lunes, 14 de septiembre de 2009

Over the rainbow

Para los desesperados, los parados, los que cada día se enfrentan al muro, para los solitarios, los que tienen que callar, para los que son callados, para los que cada día que pasa es una tortura mas, para los amigos, los que sienten nostalgia del pasado, para los solitarios, para los que esperan el día en el que las cosas cambien.


Judy Garland cantó en El Mago de Oz esta bellísima canción. La versión que inserto la canta Israel Kamakawiwo´ole artista hawaiano ya fallecido.


Os apunto la letra,



Cuando el mundo entero
Es una confusión irreparable
Y las gotas de lluvia
Caen por todas partes
El Cielo abre un sendero mágico ...

Cuando todas las nubes
Oscurecen el firmamento
Aparece el camino del arco iris
Para que lo encuentres
Conduciéndote desde tu ventana
Hacia un lugar detrás del sol
Unos pasos más allá de la lluvia ...

En algún lugar, sobre el arco iris
Muy en lo alto
Existe una tierra que soñé
Una vez en una canción de cuna.


En algún lugar, sobre el arco iris
Los cielos son azules
Y todos los sueños
Que te animas a soñar
Se hacen realidad.


Algún día desearé una estrella
Y despertaré
Donde las nubes están
Detrás mío
Donde las risas caen
Como gotas de limón
Por encima de las chimeneas
Allí es dónde me hallarás ...

En algún lugar, sobre el arco iris
Los cielos son azules
Y todos los sueños
Que te animas a soñar
Se hacen realidad.


Si los pajaritos felices vuelan
Más allá del arco iris
¿Por qué, oh, no puedo hacer lo yo?


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Obama vs. Zapatero (1)




Bajo el influjo aún, del vigoroso discurso de Obama ante las dos cámaras de Estados Unidos, es difícil el que me pueda sustraer a una comparación con lo que Rodríguez Zapatero hizo en el debate sobre política económica en el Congreso de los Diputados. Ambos discursos fueron casi simultáneos en el tiempo, por lo que la relación entre ambos no hay que buscarla, se encuentra.

Vuelvo a insistir en lo que he comentado en varias de mis entradas siempre que dedico una reflexión a la política de los Estados Unidos. Si desde una perspectiva de izquierda examinamos lo que allí ocurre, encontraremos muchas carencias. No cabe, desde luego, definir a Obama como un político de izquierda a la usanza europea.


Sin embargo, no se puede menospreciar el cambio que supone en la política estadounidense. Ser de izquierda, entre otras cosas, significa cambiar determinado rumbo hacia horizontes de mas libertad, más justicia y más igualdad. La profundidad de esos cambios puede llegar a concretar el ser más o menos de izquierda.

El discurso de Obama nos deja por lo tanto la firme determinación de un estadista en una aspiración concreta: Extender la cobertura sanitaria al conjunto de la población con los límites que la realidad política americana y la correlación de fuerzas puede, en cada momento, permitir.

No me quedo en el contenido en este caso. Quiero, en cambio, referirme en la entrada en la actitud, si se quiere, a la puesta en escena, aspecto este capital para un político en democracia.

Obama no habló para las dos cámaras allí reunidas. Obama habló directamente con el pueblo. Convencer a los congresistas y senadores no precisa de discursos en el Capitolio si no de complicados ejercicios negociadores.

El discurso de Obama es el discurso de un líder, de un estadista y por eso, entronca con esos gobernantes, de izquierda o de derecha, que han sabido mover a sus pueblos en la última mitad del pasado siglo. Me refiero a Churchill, De Gaulle, Adenauer, Brandt, Kennedy, Felipe etc.

El presidente americano habla al pueblo, tratando de contagiarle en una idea, en un entusiasmo por una labor que no entiende cómo propia, sino colectiva. Llama a sus conciudadanos en una dirección, utilizando el lenguaje que entienden, salpicando su discurso de ejemplos concretos, de situaciones vividas por compatriotas y llegado el caso, que llegó, llamando a las cosas por su nombre, no solo a los obstruccionistas republicanos sino a la práctica abusiva de las compañías aseguradoras. No tuvo, en definitiva, la necesidad de ser políticamente correcto. Un modo de hablar claro, llamando a las cosas por su nombre en un momento en el que las medias verdades no son siempre deseables.

Este mundo anda huérfanos de líderes, de “corazones ardientes” decía Camus, de personas que llamen a una ilusión colectiva y que a su vez, sepan hacerlo.

Un día antes o después, no lo se exactamente, Zapatero compareció en el Con
greso. El discurso de Zapatero tuvo el valor de ser mas claro que en ocasiones anteriores. Defendió la necesidad de combatir el déficit público mediante el incremento de la recaudación, aunque contradijo posiciones anteriores en el fondo, su discurso fue algo más elaborado. Ciertamente no definió de modo exacto de donde sacaría los casi 20.000 millones de euros precisos para el año 2010. Factor este que definirá la profundidad de su política de izquierda. Hay una especial prevención en modular bien este incremento impositivo; No se puede gravar en exceso a la economía productiva porque se encuentra en una situación delicada. El gravamen excesivo sobre las empresas se traduciría en un mayor reajuste en el empleo, la subida desmesurada de los impuestos indirectos conllevaría un freno en el consumo y posiblemente en un futuro muy cercano, al aumento de la inflación con sus clásicas repercusiones en el coste del dinero, hipotecas y poder adquisitivo. El incremento del impuesto sobre las rentas del capital, si no se aborda los impuestos sobre las SICAV y las grandes fortunas, resolvería muy poco dada la escasa entidad de lo recaudado en este apartado

Continua en (2)

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Obama vs. Zapatero (2)

Pero no quería hablar del contenido del discurso de Zapatero que en el fondo es compartible desde la izquierda en su matriz argumental: Subir los impuestos para seguir haciendo economía productiva y sostener el estado del bienestar. Quería referirme, sobre todo, a su puesta en escena.

El presidente, no fue capaz de transmitir una convicción al conjunto del país. Su tono monocorde, titubeante, nervioso y siempre sospechoso, en su modo de expresión, improvisado, no es lo que ahora necesita el pueblo español.


Un componente esencial en política es la credibilidad. Esta se pone en cuestión cuan do existen discursos de diversos dirigentes sobre un mismo tema que no coinciden entre sí. A veces, incluso son contradictorios. Esa credibilidad también se pone en tela de juicio cuando se dan los problemas y las soluciones a cuentagotas, mientras que la realidad va calando en cada uno de nosotros en las opiniones de los expertos. Hemos conocido cada una de las fases de la actual crisis por otras vías en tanto que el gobierno decía, a veces, lo contrario.

Nuestra sociedad es una sociedad interconectada, no hace falta el gobierno para saber como marchamos, porque esa realidad nos llega a casa por múltiples caminos. En términos generales, la población ha incrementado su conocimiento sobre la economía y la política ,siempre en relación con lo que ocurría hace algunos años.

El gobierno, en muchas de sus aseveraciones, se ha visto desbordado, superado por los acontecimientos, de ahí, que demasiadas veces haya tenido que rectificar sus posiciones iniciales para luego, tornar hacia lo que otros habían dicho con anterioridad.

Rodríguez Zapatero en sus reflexiones ha de concluir que las cosas han cambiado, que el saber económico y político se ha ampliado, que los medios de conocimiento alcanzan a mayor número de personas y que este pueblo se encuentra ansioso de ser liderado hacia la superación de la crisis.

De esta situación económica solo se sale mediante una acción colectiva, y las acciones colectivas, precisan de diagnósticos acertados, propuestas solidarias, discursos veraces y grandes dosis de liderazgo.

Soy consciente de que hay cosas que no se les puede pedir a determinadas personas. Como he dicho en alguna ocasión que otra, Zapatero es una persona muy preocupada por la justicia social y la igualdad. Creo que ningún otro gobernante socialista ha tenido el nivel de preocupación que él tiene por estas materias, pero eso no es suficiente.

Zapatero en esencia es un orgánico, un aparatchik que ha ascendido a la máxima responsabilidad por un proceso de eliminación, pero no es un estadista. Zapatero contempla al país como si fuese el partido. No elige a los mejores, elige a los más fieles y trata de sustituir de modo sistemático a aquellos que le puede hacer sombra en el futuro. Así no se construye un partido y así no se construye un país. Necesitamos tanto en el uno como en el otro, a los mejores.

El PSOE y el país precisa del ejercicio de un líderazgo que nos conduzca hacia una tercera revolución o cambio. Hubo una primera revolución que trajo la democracia, un segundo cambio consistió en las iniciativas propiciadas por los gobiernos González y el tercer cambio o revolución, depende de su intensidad, debería de ser el que nos acerque, mediante la solución de los grandes temas pendientes; Cohesión del estado, reforma de la administración, educación y el cambio del modelo productivo, a ser como los grandes países de Europa.

Mientras esto no ocurra seguiremos sumidos en la mas completa vulgaridad , en la banalización extrema de la política, servida unas veces por el gobierno y siempre por la oposición. Soy de los que creo que nos merecemos otro modo de hacer política.



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