martes, 29 de septiembre de 2009

Cambio de marcha en el PP


El Partido Popular se ha decidido por un cambio de estrategia. Las señales para el cambio fueron perceptibles a lo largo de la semana pasada. Los oráculos mediáticos de la derecha conservadora; ABC y el Mundo, insistieron durante esos días en aspectos que hasta ahora tan solo venía comentando el grupo PRISA (El País y la cadena SER)

Mientras en el fin de semana los líderes de la derecha seguían acusando a la policía, al Ministerio del Interior y a los socialistas de persecución, estos diarios daban pasos en otra dirección.

El ABC abría fuego en su editorial del pasado sábado; “Qué se espera del PP”, en el mismo emplazaba a los populares a tomar decisiones en relación con el último informe policial sobre el caso Gürtel. Este diario, aunque tomaba en cuenta las denuncias populares sobre una “persecución” de la policía, terminaba recomendando a los líderes nacionales la necesaria aclaración del caso ante la opinión pública y la consiguiente depuración de las posibles responsabilidades.

De igual manera, El Mundo titulaba su el editorial del pasado viernes de este modo: “O tendrá que irse Camps o tendrá que irse Rubalcaba”. Ambos diarios han venido desde entonces insistiendo en la misma demanda-

A partir de ese momento la suerte del PP valenciano estaba decidida. Quienes realmente dirigen a la derecha en este país habían ya evaluado las posibilidades del PP, tanto en la Comunidad Valenciana, como en España y consideraban inevitable la correspondiente alforja de cabezas cortadas por las denuncias de corrupción como condición indispensable para un replanteamiento de su oposición. El PP se presta a ofrecer su cara más dulce para esa franja del electorado que le es imprescindible para llegar a la Moncloa.

Desde entonces, pese al enroque de Camps, Costa y demás, en el día de hoy en las Cortes Valencianas lo único que queda ya por decidir es hasta donde llegará y a quien alcanzará la escabechina.

El Mundo y ABC han trazado los límites de la depuración; El primero señala que debe de ser el vicepresidente del gobierno valenciano. El segundo, apunta a Costa como destinatario final del sacrificio.

Los dos se mueven en el mismo terreno en todo caso, la cabeza de Camps debería de ser salvada. Es un activo del PP, demasiado poder para ser anulado sin más. La gran cuestión a resolver es hasta que punto, en el caso de ser verdad las acusaciones, los damnificados van a soportar estoicamente el pasar por ser los únicos autores de todo aquello de lo que se les acusa. Hay ya la suficiente experiencia en el Partido Popular para saber que el designado o designados nada dirán, a nadie por encima comprometerán y que por supuesto, nada le habrá de pasar al resto de líderes.




El afectado o los afectados asumirán de modo resignado el extrañamiento político y las posibles, en el caso de producirse, sanciones judiciales. Al fin y al cabo ya conocemos cual es el destino final. Una vez que se acaba la política habrá suficientes empresas y consejos de administración donde poder pasar tranquilamente el resto de sus días.

La gran pregunta es el porqué del cambio de paso en el Partido Popular. Algo se está moviendo. La derecha ya debe de tener los suficientes datos sobre tendencias del voto, las mismas que se venía manifestando los últimos meses pero algo más consolidadas. Es hora pues, de arrojar el lastre que le impide llegar al poder.

La crisis, la modificación de la fiscalidad y el notorio cansancio de parte del electorado socialista están en el fondo de este cambio de estrategia. Es previsible que a partir de este punto el Partido Popular intensifique, con los medios de que dispone, las críticas a la política económica del gobierno. De igual manera, tratara de limar su discurso ultra en relación con la moral cristiana, según la entiende la Conferencia Episcopal Española, y procurará tender puentes con CC y CiU.

¿Es o no es una buena noticia para la izquierda y el pueblo español? Sin duda la es. La moral pública saldrá ganando, pero no olvidemos, no debemos de olvidar que es lo que se esconde detrás de ese “sacrificio” de los populares. Agitar la corrupción de los populares como única bandera hasta el final de la legislatura no va a hacer que la izquierda gane las próximas elecciones.

Seguramente ese sacrificio al que se presta el Partido Popular no será vano. Han demostrado que ganan allí donde hay denuncias. Ahora es necesario que los españoles sepan que ellos “cuando hay pruebas” también actúan contra la corrupción.

Todo sea por disponer durante los cuatros próximos años del BOE. Lo que realmente interesa. Para eso están en política o qué nos habíamos creído.

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