martes, 2 de noviembre de 2010

La política y la flor de la Vainilla




La cantera de la que mayoritariamente se nutre la izquierda, y en concreto el PSOE, sigue siendo la misma de siempre. El combustible que hace funcionar la maquinaria de la izquierda sigue siendo el mismo. Stuart Hall en su crítica a la Tercera Vía de Blair y por extensión a todos los movimientos que cabe considerar “nuevo socialismo”, decía: “Lo que diferencia a un partido de izquierda no son sus valores, sino una insatisfacción perenne respecto a los mercados” Lafontaine tras el manifiesto conjunto de Blair Schröder Europa: La tercera Vía escribía premonitoriamente en su libro del año 2000 “El corazón late a la izquierda” : “ Los socialdemócratas deberían de tener un concepto diferente de lo moderno, que se inserte en la tradición de la Ilustración y coloque como valor principal la libertad del individuo. La izquierda debe de luchar contra la intrusión del mercado y las inseguridades que conlleva la economía global. La globalización es mayormente resultado de decisiones políticas para desregular los mercados. En consecuencia, la economía mundial se ha convertido en una economía de casino – salvo que, en ese casino particular, la gente corriente no juega – Su dinero si participa con frecuencia – en forma, por ejemplo, de fondos de pensiones -, pero son los bancos, las empresas financieras y otros brokers poderosos los que toman las decisiones sobre lo que pasa".

Nuevamente Hall condenaba al Laborismo de 1999 al que acusaba de una especial predilección por la Inglaterra media, por los votantes que se acercaban al laborismo en un empeño por afianzar políticas en clara consonancia con las clases medias y establecidas localizadas preferentemente en el sur del país, en lugar de en el norte menos próspero. Esta orientación, nos decía Hall, es “profundamente tradicionalista y retrógrada” Los trabajadores manuales, la columna vertebral del apoyo a un partido de izquierdas, no entran en la foto. Las últimas elecciones celebradas en el Reino Unido dan la razón a Hall unos años después; Los laboristas perdieron gran parte de las circunscripciones en las que fue ganador años antes por la abstención del electorado; De los 45 millones de electores convocados a las urnas solo votaron 29 millones. La participación fue del 65%. Distritos obreros cayeron como una pesada piedra en las espaldas de los dirigentes del Labour. Blanco y en botella.

El cambio de gobierno anunciado en la simple necesidad de comunicar mas y mejor no puede quedarse tan solo en eso. De quedarse, frustraría las esperanzas de los que piensan que el cambio lleva implícito algo más. Las encuestas conocidas hasta ahora (LaVanguardia y el Pulsómetro de la SER) indican a las claras que el cambio de gobierno ha beneficiado al PSOE. Son los nuevos ministros los que alcanzan mayor popularidad. El rechazo a Jose Luis Rodríguez Zapatero crece. ¿Es necesario aportar mas datos? Desde hace mas de un año se ha pedido desde este blog el tránsito ordenado en el PSOE y el Gobierno a un nuevo escenario. Un escenario en el que no debería de figurar el presidente. El dos mas dos o el tres por dos de la política al final se ha impuesto.


El PSOE fue incapaz de propiciar ese cambio. El PSOE no ha hecho nada por ese cambio salvo alguna que otra invectiva de Barreda. El cambio lo han propiciado los votantes socialistas manifestando su opinión en las encuestas, y el cambio ha sido inducido una vez leídos los estados de opinión por la mano que mece la cuna del PSOE. Zapatero que se ha resistido en todo momento a efectuar cambios se ha visto forzado, por dos veces, a ejecutarlos. Zapatero tuvo que hacer caso a la opinión de los mercados ( a la derecha), a Merkel, a Obama y Sarkozy por un lado y ha tenido que hacer caso a los que al final le impusieron un cambio de gobierno para no caer en la sima profunda de la desafección.

En buena lógica la sucesión debería de estar cercana, y no será una fácil sucesión. Enrique Gil Calvo, zapaterista como pocos, y mentor sociológico del “nuevo socialismo”, alertaba ya en El País del lunes sobre hasta donde debería de llegar el alcance de los cambios. El electorado no está para bromas, no quiere el cambio en la comunicación y en los comunicadores tan sólo. Quiere nuevas políticas. El cambio de gobierno puede ser como la flor de la vainilla que muere recién se abre. Hay una agenda social pendiente, es preciso que se saque cuanto antes. Es necesario girar y plantear nuevos objetivos, los sentidos por aquellos que habían abandonado ya al PSOE, el de las “cosas del comer”. Es necesario no caer en la trampa que tiende la derecha y los medios para situar el debate político en el marco de los derechos cívicos. Eso ya está ahí, es una conquista. El debate hay que situarlo en el marco de la economía, el empleo y en las propuestas económicas del Partido Popular y no en otros ámbitos. Llevar la iniciativa supone eso, marcar la agenda del debate

Queda aún más. Hay que reconvertir al PSOE. Sus cuadros dirigentes están en otra cosa, en otro tipo de socialismo, la versión de la tercera vía hispana: el “nuevo socialismo” Hay que reconvertir al PSOE hacerlo más crítico y tolerante con los diferentes modos de entender el socialismo en su interior. Si eso no ocurre el conflicto interno quedará servido entre los que han visto necesario el cambio de políticas (debe de tener un correlato orgánico) y los que consideran que cualquier cambio puede alterar su status quo generado a la sombra de esa extraña mezcla ideológica que ha supuesto el zapaterismo.

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