domingo, 18 de abril de 2010

De lo que no escribí esta semana






Sobre un obispo mejicano

¡Menudo cierrabares! Vamos algo tarde y tomo la rotonda algo embaladillo, son las ocho de la mañana y hay que estar en el colegio a las ocho y veinte, el autor del exabrupto es Miguel, mi hijo, tiene catorce años y la exclamación le ha salido pero que de muy dentro. Al otro lado de la antena está Pedro Blanco de la SER, con su seriedad habitual este periodista, me gusta mas que Francino, comenta y pone unas palabras de Felipe Arizmedi Esquivel obispo mejicano de San Cristóbal de las Casas sobre lo dificil que es mantener la castidad para un sacerdote.


Es un niño de catorce años y cuando oye el argumento del prelado, sin que nadie le diga nada, se da cuenta del disparate mayúsculo del obispo. Arizmendi estudió teología en la Universidad Pontificia de Salamanca. Se cumple, pues, en este caso, el famoso dicho de “Lo que natura no da Salamanca no presta”


No experimento placer alguno en hacer leña de un árbol caído y un árbol caído o a punto de caer es todo el entramado organizativo de la iglesia católica. Cierto es que a pesar de todo lo que le está cayendo encima intenta defenderse y dar la batalla. Su fracaso no es el fracaso de la religión, tampoco de las religiones, es el fracaso de la nomenclatura de la iglesia y de no entender, o resistirse, a algo que animó, de existir, al Creador cuando diseño el mundo; La vida es ante todo evolución.

Claro está que para ellos, suficiente es decir, dentro de 500 años, aquello de “Nos equivocamos”, exactamente igual que han hecho con Galileo, Copérnico y otros. Narváez dijo lo de “Gobernar es resistir” y ahí están como gatos panza arriba dando zarpazos al aire. En muchos países la Iglesia Católica ha perdido perdón no por sus pecados, que para eso son libres, si no por sus culpas y delitos. Aquí en España, no hay perdón que valga aquí, aun, se permite el decirnos como se ha de gobernar la sociedad civil. Solo queda constatar lo que a diario vamos conociendo de ellos, sus mentiras, sus ocultamientos, sus vicios y sus delitos aspectos estos que no contrarrestan la labor positiva que se realiza en otros campos. El tiempo, de no rectificar, les irá situando en el lugar que sin duda ocupará en un futuro: El de las sectas radicales. Clientela tendrá, sin duda, pero habrá que confinarlos en ese espacio en el que radicamos a otros sectarios e intransigentes y todo esto por no abandonar el espíritu medieval en el que se han embarcado con sus dos últimos dirigentes. Son las sectas; Opus, Comunión y Liberación, Legionarios de Cristo, Los Kikos las que nutren y proporcionan su inteligencia actual, lógico es que lo que expresan en estos momentos pertenezca no tanto a la religión como a una filosofía que sirve a lo puramente sectario.


Cristiano Ronaldo


Los minutos de silencio es una liturgia habitual en los espectáculos deportivos. Hace algún tiempo no eran tan frecuentes pero últimamente se prodigan bastante. Cuando esto ocurre, siempre me temo lo peor. Veo a los jugadores en el semicírculo central, abrazados, un equipo frente al otro, todos muy serios, unos con la mano en el pecho y algún que otro jugador mirando al cielo. Ahora, ese minuto se suele acompañar de alguna melodía que ayude a la concentración o para camuflar o silenciar el ruido y griterío ambiente que no se sabe en realidad para que puede ser.

Una parte del estadio no entiende de lutos, recuerdos y respeto, sobre todo esto último, y comienza a silbar. Siento como la sangre se me agolpa en el rostro y me hundo en el sillón. La vergüenza me invade.

Me gusta el fútbol, soy un gran seguidor de la liga inglesa, siempre me gustó el fútbol inglés clásico, el de ida y vuelta. Con la edad, se cambia de gusto y ahora, aunque me sigue gustando ese fútbol clásico y primitivo, me he vuelto menos duro, disfruto por lo tanto también con el fútbol mas elaborado. No soy seguidor de ningún equipo. De ello me marginaron una serie de acontecimientos que son inherentes al fútbol; Su exceso de profesionalización y vedetismo (Luis Solana dijo una vez: La perfección es fascista), la identificación cada vez mas acusada entre política local y fútbol, la cantidad ingente de dinero que los equipos se gastan en jugadores, el circo mediático existente en el ámbito de este deporte y sobre todo, las hinchadas.

Es buen termómetro sobre la educación de un país y de sus ciudadanos observar el comportamiento de los públicos futboleros: El “hijo puta” o “cabrón” pronunciado por hombres, mujeres y niños dedicados al árbitro y jugadores contrarios es lo habitual.

Me entristece, me repugna, oír gran parte de un estadio acordarse de la madre de Cristiano Ronaldo, no por ser él, si ocurriera con cualquier otro jugador también me lo parecería.

Este país está enfermo, que no se me diga que eso pertenece a una minoría. No. Eso está ligado y muy ligado a la falta de educación cívica, a lo dramático del fracaso escolar en España, al egoísmo militante que significa tanto sectarismo local o partidario y a la consideración de los valores como algo perteneciente al pasado. A la clásica expresión que supone la falta de consideración a los demás como “el que venga por atrás que arree” o la otra mas castiza y menos políticamente correcta de “maricón el último”. Lo mismo, exactamente lo mismo.

Si, el “Ese portugués, hijo de puta es” con el que se recibe a Cristiano Ronaldo en los campos de fútbol de toda España es algo mas que el amor a unos colores y el “odio” al otro. Es un síntoma de la enfermedad de esta sociedad, la misma que le impide solucionar gran parte de sus problemas. Educación, educación y educación.


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