientan y se les colma de honores y cuando fallan, el rechazo que sienten estos deportistas se convierten, en la percepción propia, casi en el desprecio.

Mucho se ha hablado primero con el nazismo y después en el comunismo de la profunda ligazón existente entre nacionalismo y deporte. Existe un apoyo mutuo entre ambos campos. En la necesidad de ambos surge los atajos y el recurrir a otros medios no lícitos. España ha sido denunciada reiteradamente por organismos deportivos internacionales y instancias cuidadoras de salud de los deportistas por tener una legislación y unos servicios de inspección del dopaje un tanto relajados.

Pasqua esgrime como principal argumento defensivo el servicio a la Patria. Lo que hizo era necesario para el colectivo, era la grandeza de España la que estaba en juego. La federación, los entrenadores y los atletas que ganaban patrocinadores, dinero y honores son aquí elementos subsidiarios, irrelevantes. Algunas gotas de razón no le falta en lo que dice. Hay un bien supremo no declarado oficialmente pero que es el que ha hecho introducir los triunfos deportivos colectivos e individuales como un lubricante en los engranajes de este pueblo. Nadal no es un individuo que triunfa en el deporte, Nadal es, a su pesar, un bien del Estado puesto al servicio del nacionalismo y la conformidad social.

Los honores desmedidos a los deportistas triunfantes no dejan de inscribirse en un alegato en defensa de la Patria y el carácter ganador de sus habitantes. Salvando la distancia, que la hay, esta dedicación tan entusiasta al triunfo en el deporte, que no al deporte, hace inevitable el recuerdo de movimientos en ese sentido que en pasado hubo en algunas dictaduras o con los países tercermundistas que emplean el deporte como bálsamo para las carencias diarias. A esto que digo se le puede oponer todas las matizaciones que se quiera pero lo que viene ocurriendo en España con el deporte me recuerda esa política del triunfo a toda costa y en la que, para algunos, todo vale.

Me lo recuerda también esos telediarios eternos en su apartado deportivo y unos periodistas deportivos mas vinculados a la agit-prop nacional que a lo estrictamente humano o técnico cuando hablan de deporte. ¿Y la izquierda qué? Pues sí, la izquierda social y la izquierda oficial política, la que juega en la primera división del Parlamento han creído también ver en estas manifestaciones patrióticas-deportivas un argumento capital en la defensa de su utilidad. Al margen de algún que otro país tercermundista somos el único dentro de la esfera occidental que unimos la presidencia del gobierno y el ministerio de deportes en la misma persona y esto, debe de hacernos pensar algo sobre el asunto principal: La manipulación de las masas a través de los logros deportivos.

Hoy no hay vídeo musical como tema principal , pero les aporto esta incursión del gran Jordi Savall en el folclor celta.




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