viernes, 5 de marzo de 2010

El final de un modelo. Sobre la entrevista al profesor Sampedro


Ayer de mañana tuvimos ocasión de escuchar en el programa de J.R.Lucas al profesor y escritor José Luis Sampedro, desde sus noventa y tres años nos hablaba sobre el hoy en España, en el mundo y sobre que podríamos esperar de esta crisis. Nuestro compañero de RBS Paco Piniella también se hizo eco de estas manifestaciones en su blog.
Pocas veces tanta sensatez se puede condensar en el corto espacio de tiempo de veinticinco minutos, dignísimas y oportunas palabras de una persona en el ocaso de su vida. No voy a extenderme sobre sus comentarios, mejor que él nadie los puede decir, me quedo con el argumento central. Hay un cambio de época porque el capitalismo ha llegado a su fin. El sistema ha hecho ¡pum! No da más de sí, seguirá un tiempo con sus estertores pero ha llegado al final. En esto coincide con el profesor Santiago Niño, en el futuro habrá nuevas formas de dominación y los que vengan tendrán que prepararse para hacer frente a ese periodo, que quizás, algunos de nosotros no veamos, pero si nuestros descendientes.

Estas enseñanzas vienen muy bien porque en este país y casi siempre cuando las canas suelen poblar la cabeza funciona un mecanismo muy curioso; Se suele abrir el cajón de los residuos y es ahí donde acaban en muy poco tiempo personas, ilusiones, profesiones e ideas. Otra cosa no son esos ERES, mal llamados voluntarios, que ha enviado a magníficos profesionales a un retiro en bastantes ocasiones obligado.

Es difícil entender las cosas que nos están pasando para los que fuimos educados con otros códigos. Ojo, no quiero decir que fueran mejores que los actuales solo digo que son distintos. Crecimos, los de mi generación, en una selva de ilusiones, se consiguió recuperar para la vida y en el gusto por la vida algunas cosas que ahora la reacción y determinados políticos vienen eliminando a caballo de unas crisis que me preguntó, si no serán forzadas con el único objetivo de ir cargándose uno tras otro los derechos tan difícilmente conquistados. La banca, el poder, como en casi todos los casinos siempre gana. Existe un repliegue, un quitar las “debilidades” adquiridas por la ciudadanía en los sesenta, setenta, ochenta y primeros de los noventa.

Pérez Reverte, perdón, nuevamente pido perdón a los puristas de la izquierda, nos contaba hoy en el mismo programa, y a propósito de la presentación de su nueva novela, que dejó de ser periodista cuando vio que no era ese ya su tiempo, cuando se percató de que en los conflictos y en su primera línea, el periodista informaba con un teléfono por satélite en su mano de combates y movimientos. Él, que tenía que utilizar aquello tan antiguo del telex y hacía reportajes que no perdía su vigencia ni su actualidad hasta un mes después.

Cierto, luego más tarde nos enteramos de que al igual que en los mítines modernos, en la guerra del Golfo y de Irak los ataques y los movimientos de tropa se efectuaban cuando la CNN o la Fox conectaba en directo con sus corresponsales. El escritor comentaba a continuación que quiénes le enseñaron el oficio, sus maestros, habían nacido en el XIX.

A mi me pasa lo mismo. Cuando estudiaba el bachillerato en Larache a finales de los cincuenta, el director de los Hermanos Maristas, el hermano Matías, tendría una edad que nos indicaba claramente que su nacimiento habría que situarlo en el entorno de los finales del siglo XIX. Lo mismo ocurriría con el hermano Mauro, aquel navarro que llegando Junio, entre clase y clase, nos hablaba de los encierros de San Fermín.

Sampedro, al que recomiendo escuchar atentamente, llega a la siguiente conclusión: Nos encontramos en los albores de una época en el que el sistema de dirección consistiría en algo parecido a un “despotismo tecnificado” O sea, un grupo selecto que nos dirigirá en el futuro bajo las banderas de la competitividad y productividad creciente.

Reverte y Sampedro coincide en la necesidad de una medicina urgente para la sociedad española, esa medicina consiste en la educación, no solo para las nuevas generaciones, para los que estudian en la actualidad sino para el conjunto de la población. Este país necesita grandes dosis de formación y educación a todos los niveles.

El sistema de los partidos políticos ya ni atrae ni sirven para nada, es algo viejo, inútil, es el foro social, son las asociaciones, las plataformas nos dice el viejo profesor los nuevos cauces para la defensa y en algunos casos el cambio de las cosas.

Me produce inquietud la uniformidad. Me es lo mismo, los que acuden a las gradas de un estadio equipado con las mismas camisetas que los que juegan y los que asisten a ese mismo pabellón o estadio a la liturgia de respaldar ciegamente a su partido, a sus líderes hasta los límites a donde quieran conducirlos.

Se llegó hasta donde se llegó. El primer mandamiento del civismo, de la independencia personal es hoy el escepticismo, cuando no el cinismo filosófico y a partir de aquí, solo cabe no la organización, si no la coordinación y el trabajo conjunto de los que piensan igual sobre un determinado tema o tratan de resolver un problema. Desde la libertad, que no desde la uniformidad y en torno a una serie de objetivos concretos. Grupos, masas no estandarizadas, flexibles en función de objetivos y circunstancias.

A estas alturas y visto lo visto, pienso que esa es la única vía posible para poder construir el futuro, un futuro en el que se pueda hacer frente a ese “despotismo tecnificado” instalado hoy de modo incipiente en los partidos y sindicatos y con mas crudeza, posiblemente, en el futuro. Son muchos años de engaño, del mal menor, del oportunismo político, de vender mercancías falsas para seguir en una infernal rueca que conduce a este país de modo irremediable hacia la pauperización moral y material.



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