domingo, 2 de mayo de 2010

El caso griego y España





No hay comparación posible entre España y Grecia. Por cualquier medio se oye este sonsonete. Pues nada, estemos tranquilos. A nosotros no nos va a tocar el que los funcionarios se queden sin las dos pagas extras durante los tres próximos años, ni que el IVA suba hasta el 23%. Tampoco. Tampoco se rebajaran nuestras misérrimas pensiones. Sáez el consejero delegado del Banco de Santander podrá percibir cuando se jubile sus ochenta y tantos millones de euros, bueno, a él no creo que le toquen, a tanto no se atreverían, tocarían mi pensión, la de mi madre y la de mi cuñado. ¿Pero… de qué me quejo? Si eso es lo normal, ya lo decía Rubén Blades; “Si naciste para martillo del cielo te caen los clavos… sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas…” También nos libraremos de la subida de los carburantes y bebidas alcohólicas por la que los pobres griegos pagarán un 10% más, ni siquiera ese vaso de ouzo con el que ahogar las penas, Nosotros podremos seguir echando el trago sin que tengamos que pedir un crédito para ello.

La clave, la clave de bóveda que diría el bueno de Cándido, Méndez por supuesto, es que no hay comparación posible con Grecia. Nuestro deber de españoles y de gente de izquierda es creer en Salgado, Campa y en todos los pagados con el presupuesto del déficit, incluido Zapatero, Pajín y Blanco. Después de todo, siempre nos han dicho la verdad. Desde que estalló este maldito embrollo con el que tengo una fijación especial, no he parado de hacerles caso. Viví la desaceleración, el estancamiento y esto otro que no se como se llama. Siempre les hice caso, a ellos y a todos los corifeos que como papagayos comentan lo que cada día reciben en su móvil o correo electrónico. Ellos saben, ellos se preocupan y ellos se desvelan por nosotros, solo nos piden que les hagamos caso. Por lo tanto, España nunca será como Grecia y a nosotros, los españoles, no nos pasará lo que a esos manirrotos de griegos.

Repiten y repiten datos económicos yo los miro y remiro, cojo la calculadora y elaboro ratios y porcentajes. Los datos de la contabilidad nacional no tienen secretos para mí me los bebo como el primer café de la mañana. Desde luego no somos como Grecia, no estamos como Grecia. Ahora no estamos como Grecia pero en mi oído izquierdo siempre algo o alguien me acaba soplando eso de, “Espera al 31 de Diciembre, espera a que se cumpla el plazo y tengan que ir abonando mes tras mes…”

Vivir con el ángel bueno cerca del oído derecho y con el ángel malo del izquierdo tiene esas cosas. A mí siempre me llega más lo que me dicen en el oído izquierdo que en el derecho. Debería de ser sincero y decirles que hace ya algunos años en que me quedé sordo del oído derecho por una infección galopante, parálisis facial incluida, mi audición por ese canal se cerró en Nieupoort en el curso aquel en que sindicalistas de varios países asistímos en el lejano año de 1986. Tras un viaje de urgencia un cirujano decidió mediante un mecanismo clínico llamado timpanoplastia clausurar esa vía. Desde entonces, lo que por sentido común no entra, lo desvío automáticamente hacia ese oído derecho. Los biógrafos dicen de Bheetoven que su sordera progresiva le arruinó el carácter, a mi debe de pasarme algo similar, aunque de ello no estoy muy seguro. Lo que de verdad me arruina el carácter es la tomadura de pelo hacia todos, en la que algunos incurren de modo constante.

Bueno, da lo mismo, lo que me sucede en verdad es que no me creo ni una papa el que una experiencia similar a la griega no vaya a ocurrir aquí en mayor o en menor medida. De ocurrir les juro o prometo, para el caso es igual, que estos capullos me van a oír. Me van a oír en el gobierno, en la oposición y en los partidos que lo amparan, o en los sindicatos que callan, en las oposiciones internas a ambos que solo tienen de oposición la etiqueta y que solo esperan, en lo individual, entrar en el oficialismo.

A mi edad, tras tanta tomadura de pelo y abandono de políticas y principios, no estaría dispuesto el ver ahora a un Zapatero lloriqueante por televisión igual que he visto a Papandreu. No después de haber inyectado al sistema crediticio miles de millones de euros, de haber saneado empresas que directivos han llevado a la bancarrota, de haber colaborado a que otros se puedan sentar en consejos de administración, de no tocar la fiscalidad de los que se lo llevan crudo. Sería demasiado. Vuelvo a repetir lo de siempre, hay que tomar medidas, la situación no admite demoras, pero no con los de siempre.

Leer más...

El caso griego y España





No hay comparación posible entre España y Grecia. Por cualquier medio se oye este sonsonete. Pues nada, estemos tranquilos. A nosotros no nos va a tocar el que los funcionarios se queden sin las dos pagas extras durante los tres próximos años, ni que el IVA suba hasta el 23%. Tampoco. Tampoco se rebajaran nuestras misérrimas pensiones. Sáez el consejero delegado del Banco de Santander podrá percibir cuando se jubile sus ochenta y tantos millones de euros, bueno, a él no creo que le toquen, a tanto no se atreverían, tocarían mi pensión, la de mi madre y la de mi cuñado. ¿Pero… de qué me quejo? Si eso es lo normal, ya lo decía Rubén Blades; “Si naciste para martillo del cielo te caen los clavos… sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas…” También nos libraremos de la subida de los carburantes y bebidas alcohólicas por la que los pobres griegos pagarán un 10% más, ni siquiera ese vaso de ouzo con el que ahogar las penas, Nosotros podremos seguir echando el trago sin que tengamos que pedir un crédito para ello.

La clave, la clave de bóveda que diría el bueno de Cándido, Méndez por supuesto, es que no hay comparación posible con Grecia. Nuestro deber de españoles y de gente de izquierda es creer en Salgado, Campa y en todos los pagados con el presupuesto del déficit, incluido Zapatero, Pajín y Blanco. Después de todo, siempre nos han dicho la verdad. Desde que estalló este maldito embrollo con el que tengo una fijación especial, no he parado de hacerles caso. Viví la desaceleración, el estancamiento y esto otro que no se como se llama. Siempre les hice caso, a ellos y a todos los corifeos que como papagayos comentan lo que cada día reciben en su móvil o correo electrónico. Ellos saben, ellos se preocupan y ellos se desvelan por nosotros, solo nos piden que les hagamos caso. Por lo tanto, España nunca será como Grecia y a nosotros, los españoles, no nos pasará lo que a esos manirrotos de griegos.

Repiten y repiten datos económicos yo los miro y remiro, cojo la calculadora y elaboro ratios y porcentajes. Los datos de la contabilidad nacional no tienen secretos para mí me los bebo como el primer café de la mañana. Desde luego no somos como Grecia, no estamos como Grecia. Ahora no estamos como Grecia pero en mi oído izquierdo siempre algo o alguien me acaba soplando eso de, “Espera al 31 de Diciembre, espera a que se cumpla el plazo y tengan que ir abonando mes tras mes…”

Vivir con el ángel bueno cerca del oído derecho y con el ángel malo del izquierdo tiene esas cosas. A mí siempre me llega más lo que me dicen en el oído izquierdo que en el derecho. Debería de ser sincero y decirles que hace ya algunos años en que me quedé sordo del oído derecho por una infección galopante, parálisis facial incluida, mi audición por ese canal se cerró en Nieupoort en el curso aquel en que sindicalistas de varios países asistímos en el lejano año de 1986. Tras un viaje de urgencia un cirujano decidió mediante un mecanismo clínico llamado timpanoplastia clausurar esa vía. Desde entonces, lo que por sentido común no entra, lo desvío automáticamente hacia ese oído derecho. Los biógrafos dicen de Bheetoven que su sordera progresiva le arruinó el carácter, a mi debe de pasarme algo similar, aunque de ello no estoy muy seguro. Lo que de verdad me arruina el carácter es la tomadura de pelo hacia todos, en la que algunos incurren de modo constante.

Bueno, da lo mismo, lo que me sucede en verdad es que no me creo ni una papa el que una experiencia similar a la griega no vaya a ocurrir aquí en mayor o en menor medida. De ocurrir les juro o prometo, para el caso es igual, que estos capullos me van a oír. Me van a oír en el gobierno, en la oposición y en los partidos que lo amparan, o en los sindicatos que callan, en las oposiciones internas a ambos que solo tienen de oposición la etiqueta y que solo esperan, en lo individual, entrar en el oficialismo.

A mi edad, tras tanta tomadura de pelo y abandono de políticas y principios, no estaría dispuesto el ver ahora a un Zapatero lloriqueante por televisión igual que he visto a Papandreu. No después de haber inyectado al sistema crediticio miles de millones de euros, de haber saneado empresas que directivos han llevado a la bancarrota, de haber colaborado a que otros se puedan sentar en consejos de administración, de no tocar la fiscalidad de los que se lo llevan crudo. Sería demasiado. Vuelvo a repetir lo de siempre, hay que tomar medidas, la situación no admite demoras, pero no con los de siempre.

Leer más...