lunes, 15 de noviembre de 2010

La cuestión saharaui (II)


Anverso y reverso de una moneda. Una misma moneda y en cada cara una actuación distinta. Falsas ambas, falsa moneda como se decía antes en relación a los duros de chocolate, brillante por fuera y huecos por dentro.

Ruboriza ver a González Pons, conveniencia y oportunismo, en la cabecera de una manifestación que exige la libre autodeterminación del pueblo saharaui y la condena del gobierno marroquí por los sucesos de El Aaiún. El Partido Popular sigue con el gobierno marroquí una estrategia que no obedece a los intereses de la seguridad en España, del gran capital, ni a los equilibrios geoestratégicos frente al islamismo excluyente o violento. En esto incumple la directriz máxima de los gobiernos de la derecha en todo el mundo. La posición del Partido Popular en relación con Marruecos va mucho más allá de la simple diferenciación con el gobierno del PSOE. Por ello, inquieta y nutre de incógnitas sobre cual sería, una vez en el gobierno, su escenario final. Es un partido que quiere desmoronar, en una infantil pretensión, la posición preferente de Marruecos en la UE en relación a la exportación de productos hortofrutícolas. El PP quiere proteger a sus bases y votos en Almería, Murcia y la Comunidad Valenciana parte muy importante de su mayoría y por eso mantiene el grado de beligerancia, irracional desde la derecha y desde el neoliberalismo globalizador, con Marruecos. Es el partido de la derecha menestral y el caciquismo. Hasta ahí llega su pretensión propia de una derecha provinciana en la vuelta al XIX. Retorno a la política de sacristía y de casino.

He preferido escuchar en la SER a la ministra de Asuntos Exteriores en su primera explicación sobre la política seguida en el conflicto saharaui antes de escribir esta segunda parte. Mí opinión sobre la ministra ya la di en la primera parte de este artículo. Ni el gobierno ni la ministra me ofrecen garantías con su política sobre el norte de África. Como socialista siento vergüenza por la demagogia, la mentira y el cinismo que han empleado. Jiménez es una muy cualificada representante al servicio de la diplomacia del capital internacional. Ha sido hasta hace muy poco miembro de la Trilateral (desde que es ministra de Asuntos Exteriores ha desaparecido de la lista de miembros de una organización en la que figuran representantes de todas las grandes empresas y en la que ella ha sido uno de los ocho miembros españoles desde el año 2001), y pienso, lo pienso yo, que está en Exteriores como premio a su obediencia y previa petición formulada por ella misma a Zapatero como pago a sus servicios. Se trataría por su parte de consolidar un futuro personal cuando acabe sus funciones en el gobierno. Tal como lo pienso lo digo. Enviar a Moratinos para tratar el asunto es todo un síntoma.

Anverso y reverso de una falsa moneda. Falso el amor que siente el Partido Popular por el pueblo saharaui. Falsa, tremendamente falsa todas y cada una de las aseveraciones de Jiménez sobre la defensa de los postulados saharauis. Indignan esas manifestaciones que tratan de tomar por tontos a los saharauis y a la izquierda de este país. El Gobierno, y Zapatero antes, vienen trabajando denodadamente a favor de las tesis marroquíes sobre el Sahara desde el año 2000.

Desde este blog se ha defendido siempre unas buenas relaciones con Marruecos. Son fundamentales para la seguridad de nuestras fronteras y son también, muy importantes para nuestra seguridad interna. Marruecos actúa como gendarme frente al extremismo islámico y por eso es el aliado preferido de la UE, Estados Unidos y Francia. Esa realidad no puede ni debe ser desconocida para ninguna persona mínimamente formada. Sin embargo, el gobierno debería ser consciente de que la ciudadanía sabe al igual que ellos, que la actitud de Marruecos con España es la de ejercer un progresivo chantaje y nuestro continuo ninguneo en su privilegiada relación con Francia, Estados Unidos y la Unión Europea. El manejo oportuno del pedal de la presión en la inmigración ilegal, el tráfico de drogas y las actitudes de incordio constante en Ceuta y Melilla hacen que el Gobierno Español tenga una actitud de complicidad y silencio sobre las tropelías cometidas en el Sahara, a lo que habría que sumar para mayor indignidad la constante entrega de facilidades en las relaciones bilaterales. ¿Recuerdan haber leído lo que ocurría en las costas españolas del sur y levante entre los siglos diecisiete y diecinueve? Pues ahora pasa lo mismo aunque sin sangre y sin la resistencia que en otro tiempo hubo.

Duele por eso el entreguismo que se ejerce en un doble marco; El que hace referencia al ejercicio de la soberanía y el que toca las ideas, porque las ideas de libertad, del reconocimiento de los derechos humanos esenciales y el de la paz no es algo que deba de ser entregado o ignorado por parte de un gobierno que se autodenomina socialista.

España mantiene relaciones comerciales con Marruecos con un superávit cercano a los mil millones de euros. Es el sexto país del mundo en ventas de armas y este gobierno incumple reiteradamente la ley sobre comercio exterior de armas aprobada por las Cortes en 2007 que el mismo propuso. Una ley que impide vender material de defensa y policial a los países que lo empleen en su territorio y no reconozcan los derechos democráticos. Ha suministrado material de defensa, armas de diverso tipo y material antidisturbios a Marruecos por valor de 100 millones de euros en 2009. Un material que es empleado en el Sahara y con los saharauis. Por eso da vergüenza el cinismo de la ministra que supongo, porque no hay desmentido por medio, lo es de todo el gobierno.
La política española circula, mas de lo tolerable, a lomo de monedas falsas, monedas de chocolate. Cinismo y marketing político van de la mano. Las militancias y parte del electorado suelen atender a lo accesorio, en lo que algunos quieren mostrar. Sin embargo, cierto es que los políticos de este país cada vez engañan a menos, aunque en ese largo camino hacia la abstención generalizada acabe perdiendo, como casi siempre, el pueblo español. Ese es en realidad el gran problema.

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