jueves, 11 de noviembre de 2010

La cuestión saharaui (I)



Sobrecogen las imágenes que nos llegan del Sahara Occidental. La violencia con la que se ha empleado el régimen marroquí y los disturbios en las calles de El Aaioun nos han dejado una serie de imágenes y vídeos realizados con móviles a los que precisamente ese tipo de soporte dota de un mayor dramatismo.

Cuando se juzga la situación en el Sahara no se suelen comentar una serie de aspectos que operan sobre el conflicto en una superestructura que no es facilmente visible.

La represión de la libre expresión de los saharauis en los territorios ocupados ha sido brutal, desmedida y criminal. En algunos momentos recuerda la brutalidad empleada por los israelíes con el pueblo palestino. Estos saharauis no eran el Polisario. Independientemente de que allí hubiesen simpatizantes del movimiento de liberación saharaui o independentistas, la protesta y la acampada tenía una motivación socio-económica. Era una reacción pacífica en el objeto de llamar la atención internacional sobre la situación de expolio que viene sufriendo la población saharaui en los territorios ocupados.

Marruecos con la invasión del Sahara inició la marroquinización de este territorio. Las facilidades creadas por deducciones fiscales a ciudadanos, empresas y los subsidios a individuos y familias movilizaron a gran cantidad de marroquíes de las diferentes provincias del reino. El Sahara tenían reconocidos unos 230.000 habitantes en el 2004 y en la actualidad, según fuentes del Polisario, viven en el Sahara 200.000 saharauis autóctonos y unos 600.000 marroquíes. Aunque esta última cifra parece ser exagerada, de lo que no hay duda es que la estrategia marroquí estaba dirigida a cambiar la estructura demográfica del Sahara en el escenario de un posible refrerendum. Estas migraciones, superiores a las que pueden soportar ese territorio, han afectado profundamente, no podía ser de otro modo, la calidad de vida y la economía de los autóctonos condenando a la mayoría de ellos a la miseria.

Produce pavor el ver como grupos de colonos marroquíes armados con grandes cuchillos y palos recorrían las calles de El Aaioun en busca de saharauis. Es un recurso habitual en el régimen marroquí la utilización de los civiles como fuerza de choque.

Recordemos. El régimen marroquí es un experto en la movilización de las masas. El sistema de harkas forma parte de la historia de Marruecos. Fueron empleadas contra Francia y España a finales del XIX y principios del XX. Mas tarde, en la guerra civil española también fueron empleadas, una vez armadas, por el ejército franquista. En el conflicto de Ifni, que enfrentó de modo no oficial a España y Marruecos se las denominaban bandas irregulares. Aquello no era otra cosa que grupos fanatizados instrumentadas por Mohamed V. Con los setenta, se utilizaron oficialmente desarmadas y muy bien dispuestas para ser carne de cañón frente las defensas del ejército español en la línea fronteriza del Sáhara. Eso y no otra cosa fue la Marcha Verde. Miles de ciudadanos, algunos voluntarios y otros forzados, fueron embarcados en trenes por todo el reino con el único objeto de amedrentar a la dictadura española. Franco y los franquistas no estaban ya para eso. Dieron al mundo una clara muestra de lo cobardes que pueden llegar a ser, a pesar de las apariencias, los que solo sirven para reprimir a su propio pueblo. España huyó de allí con el rabo entre las piernas y entregó a un pueblo y a un territorio al vecino del norte.

El Campamento de la Dignidad no era el Polisario, igual que Aminatu Haidar, tampoco lo era. Al Polisario le ha ocurrido lo que suele suceder con cualquier movimiento que ha permanecido durante mucho tiempo en una situación asimilada al exilio. Como cualquier otro movimiento de liberación debería de haber escogido otra estrategia tras la caída de los bloques. Otro modo de seguir luchando desde dentro, independientemente de que hubiese mantenido una capacidad de fuerza dentro o fuera del muro de defensa construido por Marruecos.

El Campamento de la Dignidad es un movimiento de defensa de la dignidad del pueblo residente saharaui que ha sido privado de sus recursos naturales, de su riqueza, su economía y que ha sido condenado a la indigencia por parte de la potencia ocupante.

El pueblo saharaui está siendo utilizado de forma mezquina por muchos de los intervinientes en este damero maldito que se ha convertido el Sahara. Hay una utilización económica e imperialista por parte de Marruecos. El Gran Maghreb Marroquí, el eterno sueño de los teóricos marroquíes desde el siglo XVII que abarcaba, por el sur, hasta el Níger y por el norte, ya saben ustedes hasta donde. Por parte de Argelia, sabedora de esas apetencias, que ha recurrido a instrumentalizar, según le convenía, la cuestión saharaui para marcar de cerca al Reino Alauita. Las grandes potencias, Francia y Estados Unidos que apoyan las tesis marroquíes en torno al Sáhara en la necesidad de tener un aliado fuerte y estable en un mundo islámico cada vez más inclinado hacia el integrismo.

Y luego está España, en la que no hay una concepción única. En este país, ya se sabe, hay una imposibilidad para establecer una política exterior común por encima de los partidos. La cuestión saharaui en España también es instrumentalizada; El gobierno, cualquier gobierno español, repasen las hemerotecas, siempre con el secular temor que desde el desastre de Anual despierta aquí el vecino del sur. Franco, Arias Navarro, Suárez, Felipe, Aznar y ahora Zapatero se han tentado las ropas o se la tientan cada vez que hay un conflicto. Los nacionalistas, sean de derecha o de izquierda, son partidarios del Polisario. La explicación hay que buscarla en algo mas peregrino que la solidaridad internacional. Se trata de agarrar a la España centralista por ahí, por ese mismo sitio, con el reconocimiento del derecho de autodeterminación a un territorio que fue español. Recordemos que el Sahara no fue un protectorado fue una provincia española y sus habitantes aunque no reconocidos entonces eran españoles.

Los que están a la izquierda del PSOE, que acusan a éste de abandonar, igual que lo hizo la derecha, al en otro tiempo querido pueblo saharaui. De cómo el acuerdo suscrito entre el FLN argelino y el PSOE (Alfonso Guerra, 1976) en el que se reconocía al Polisario como único representante del pueblo saharaui acabó en la papelera cuando Fernando Morán, en la primera visita que hizo a Marruecos en representación del nuevo gobierno socialista, ratificó en 1982 el proceso según lo hacía entonces Marruecos.

Y por último, la gran bandada de carroñeros que es el Partido Popular defendiendo a los revolucionarios saharauis ¿Con que objeto? ¿Qué es lo que determina que el Partido Popular apoye, no la independencia del Sahara, sino la debilitación de Marruecos? La respuesta esta en la Faes, donde existe un gabinete dedicado desde hace mucho tiempo a extender un modo diferente de actuar con Marruecos. Frente a la debilidad y buenismo de los gobiernos socialistas proponen, en una línea muy similar a los neocoms norteamericanos, una actitud beligerante, guerrera diría yo. Perejil en su dimensión estratégica no queda tan lejos.

Sobre esa y otras cuestiones hablaremos en una segunda entrega de este largo escrito.

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