jueves, 4 de noviembre de 2010

BOBADAS S.L.



De que me importa un comino el ser políticamente incorrecto he dado demasiadas pruebas. De que en mí del pensar una cosa al decirla hay muy poco trecho también, porque verán ustedes, la vida es tan breve y las ocasiones de expresarse son tan pocas, que no hay mayor traición que la que uno puede hacerse a sí mismo cuando aparca lo que piensa por el que dirán.

Junto al grano de las políticas necesarias está la paja repleta de bobadas.

El río corre alegremente tratando de arrastrar a cuanto se opone a su curso o expresa una mínima discrepancia. Que nadie ose exponer algo contrario o diga: “A eso que os habeis sacado de la manga no le veo gran sentido y puede armar una marimorena. No me parece que obedezca a una demanda social, solucione un grave problema o suponga un notable avance para la ciudadanía y para su bienestar” Si se te ocurre decir eso, busca un buen chubasquero, paraguas o cornisa y resguárdate porque la que te va a caer encima puede ser de órdago.

En el gobierno campeón de la igualdad nada se hace, cuántas veces habré dicho esto en este blog, sobre la desigualdad de los salarios entre hombres y mujeres. ¿Saben ustedes de alguna medida en torno a este tema por parte de Igualdad, Trabajo, Economía o Presidencia del Gobierno? No busque nada al respecto, sencillamente no existe. España es el cuarto país europeo en el que esta brecha es mas acusada.

Vamos al ajo que nos ocupa.

Los padres, según la legislación vigente, podrán de mutuo acuerdo cambiar el orden de los apellidos si ese es su deseo. En el caso de desacuerdo, prevalece el apellido del padre. El español una vez que sea mayor de edad, si quiere, puede cambiar el orden de sus apellidos en el registro civil. Más o menos eso es lo que en España opera en torno a los nombres.

En Julio - lo he oído decir - el gobierno aprobó una nueva norma que aún está en discusión y que cambia lo legislado en el sentido siguiente: Si los progenitores no se ponen de acuerdo en cual debiera de ser el primer apellido del recien nacido, no prevalecerá como hasta ahora el del padre, sino el apellido cuya letra inicial sea primera en el orden alfabético. En fin, una decisión salomónica, extrañísima. La guerra está servida. Descansen en paz mis antepasados y estén tranquilos mis descendientes Álvarez, porque esta batalla, de presentarse, los Álvarez la tenemos ganada en un 97%. ¿Habrá algo más estúpido?


No hace falta que la derecha ponga tachuelas para pinchar las ruedas de la izquierda. No, no hace falta, ya las pone esa sección que anida, no se sabe bien donde, en algún lugar del amplio camino de la frivolidad en el que se ha convertido este gobierno en algunas cosas. La exageración, el Papismo, entendido como la tendencia a ser más papista que el Papa, produce, casi siempre, esperpento. Y esta norma pertenece a eso, al más puro esperpento.

Podemos llegar a tener lo siguiente: Nace un españolito, pobre de él, sobre el que se centra una discusión paterno-materna sobre cual habrá de ser su primer apellido. No hay acuerdo, y aquí opera el orden alfabético. Este pobre muchacho no puede acudir al Ministerio de la Infancia para que defienda su derecho a que se le deje en paz. Tendrá que aguantarse. Una vez que sea mayor, y tras todo aquel lío que supuso al final el divorcio de sus padres, volverá a cambiarse el orden de los apellidos porque así le da la real gana. De aquella batalla, solo quedaran los restos de la estúpidez servida por un gobierno que al parecer, no tenía otras cosas mas importantes que hacer. Aún más, podemos llegar a tener hermanos del mismo padre y de la misma madre con apellidos cambiados, porque operará un adecuado mecanismo para las parejas civilizadas, muy modernas todas ellas, que procederán tras un armisticio a intercalar apellidos en cada hijo nuevo que tengan; Ahora toca el de la madre, ahora el del padre.

Como no quiero que me acusen de algo que por supuesto no soy, deberíamos, entre todos, buscar una solución adecuada y en la medida de lo posible, universal. Asignemos un código de barras o una numeración a cada cual que nace, de este modo cuando cumplamos los años de la mayoría de edad - habría que cambiar a los dieciséis años la mayoría de edad - , esto último lo digo en serio, para que el ciudadano AT235ZI000032TLPX pueda escoger y sea libre de la estupidez de sus mayores el nombre y los apellidos que él realmente quiera. Yo me agarro ya, por si acaso, el de Espartaco Bakunin Luxemburgo Marx, por ese orden.

Ciertamente, desde aquí, tenemos que demostrar a esos suecos, alemanes, austriacos, islandeses, británicos, noruegos, finlandeses, daneses y demás, quienes son los verdaderos igualitarios, no como ellos, que siguen sojuzgando a tantas y tantas mujeres que ven no solo como desaparece el apellido que sus padres les dieron, sino que a su vez, ¿habrá mayor ignominia que esa? tienen que incorporar a su carnet o pasaporte el de su esposo. Pero claro, ellos, que fueron pioneros en la igualdad efectiva, no la de escaparate, con el derecho de la mujer a decidir, con los anticonceptivos, con el divorcio, con el reparto equitativo de las tareas, con las medidas de conciliación de la vida laboral y familiar, con el reconocimiento a la libre sexualidad, con medidas que protegen efectivamente a la mujer, con el a igual trabajo igual salario son unos retrógrados por mantener el oprobio en lo que a los apellidos se refiere.

Es probable que cuando descuelguen ese letrero que tienen en la fachada de la factoría, ese que dice BOBADAS S.L., se den cuenta de porque pierden el favor del electorado y pensar que por eso, entre otras cosas, van derechitos una espectacular derrota. Se lo ganan, diariamente, a pulso.





Leer más...