viernes, 11 de junio de 2010

Después de la batalla




Ver las caras y percibir el tono con el que las palabras son pronunciadas no es algo definitorio, pero suele ser suficiente para que más allá de los significados podamos percibir cual puede ser el cuadro final.

Ayer González acudió a sostener el gobierno. En un segundo plano quedó lo que se conmemoraba. Era de esperar, bajo la imagen del fundador se trataba de cerrar una fractura poco perceptible a ojos ajenos, entre el PSOE que fue, y el que Zapatero ha querido construir.

En el acto retransmitido por CNN+, atentos a este dato, se evidenció la tremenda distancia entre las palabras de uno y las del otro. A la soltura del viejo dirigente correspondía el tópico borboteo del nuevo. Los aplausos arrancados por el “Gran Vendedor” entre los asistentes, empequeñecía al Presidente, que solo pudo dar una tímida respuesta en ese cara a cara cuando hizo referencia a los parlamentarios socialistas asesinados por ETA. Hoy Azpiolea habla en El País de una bienvenida al club refiriéndose, a la nueva disposición de Zapatero. ¿De qué club habla Azpiolea? Es evidente que el periodista se refiere al reintegro de Zapatero y su política al socialiberalismo que fue la seña de identidad de los gobiernos de Felipe González. Vuelta al posibilismo y vuelta a la ortodoxia. Una ortodoxia sumamente querida por el grupo PRISA.

Eso no quiere decir que Zapatero haya estado todo este tiempo extramuros, o que haya sido un peligroso revolucionario o sea un socialdemócrata al uso. Nunca ha sido nada de eso, él gobernaba con encuestas y tratando de contentar a todos fuera de su partido. Su ideología era el poder, pero solo se puede tener como ideología el deseo de poder cuando tienes algo que repartir o posibilidades de hacerlo en un futuro, pero eso, se acabó. Es lo que no supo ver y de ahí la profundidad de la crisis española.

Felipe es otra cosa. Es un encantador de serpientes capaz, entre los suyos, de vender cualquier política diseñada por Friedman o Den Xiao Ping como progresista o socialdemócrata. Es un líder poseedor de un carisma fuera de toda duda y ha sido, si no el más valiente de los presidentes de la democracia española, título reservado sin ningún género de duda a Suárez, si el más capacitado, independientemente de que se pudiera compartir con él todo lo que hizo.

Un Zapatero ahogado ha tenido que recurrir a la vieja guardia, no le va a salir barato, para que sirva de altavoz, proporcione argumentos y dé la batalla ante la opinión pública y eso, debido a que en el partido no ha quedado nadie, el se ha encargado de fulminar cualquier elemnto válido, con capacidad para realizar esta tarea. Tal es el desierto que ha creado en tan solo seis años.

Del otro lado, quedan los derrotados. Méndez en Soria, estupenda alegoría la que ha escogido, se lame de sus heridas. Lo mismo podía estar en Soria que saliendo por las puertas de Granada camino de su exilio a Las Alpujarras, tal y como hizo Boabdil. Pero ese no es el tema ahora, estos sindicatos no valen para la nueva época pero no valen porque sus estructuras y su modelo de gestión, no algunas de sus propuestas, han caído en el clientelismo y en un determinado “modus vivendi”. Han olvidado sus fundamentos, que no son la defensa del ejercicio a libre sexualidad, el feminismo, la formación, la defensa del emigrante, la dependencia o cualquier otra excusa de los últimos tiempos. Esa omnipresencia en otros ámbitos, ha perjudicado notablemente al sindicalismo, existen asociaciones sectoriales que se dedican a estas cuestiones merecen nuestro apoyo pero nuestro huerto, en cuanto que sindicalistas es otro, y no debería de haber sido la actividad principal. A todo esto se le llamó de modo grandilocuente “Nuevo Sindicalismo”. Mientras eso sucedía, la acción sindical en las empresas y la atención a los parados declinaba o simplemente no existía. Poca gente queda en los sindicatos mayoritarios que puedan defender esas opciones.

Cojamos una baraja, cojamos cualquier palo de la misma desde el uno hasta al doce. Cualquiera en esa baraja se considera progresista, el que adapta tanto el uno como el que lo hace con doce. Eso permite decir a Felipe que sus movimientos en pos del Uno es progresista porque parte del cero que es la derecha pura y dura. Así es fácil. Definir lo que uno debe de hacer, las breves pinceladas de rojo, naranja o rosa en función de que el otro no da pinceladas o se empeña en pintar de negro o azul su cuadro no significa necesariamente que esas propuestas sean progresistas sobre todo cuando existen otras políticas que tienden, casi siempre en el campo económico, a lo cotrario.

Hay revolucionarios, los franceses lo fueron en 1789, que quisieron un cambio de sociedad que aún hoy no ha sido lograda y eran revolucionarios, la revolución requiere de mucho tiempo. Los socialdemócratas pretendían alcanzar lo mismo que los comunistas pero en el seno de una sociedad en el que el ejercicio de las libertades burguesas era condición indispensable. De su proyecto sabían que podría agotar generaciones. Los socialiberales son derecha con lenguaje, hábitos y parafernalia de izquierda con ellos la meta de una sociedad justa se pierde en el horizonte infinito.

Esta crisis es el final del capitalismo, es la entrada en el postcapitalismo. El capitalismo se muere como forma de explotación de hombres y recursos en el entorno de la economía productiva. Lo que marca el fin de ese capitalismo es el trinufo de la acumulación con la economía financiera. Es esta la que da las rentabilidades que el capital considera necesaria. La economía financiera es un nuevo mecanismo de explotación frente al cual los gobiernos se encuentran desarmados, porque ha tocado el corazón del sistema democrático; La independencia y la soberanía. Eres esclavo de aquel al que debes y solo te queda seguir sus designios. Te debes al mercado. Felipe dijo ayer; “ … en aquel dramático congreso del ochenta yo elegí frente a otra opción una sociedad de mercado”

Immanuel Wallerstein considera el actual ciclo del capitalismo como la última parte de la fase descendente de Kondratieff iniciada en los finales del siglo XV y augura una gran etapa deflaccionista previa a la finalización de la onda en un proceso de crisis terminal del capitalismo, Niño Becerra en España también se abona a esta tesis desde la perspectiva de la economía. El final del capitalismo no va a significar el final del sistema de explotación del hombre por el hombre, nada de eso, será otra cosa. Naisbitt en sus Megatendencias daba pistas sobre un gobierno mundial llevado a cabo por corporaciones económicas, algo de eso estamos viendo ya sin que sepamos cuales son sus nombres o caras. Numerosas películas de ciencia ficción nos han mostrado ya el funcionamiento de las sociedades de ese tipo.

Hay tímidos intentos de acabar con ese auténtico golpe de estado de las finanzas pero hay poca esperanza, salvo un contragolpe que suprima y confisque. Hablamos simple y llanamente de una revolución. Ninguno de los actuales gobernantes, aunque rebufen, tienen capacidad para ello, los viejos partidos socialdemócratas se han plegado a una teoría del progreso propia del liberalismo que tiende a mantener un orden jerárquico y desigual, poco puede aportar un movimiento obrero atascado en la lenta digestión de los acontecimientos y neutralizado en una perspectiva exclusivamente desarrollista y ahora, cuando mas se precisa una enérgica defensa de un estado, el de bienestar, ganado a base de mucho, muchísimo sufrimiento resulta que se conduce de modo torpe e inadecuado. La vía ha de ser otra y esa habrá de ser la tarea de la nueva izquierda.





Blade Runner. Vangelis; Love Theme


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