martes, 19 de octubre de 2010

Una sociedad narcotizada





Es el tercer post que publico influenciado por la “cuestión francesa” Me asombra la capacidad de lucha de la sociedad francesa en su conjunto (71% de rechazo a las políticas liberales) y el sentido de la organización y la planificación que tienen los sindicatos franceses.

No paro de preguntarme, a falta de estudios sobre el asunto, que es lo que viene ocurriendo en la sociedad española. En el reciente pasado, estos últimos años, hemos venido recibiendo señales que nos avisaban de la paulatina quiebra de la cohesión interna así como de la incapacidad que como pueblo teníamos para sostener un proyecto común. Con las propuestas del gobierno en materia económica y el nivel de contestación práctica a las mismas hemos sido más conscientes, aún, de la situación.

Los sindicatos sabían ya en Mayo, que una respuesta contundente a las iniciativas del gobierno no era posible, dado el desarme general de los trabajadores como el de las otras fuerzas de la izquierda real. Retrasar la convocatoria de huelga era lo único coherente ante esa carencia. Esperar una negociación de última hora, un brote de fortuna, un intercambio de cromos en la trastienda que salvara algunos muebles. Algo, un rayo de esperanza en esos casi cuatro meses con el objeto de facilitar una desconvocatoria de la huelga era en realidad la estrategia.

Las huelgas francesas sitúan a nuestros sindicatos - no son los únicos culpables - ante el espejo de su incompetencia.

Una sociedad resignada, derrotada de antemano, una sociedad en la que nadie se fía de nadie, en la que es perceptible el individualismo más rampante; Los votantes del Partido Popular rechazan a Rajoy, los del PSOE no quieren ni oír hablar de Zapatero. Ambos, se relamen sus heridas en los festivales-mitin que convocan para que los suyos les ofrezcan el sueño de ser queridos. Son los únicos que a estas alturas les jalean. El tuerto viene ganando al ciego pero en ese ganar los méritos propios son ausentes, es el odio al otro lo que prevalece.

El CIS nos informa periódicamente sobre los demonios de los españoles. Ese conocimiento toma forma en un listado de preocupaciones. Es como la analítica que marca el dolo de una sociedad enferma y ahí, sin exclusión, estamos reflejados todos, desde el españolito de a pie, hasta la justicia, pasando por la Iglesia Católica y los periodistas.

Pero, ¿Hasta que punto los españoles se miran detenidamente en el espejo de su propia incompetencia para mantener un proyecto común? ¿Sienten los españoles la necesidad de ese proyecto con la que ayudarse ellos y a sus descendientes para vivir en un país mejor? No hay salvación colectiva, la salvación se percibe en la vía de lo individual y ahí radica en gran parte nuestro problema. Problema agravado, sin duda, por circunstancias sobrevenidas en la articulación del Estado y la mecánica electoral que pone día tras día, gobierne quien gobierne, nuevos palos en las ruedas del Estado y que condena a los partidos mayoritarios a estar de modo continuo bajo los cascos de los partidos nacionalistas.

Es en este caldo de cultivo donde avanza sin obstáculos la ideología de la derecha. Nunca antes las ideas procedentes de la izquierda, la de los partidos de izquierda y la de los sindicatos han sido tan cuestionadas por la sociedad española. La máquina de la propaganda de las ideas conservadoras, muy al contrario de lo que ocurre en Francia, lo arrasa todo. Es habitual encontrarse con diagnósticos que tratan de dar una explicación “cientifica”. Se echa mano del carácter cíclico de las modas políticas, el desgaste del gobierno de turno e invocan que siempre habrá un Prestige o una metedura de pata como la de la Guerra de Irak que salvará la situación en el plazo de unos años. Pero con esta reflexión no quiero referirme al simple cambio de gobierno o de la mayoría parlamentaria. Es otra cosa, pienso simplemente en las ideas.

Son las ideas las que han de mover las políticas con apellido y esto, parece que se ha olvidado desde la izquierda. La derecha sigue confiando en sus ideas y la izquierda transita por el mismo espacio manteniendo o tratando de mantener un verbo de izquierda.

Esta mañana he oído en la radio a los dos portavoces de economía del Congreso de los Diputados, uno el del PSOE y otro el del PP, los comentaristas certeramente señalaron que ninguno de los dos respondían a la ideología que dicen tener. Marugán era aquí un aventajado alumno de la escuela de Chicago y Nadal, un consumado keynesiano. Si ellos están así como quieren que estemos los que vamos de infantería.

A la sociedad española todos, sin distinción, la han sometido a un profundo lavado de conciencia. Se le ha dado la vuelta como a un calcetín, le han cambiado sus referentes. España es una sociedad narcotizada en la que los medios de comunicación, los líderes de opinión y los partidos políticos mayoritarios opositan para establecer una nueva sociedad, muy alejada de aquellos postulados que cambiaron a mediados de los setenta a este país.

Hemos vuelto a lo chabacano, a la pandereta, al patio de vecinos que esta vez es mas amplio y catódico, al Faria y al Veterano. A las tardes de toros auspiciadas y alentadas, también por rojillos que antes cantaban no se que cosas que nos hacían vibrar. A los partidos de fútbol a las cinco de la tarde, al Marca y el AS. Fue un breve paseo por la modernidad hasta que unos aprovechados, en nuestro nombre, nos devolvieron allá por principios de los noventa a nuestras esencias patrias. Eso sí, ahora vamos vestidos de Armani y D&G aunque sea de mercadillo. Con una salvedad, a diferencia de antes, ya no tenemos a la juventud.

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