viernes, 21 de enero de 2011

La credibilidad no se negocia


La complejidad de la crisis económica puede reducirse en última instancia a un problema de credibilidad.

Sólo así se entendería el que Estados Unidos y España intenten salir de la crisis adoptando estrategias tan dispares entre sí.

Estados Unidos viene aplicando, con éxito, un neokeynesianismo puro, insuflando liquidez al sistema independientemente de que su déficit público sea muy superior al nuestro. España, acosada por una deuda pública relativamente baja, pero con una deuda privada muy elevada, viene a escoger un ultraliberalismo económico que recorta gastos sociales, restringe el crédito y que ha provocado un grandísimo paro. A unos se les presiona hasta la extenuación y a los otros se les sigue prestando el dinero.

¿Porque España no puede seguir el mismo camino que los Estados Unidos y aumentar la emisión de deuda, relativamente baja en porcentaje del PIB, en el objetivo de incrementar el empleo? No puede porque necesita de inversores que pongan dinero o renueven los créditos que vienen venciendo. La desconfianza tiene su fundamento, según parece, en los altos niveles de paro y en los desequilibrios que esa tasa aporta por el bajo consumo interno, el retroceso en los ingresos fiscales y la morosidad creciente.

Se demuestra pues, que no existe un solo camino para salir de la crisis tal como se nos quiere hacer ver. El problema español visto así nos remite a un escenario en el que la confianza lo es todo. En estos momentos pagamos 230 puntos básicos más que con los alemanes y hemos estado casi a los 300 puntos en el diferencial de la deuda. Eso, encarece nuestra deuda pública y privada. Los bancos españoles BBVA y Santander para obtener liquidez en los mercados han pagado en sus últimas emisiones un interés por encima del 5%.

¿En que consiste eso que se llama ofrecer confianza al mercado? El Wall Street Journal y el Financial Times vienen cambiando su percepción sobre la credibilidad que les ofrece España. Incluso The Economist ha respaldado al presidente del gobierno y la política que viene haciendo. La razón estriba en la fortaleza que Zapatero exhibe de modo continuo ante los inversores. “Reformas, reformas, reformas” ha sido la receta que el presidente mostró en una reciente entrevista a un medio económico. O lo que es lo mismo, en la medida en que el presidente emplee mas y mas dureza con las capas populares mejor caerá a los mercados. Los fundamentales de la economía española no están mucho mejor que hace dos semanas, diría que al contrario, sin embargo la subida meteórica de la bolsa y el recorte del diferencial con Alemania en casi 100 puntos básicos parece indicar algo distinto.

¿Puede haber esperanza para los trabajadores en las negociaciones que se vienen desarrollando con los sindicatos? Soy muy escéptico al respecto. Al Gobierno le conviene mostrar ante los mercados que sigue teniendo el látigo en la mano, que sigue dispuesto a seguir, tal como lo viene haciendo, cargando los costes de la crisis sobre los hombros de los más débiles. Zapatero eligió un camino y está dispuesto a seguir en él. Los que creen que puede haber un cambio esperan, en realidad, un imposible. El presidente del gobierno sigue fiel a su modo de entender la política. Política es igual a poder. La consigna es seguir manteniendo el poder. La política dentro de ese significado no consiste en ser, llegar o proponer, consiste en estar. En realidad es un camino que no lleva a ningún lugar, el juego consiste en tratar de hacer los equilibrios necesarios para no salirse de la carretera. Si la vía y los acontecientos le lleva en un momento dado en una dirección contraria a la que un principio elegió la cuestión carece de importancia.

Al gobierno le interesa que no haya acuerdo sobre otras bases distintas a lo que propone y los sindicatos, vista su debilidad, necesitan a todo trance de un acuerdo. Cualquier cosa antes que convocar otra huelga general y que se ponga de manifiesto, nuevamente, la extrema debilidad que tienen, fruto sin duda de esas interminables sesiones de concertación y pactos en lo que se ha convertido durante los últimos años la acción sindical.

¿Abriga Zapatero alguna esperanza de ganar las próximas elecciones? No lo creo, no hace esto para ganar, posiblemente crea que lo que viene haciendo es lo mejor para el país. Está a otra cosa. Al igual que a otros expresidentes le toca pensar en eso que se llama pasar a la historia. Ese tipo de pensamiento solo tiene su encaje en una sociedad cuya dinámica evoca los dientes de sierra que sigue cualquier gráfica bursátil. Sabe que con su política han caído muchos y que seguramente otros caeran en el futuro, pero su idea es España y su capital como nación. Trata de que la ruina no afecte al capital-nación aunque pueda hacerlo a sus ciudadanos. Como todos sabemos el capital de un país estará mas o menos repartido, pero siempre lo tiene quien lo tiene. Es su postrero servicio a la clásica idea de la España de siempre en la que para nada se nota la identidad que doice tener.

Esta actitud solo es explicable a partir del control absoluto que tiene sobre el partido. Nadie le corrige y nadie osará decirle que se equivoca y que otro camino es posible. Esa maquina de poder que es el PSOE solo se ocupa en estos momentos en la guerra sorda que se viene desarrollando en su seno. Ante la perspectiva de la mas que posible pérdida de las elecciones, el que está cuarto en la lista aspira a desbancar al tercero y éste o el segundo lucharan por no caer. Los otros, los que no están en listas y son cargos de designación, trataran de colarse en las listas o volcarán todo su esfuerzo en la puesta en valor dentro de la empresa privada de los conocimientos adquiridos. Unos últimos, retornaran a su confortable puesto en el funcionariado del que proceden.

¿Tendrán el suficiente valor los sindicatos para convocar otra huelga general o se conformaran con algunas otras cosillas en la mesa negociadora? La solución en las próximas semanas.

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