lunes, 21 de septiembre de 2009

Carta abierta a los socialistas



Maurice Duverger publicó en 1976 un libro titulado “Carta abierta a los socialistas” ( Martínez Roca 1977) en el que se planteaba de modo abierto las distantes variantes y dificultades que la unión de los partidos comunistas y socialistas de Francia podrían tener. Este ensayo se ceñía al caso francés aunque sus lecturas se extrapolaron al conjunto de Europa. Me he permitido tomar este título porque creo necesario que los socialistas reflexionen sobre algunas cuestiones tratadas tangencialmente en ese libro, las que hace referencia a la toma de decisiones y su método.

Las dificultades de la hipotética unión de la izquierda se resumían básicamente en una; Resolver el problema de la toma de decisiones en el partido o ente resultante. Ambos modos de entender el socialismo, la socialista y la comunista, tenían culturas organizativas discordantes y en algunos casos, contradictorias.


En aquél tiempo se sabía que en los países occidentales, salvo los casos de Francia (Marchais) y Portugal (Cunhal), los entonces eurocomunistas defendían un camino hacia el socialismo que utilizara conjuntamente la acción parlamentaria y la de masas, pero que en todo caso, debería ser gradual ya que implicaba la unión de fuerzas diversas en torno a un determinado programa.

Había pues una coincidencia en el objetivo final con los socialistas del sur de Europa; Francia, Portugal, España, Italia y Grecia.

Felipe González afirmaba en esa época, que la diferencia sustancial con los comunistas españoles era de carácter organizativo es decir, la diferente estructura interna de los partidos y el modo de entender la democracia.

Los comunistas ponían en cuestión la autonomía de los sindicatos, apostaban por la vigencia del derecho de autodeterminación de las nacionalidades (herencia claramente leninista) y el centralismo democrático, mediante el cual, un núcleo dirigente cerrado e impenetrable a la crítica dictaba el “que hacer” en cada momento.

Hubo un tiempo en que se acuñó el término kremlinólogo para definir al experto que interpretaba las señales procedentes de los dirigentes soviéticos.

No solo en esta última semana sino desde hace algunos meses, la cuestión debatida por periodistas, medios y algunos círculos académicos en relación con el PSOE consistía en interrogarse, y contestarse a la vez, sobre lo que pensaban los afiliados socialistas en estos momentos, como veían los votantes propios el discurrir del gobierno y cual era el pensamiento de sus dirigentes ante lo que estaba ocurriendo, sobre todo, con el paro y la solución a la crisis económica.

Estas indagaciones están sacando a la palestra un nuevo tipo de experto: El "entendido" en interpretar las claves internas del PSOE.

Vano intento si se quiere abordar desde un plano objetivo. Se podrá saber que es lo que siente el votante, las encuestas están ahí para eso. Otros seguidores y estudiosos de la actualidad política, piensan que en la dirección existe una especie de centralismo democrático merced al cual, el máximo dirigente, sin oír a nadie, va tomando en cada momento las iniciativas políticas que mejor le parecen. Sobre esto hay que decir que los estatutos del PSOE son plenamente democráticos. Pero eso no obvia, mas por dejación de quien tiene que ejercer sus derechos, que por quien hipotéticamente pudiese negarlos, el que en la práctica, determinados órganos socialistas den la impresión de órganos ciegos, sordos o mudos.

El resultado unánime en el Comité Federal obedece a la lógica socialista y me atrevo a decir de la de cualquier partido en España. Pertenece a la cultura del PSOE. Una cultura acuñada desde el inicio de la transición. Cada nuevo afiliado que se integra en el partido es lo primero que aprende. Quizás sea debido a la particular historia del PSOE durante la república, a la especial circunstancia de un PSOE del interior durante la etapa de clandestinidad o tal vez sea debido al poder que el conjunto de los cuadros medios y altos del partido otorgan al secretario general. Mas bien diría que a la suma de todos ellos. A este asentimiento general se le suele atribuir entre los socialistas el término de madurez. Por ello, un partido maduro paradójicamente sería aquél que no pone dificultad alguna a los dirigentes en su cometido siempre que este sea considerado “normal“ aunque eso suponga asumir el error de los mismos.

La realidad es que la dinámica interna del Partido Socialista en nada se asemeja a la de otros partidos socialistas europeos. El caso del Labour es paradigmático, el como sienten y practican la democracia interna. En el PSF es notorio que el partido se articula en corrientes o tendencias agrupándose los afiliados en determinadas interpretaciones del socialismo, lo mismo ocurre en Alemania. Así podríamos seguir analizando, uno por uno, todos los partidos socialistas del continente. Como he dicho antes, esta no es una característica que afecte tan solo al partido socialista, lo mismo ocurre en todos los partidos que en nuestro país tienen responsabilidad de gobierno.

Cuando se dice que todos, subrayo este aspecto, todos los representantes que han respaldado a Zapatero ha tenido como causa común el amor a la prebenda o al cargo, posiblemente se esté faltando a la verdad.

Me cuesta pensar que los socialistas cristianos, presentes en el comité, acepten sin más, las posiciones oficiales del partido sobre el aborto. En menor medida los socialistas liberales pueden aceptar la política de gastos del gobierno y la progresividad fiscal.

Qué es lo ocurre entonces. Los dirigentes socialistas reunidos este fin de semana en Madrid operan en principio en tres bloques. Los que creen que Zapatero se está equivocando pero ahora no es el momento de mover las aguas internas, la unidad de los partidos es un rasgo muy valorado por los electores. Los que piensan exactamente igual que Zapatero y unos terceros, aquellos que piensan que las cosas pueden salir bien o mal, que lo que hay que hacer es arrimar el hombro ahora, y si la cosa acaba en debacle, en cualquier caso, ellos seguirán en su región o provincia y apostarán, en el caso de dimisión o no presentación del presidente, por la nueva opción. Casi siempre será la que mas posibilidades tenga de salir, o sea los que podríamos calificar de oportunistas puros.

El PSOE, además, ha reaccionado del modo como la hecho en clara defensa del colectivo ante lo que han entendido como un ataque exterior. Mas doloroso es aún, si cabe, cuando este ataque procede de los que, hasta hace poco, se entendían como afines (PRISA).

Coincido con los primeros en que en los momentos como los que estamos viviendo, no se puede poner en cuestión ni al gobierno, ni al presidente. Los males serían mayores, no solo para los socialistas, sino para la marcha de un país sumido en una grave crisis económica. Lo que no entiendo, es que en el apartado de crítica no se haya manifestado la preocupación sobre determinadas formas de gobernar la nación y dirigir el partido con el ánimo de corregir las posibles desviaciones.

Zapatero, al término del conclave socialista, salió con un cheque en blanco hasta el final de la legislatura. Todo va a depender de cómo se dén soluciones a la crisis económica y en especial al paro. El presidente, se ha garantizado el apoyo sindical que hoy por hoy, es la única fuerza que le puede poner ante las cuerdas. El problema en la actualidad no solo lo tiene Zapatero, esa factura, también la están pagando los sindicatos. Su peligro: Si el paro se agudiza, si las empresas en quiebra se generalizan y los trabajadores perciben que en realidad la crisis la están pagando ellos, ,como sin duda va a ocurrir, vía incremento de impuestos y limitaciones salariales, los órganos unitarios de los trabajadores y, en su caso, las asambleas muy posiblemente saltaran por encima de los sindicatos, llevando el conflicto a la calle.

Me queda una inquietud en todo esto. El PSOE precisa un cambio de cultura en el modo de organizar el ejercicio de la necesaria discrepancia interna. La discrepancia origina debate y este es saludable para cualquier iniciativa que quiera llevarse a cabo.

A Xabier Arzallus se le atribuye el comentario siguiente referido a ETA y a la llamada izquierda abertzale: “Ellos mueven el árbol y nosotros (PNV) recogeremos las nueces”. Si nos ceñimos al tercer grupo de dirigentes socialistas, a los que el hundimiento del barco y su capitán les afecta, pero no les inquieta en su status actual por el control que ejercen sobre su territorio, los militante deberían de esforzarse por mostrarles de modo claro que ellos, en cualquier caso, no iban recoger las nueces de la próxima cosecha, sus silencios en los foros destinados a ello conlleva un determinado precio a pagar. Nobleza debería de obligar.



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