miércoles, 12 de enero de 2011

La mala hierba




La mala hierba crece cuando la tierra no se trata. Cualquier terreno con la suficiente humedad, expuesto a los vientos que trasladan las semillas perniciosas y sin un cuidado preventivo o sistemático es proclive a crear campos inmensos de mala hierba. Esta es fuerte, genéticamente muy dispuesta para propagarse y por esa razón acaba dominando allí donde se implanta o donde se la deja campar.

José María Izquierdo autor que mantiene un blog denominado El ojo izquierdo viene denunciando tanto en su blog como en una pequeña entradilla que tiene todos los días en la SER la labor de zapa diaria que realiza la mala hierba en nuestro país.

La desaparición de CNN+ ha dejado huérfano a este televidente. Cumplí mi promesa y abandoné tras muchos años de abonado el Canal Satélite Digital del grupo PRISA como castigo por su traición, por mostrar de un modo burdo lo que siempre fue: Una empresa dedicada como tantas otras a ganar dinero y por no haber sabido seguir con menos recursos y más modestamente la defensa de la democracia y sus métodos. Con el mando del televisor en la mano he podido comprobar hasta donde ha llegado la mala hierba. La eliminación de la única cadena progresista de noticias que había en el panorama español me ha permitido, desde el sillón de mi casa, conocer otros mundos informativos sin tener que contribuir a su financiación. He salido por VEO, Intereconomía, la 10, Popular, entre otras, y lo visto me ha sacudido de la modorra.

Miren ustedes, creo que es pertinente trazar un paralelismo entre lo que me ha pasado y lo que le ocurre a la izquierda gobernante de este país. Cegados en su propio discurso son incapaces de levantarse y mirar por la ventana como la mala hierba rodea la casa. Mas allá de esos matojos que la asedia y que la separa de su gente con la que no puede comunicarse por su ensimismamiento e incapacidad para salir de su discurso hay todo un campo que recorrer y cuidar, tarea esta a la que deliberadamente ha renunciado. El problema radica, tal como yo lo veo, en la existencia de una estructura que se ha revelado inservible. El problema no está en que tal o cual líder, o la suma de todos los líderes, hayan decidido una determinada política radicalmente contraria a la presentada en su día. No es esa la cuestión, todo es explicable en función de la credibilidad que nos merezca quien lo haga. Deberíamos dirigir, en cambio, nuestra mirada hacia las estructuras orgánicas que son a su vez cargos públicos. Ese y no otro es el partido real.

Aunque la organización se extienda más allá de lo que son los cargos solo es un recurso cotizante y como tal habría que verla. El partido, así contemplado, acaba siendo un organismo inerte, incapaz de salir fuera, de desbrozar la mala hierba y contactar nuevamente con su base social.

Carlos Carnicero, otro que al igual que Izquierdo llora continuamente ante el muro de las lamentaciones de la izquierda, viene a recoger en otro blog a la izquierda perdida. El paño de lágrimas se llama muy oportunamente Bitácora para náufragos de la izquierda. Ambos blogs proporcionan una especie de bálsamo que reconforta y al mismo tiempo resigna a tanto quiero, no sé o no puedo que pulula en la órbita de la izquierda. Vendrán tiempos mejores parecen decirse.

Nada de ello servirá. El instrumento partidario quedará, cuando pase todo esto, hecho unos zorros. De su seno saldrán nuevos líderes que no serán tan nuevos, son los mismos que miran por la ventana como crecen los hierbajos mientras respaldan de modo unánime lo que se viene haciendo. Esa es la realidad. Aquí señoras y señores no hay náufragos de la izquierda, los náufragos son rescatables, aquí lo que habita son los desahuciados de la izquierda. Me levanto, oteo el horizonte y nada hay que me permita mantener una pícola y descafeinada esperanza aunque esta se llame Massimo D´Alema o Romano Prodi.

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