sábado, 8 de enero de 2011

No solo es la gran fiesta del consumo, en las rebajas hay algo más



Ruge la marabunta. Como si fuesen esas largas filas de hormigas que acostumbramos a ver cerca de los hormigueros, la calle Toro se nos ofrece en un ir y venir frenético de personas con bolsas en las manos. Primer día de rebajas y gran cantidad de gente, a mi me lo parece, acuden a la gran fiesta del consumo. El Corte Inglés comunica que durante todo el día han existido graves problemas por la saturación de los sistemas electrónicos de pago.

Último fin de semana antes de la vuelta a los colegios, los chicos y las chicas han quedado para realizar compras. Una calle peatonal de poco más de quinientos metros acoge a un gran número de comercios, entre los cuales, los del grupo Inditex son los mayoritarios. Al otro lado de la ciudad, El Corte Inglés y los centros comerciales cerrados ven como las escaleras mecánicas tampoco dan abasto en el fluir de la gente.

En esta mañana, la del día posterior a Reyes, tenía yo una especial curiosidad sobre la gran fiesta del consumo. Hay cosas que no cuadran. En mi último post incidía sobre un dato que me parecía de gran importancia, era la del crecimiento en el 2010, respecto al año 2009, en las remesas que los inmigrantes envian a sus países de origen. Se incrementaron en un 9% y eso, a pesar de que 120.000 inmigrantes han retornado definitivamente a su tierra. Llamaba la atención sobre los casos de subempleo que pudieran estar dándose y el peso que la economía sumergida ha de tener, sin duda, en estos momentos. Con posterioridad, hemos sabido que el desempleo ha disminuido algo, muy poco, entre los inmigrantes mientras ha crecido en los nacionales. Sin ser las cifras muy significativas si parece cierto que esa creación de empleo, mínima repito, merece una atención. Es posible que los empresarios hayan preferido contratar a inmigrantes o que los puestos de trabajo creados hayan sido en sectores y en profesiones rechazadas por los trabajadores autóctonos. Puede que las dos presunciones tengan su razón de ser. Ambas cosas suelen suceder en tiempos de crisis, pero conociendo el percal como presumo de conocerlo, he sido sindicalista durante cuarenta años, mucho me temo que en esta tendencia pueda haber algo muy parecido a las facilidades que algunos empresarios encuentran para infracontrataciones que acaban siendo, literalmente, una sobreexplotación de un colectivo indefenso.

Dicen biólogos y psicólogos que tras la compra impulsiva reside un mecanismo de recompensa en forma de dopamina que genera un bienestar transitorio. Sea así o lo contrario, la verdad es que Salamanca era ayer un auténtica fiesta consumista de la que pocos se veían libres. Creo conveniente mencionar que el nivel de paro en esta provincia es del 30%.

Los grandes almacenes, las franquicias y las tiendas de ropa registraban las habituales colas y el desorden de las prendas que una vez probadas eran abandonadas en cualquier lugar, añadía una tintura caótica en un escenario de empujones y manos que buscaban con afán los chollos del día.

La explicación a esta vorágine puede que sea la de que estemos anclados en una sociedad cada vez más dual e irreconciliable: La de los que aún tienen y la del veinte por ciento condenado en la marcha irremediable hacia la pauperización total. No obstante, incluso para estos últimos, las rebajas constituyen la única posibilidad de compra, en este caso de lo más esencial, que tienen a lo largo del año. Los que estaban comprando, algunos como posesos, pertenecen sin duda a la primera clase. De lo visto no hay nada que hubiera hecho pensar que estamos pasando por una de las crisis económica mas brutales acaecidas durante los últimos treinta años.

El primer día de rebajas es una fiesta y como tal era percibida por grupos de escolares que con treinta o cuarenta euros en los bolsillos recorrían las tiendas en compañía de amigos, comprando camisetas a tres euros y jerseys o pantalones a doce. Es la integración del acto de comprar en un nuevo contexto, más amplio aún, de socialización. Casi con el mismo sentido que suelen tener las comidas de grupo o clase cada vez que termina un trimestre. Un rito más de iniciación, el que corresponde a una sociedad consumista. En el pasado, los ritos iniciaticos consistían en ir a cazar con los mayores o en el transporte del agua desde el lejano pozo con las mujeres de la tribu mientras que ahora radica en la posibilidad de ir de compras, por vez primera, con los amigos.

Estaremos atentos a lo que estas rebajas hayan podido significar para la economía española. No se si alguna vez nos enteraremos de modo real sobre su importancia económica. Pocos cuentan la verdad, no obstante hay datos como el de las transacciones electrónicas y los flujos de caja de los bancos que algo podrán decirnos.

Ojalá (law šá lláh) que vayan bien las ventas. Hay empleos en juego, muchos, en las pequeñas tiendas y en las no tan pequeñas. Esta campaña significa para la mayoría la mitad de los resultados netos del año. Crucemos los dedos.



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