lunes, 8 de junio de 2009

La virtud de ser conservador en política o el fracaso socialista en las elecciones europeas.



Admito el intencionado equívoco del enunciado de este artículo. Evidentemente no me refiero a la virtud de la política conservadora que para mí no es tal virtud, sino que me refiero a la necesaria fidelidad al credo político que cada cual tiene, sea conservador o progresista. Eso es el ser conservador en el sentido que yo quiero darle: Conservar las señas de identidad de lo que cada cual es o representa.



En los próximos días, los análisis de todo tipo sobre los resultados electorales inundaran los medios. Analistas intencionados barrerán para su casa o para quienes les pagan, opiniones de todo tipo. Los portavoces políticos, sin excepción, trataran de mitigar su propia derrota mediante argumentaciones peregrinas que no engañan ni a propios ni a los contrarios. Algunos magnificaran su victoria como si estuviesen hablando no ya de un cambio coyuntural sino como si en realidad fuese un cambio de era.

En los unos y en los otros, muchos y muchas, seguirán haciendo el ridículo, imitando la entonación del jefe y elevando lo que es una simple condición humana, el liderazgo en un determinado segundo en la amplia historia de la humanidad, a algo muy parecido, a algo muy similar, a la designación divina de un ser providencial.

En verdad, cada vez mas creo en el pueblo, en el acto de votar, sea el pueblo de derecha, el pueblo de izquierda o el pueblo que se considera nacionalista.

Este resultado electoral es un triunfo del pueblo, porque el pueblo se ha expresado tal cual es, los de derecha han ido a votar porque creen en un proyecto independientemente de las razones que otros le den o muestren, para que voten en sentido contrario. Saben lo que quieren y saben hasta donde tienen que tragar, son consecuentes. Los que no creen en Europa ni en los unos ni en los otros, pues no han ido a votar, luego su actitud también ha sido coherente con su credo.

En los de la izquierda, ha habido de todo; Los que creen que los partidos en su política responden a la izquierda, han votado por ellos. Hay un caso que debe de contemplarse porque es el que ha propiciado la derrota socialista. De siempre se ha sabido el nivel mas exigente que el votante cabal de izquierda tiene hacia sus representantes y esto es lo que debe valorarse por parte de los dirigentes socialistas: La deserción habida de los que creen que lo que se viene haciendo desde el partido socialista en el gobierno no consiste en ser estrictamente de izquierda. Estos, simplemente, no han ido a votar.



La triste realidad que hoy nos conmueve a los progresistas es la pérdida sustancial que se ha dado para la izquierda. No pienso hacer de este artículo una colección de datos numéricos y estadísticas. Hay algo incontestable, el PSOE ha perdido 700.000 votos con relación a 2004 y por ello y a resulta de ello ha perdido las elecciones. El PP ha ganado las elecciones y ha sumado 220.000 votos más. A partir de aquí se puede decir lo que cada cual quiera, pero la contundencia de las cifras no ofrece lugar a dudas, por mucho que se intente aderezar el buen o mal trago, con edulcorantes que a nada conducen.

Es inevitable, visto este panorama, rememorar el sombrío plano que el Partido Popular ofreció en aquel período negro durante el cual gobernó, fue un momento muy delicado para el conjunto de las libertades de los españoles, en especial, la libertad de expresión y el derecho a una información veraz.

Ahora bien, a luz de los datos se puede decir de modo muy concluyente que el PSOE ha perdido las elecciones y que el Partido Popular, en realidad no las ha ganado tanto como preveía.

Me cuesta admitir que sea el impacto de la crisis el elemento determinante en el resultado de la votación. La gente sabe que la crisis la ha generado un sistema especulativo que no es patrimonio de la derecha, sino que se ha llevado a cabo durante los últimos treinta años con el consentimiento explícito tanto de gobiernos de derecha, como por gobiernos de la izquierda.

Todos, desde la derecha europea, americana a la izquierda europea y hasta el comunismo chino-capitalista de estado han favorecido un sistema que ha sido la causa de la actual ruina. No creo que sea preciso sacar a colación la política ultraliberal y desreguladora llevada a cabo por una Comisión Europea, en su mayoría socialista, comandada por Delors. No creo que nos hayamos olvidado ya de eso.

Creo sinceramente que los socialistas españoles nos hallamos ante un momento crucial. Crucial porque no podemos seguir en el estado en el que nos encontramos. Son demasiadas ya las voces que desde posiciones nítidas de izquierda venimos llamando la atención sobre desviaciones que se vienen produciendo. Deslizamientos claros hacia el culto a la personalidad, la adulación hasta límites insoportables del líder, la imitación ridícula de la entonación etc, . Son las manifestaciones externas y porqué no, un tanto cómicas de otras de aún mayor calado y significación política.




El presidencialismo abusivo que venimos denunciando desde esta página, el silencio a todos los niveles de un partido, la jubilación forzosa y temprana, muy temprana, de tantos y tantos socialistas altamente competentes. La sustitución de estos por una legión de socialistas de última hora, inmaduros aún, a ojos vista, para el ejercicio de una alta competencia política, la promoción a ministros y ministras de personas que en una sola tacada son instaladas en el máximo nivel ministerial, la elevación del ejercicio político a una vertiente estética exclusivamente y cierto tufo populista en algunas medidas ejecutadas o previstas es algo que a los socialistas nos debe preocupar.

No, no pueden haber desaparecido sin más, todos aquellos que independientemente de su ubicación en el seno del Partido Socialista hacían posible el debate interno y los diferentes modos de ver la política.

Es necesario clarificar que entendemos por política socialista o credo socialista, llamémoslo como queramos.

Cuando al principio hacía el juego de palabras sobre el valor de ser conservador en política, de ser fiel a lo que los diversos sectores de la sociedad espera de cada cual, me refería precisamente a eso. ¿Qué espera el votante de izquierda que haga la izquierda en un contexto de crisis? De la respuesta adecuada a esta pregunta ha dependido en gran parte el resultado electoral.

La confusión entre política económica de derecha y política económica de izquierda de los últimos veinticinco años ha producido el agotamiento del discurso económico de izquierda que, hoy por hoy, conjuntamente con la ampliación de las libertades y la defensa de la paz, constituyen las señas de identidad de la izquierda.

Pues bien, esas señas han sido claramente subvertidas y sustituidas en gran parte por una nueva concepción de la izquierda que se apoya única y exclusivamente en una gran operación de maquillaje consistente en la ampliación de libertades. Operación que hace de lo puramente accidental lo sustancial, más bien diríamos lo único.

Expliquemos esto. Un socialista, un votante socialista espera que su gobierno de izquierda dicte o promueva normas para que la igualdad de sexos sea efectiva y que esa igualdad lo sea para todos, independientemente de la opción sexual que cada cual pueda tener debe de ser coniderado en el acceso a todo aquello que hasta hace poco era exclusivo patrimonio de los heterosexuales. Pero también espera medidas tan eficaces como las anteriores para un avance en la igualdad económica, la efectiva igualdad de oportunidades, el derecho al trabajo y una vivienda digna de alquiler o en propiedad y a precios no abusivos, la limitación del poder de los ricos, el control de los sueldos de escándalo de los directivos etc.

Y es en esto en lo que realmente se ha fallado, es en lo que el votante de izquierda se ha visto, no ahora, sino desde hace ya cinco años defraudado. En definitiva, la parte en la que se ha avanzado, basada en los postulados del republicanismo cívico puede ser una parte de la política de la izquierda pero no lo es todo.

Esta confusión de planos es lo que me hace invocar en la necesidad de conservar las señas de identidad de la izquierda. El pensamiento clásico de la izquierda no es sustituible por otro, solo hay que complementarlo con nuevas demandas de la sociedad.


Si, demandas, solo demandas. Forzar como se intenta hacer con otros cambios legislativos propuestos que van más allá de lo que espera la propia sociedad de izquierda ni es cnvenente ni es adecuado, ejemplo: El aborto autónomo para las mayores de 16 años, causa estupor no solo en la derecha sino también en gran parte de esa izquierda que une a sus deseos de justicia social, igualdad económica y defensa de los derechos de los trabajadores ciertos componentes de conservadurismo moral sin que eso signifique que sean personas de derecha. Así de simple.

Esa sustracción del pensamiento clásico de la izquierda llevado a cabo por una cierta “gauche divine” proveniente de algunos sectores universitarios, feministas y “culturales”, es en gran parte culpable del contratiempo electoral. Digo contratiempo electoral porque espero y deseo que en el interior del propio Partido Socialista y de los sindicatos, que se han visto arrastrado también a esta vorágine de subversión del pensamiento clásico de la izquierda, se reaccione de modo adecuado y se implementen (como se dice ahora) las correcciones necesarias.

Si hay tiempo, hay tiempo de corregir desde el partido, y deben ser los propios militantes antes de que el desastre sea más visible y por lo tanto irremediable.

Entre tanto, es mediodía del día después de la elecciones, aún no ha aparecido el Presidente del Gobierno para dar una explicación. Un buen socialista que hizo lo que pudo y que se va al retiro dorado de Estrasburgo, siendo aún joven, como tantos otros, J.F. López Aguilar no puede ser la única cara que explique una derrota. El, como Jáuregui, otro caso de retirada temprana propuesta por Zapatero, no pueden ser los paganos de la derrota. No es justo.


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