sábado, 16 de mayo de 2009

Reflexiones en la crisis


Hay un consenso generalizado que tras la crisis, cuando esta acabe, la única salida que le queda a la economía de este país y por lo tanto a todos es el necesario cambio del modelo productivo.

Nuestro modelo productivo se ha basado, como es archiconocido por todos, en una fuerte dependencia de la construcción y más en concreto por el subsector de la vivienda residencial seguida por el turismo, la producción de bienes de equipo y en último lugar, por la producción agroalimentaria. Los desequilibrios que este modelo ha generado en la economía española, a la vista está, altos precios en la vivienda por la fuerte demanda de la misma al socaire de la especulación existente, la burbuja inmobiliaria resultante y en última instancia por una fuerza de trabajo con baja cualificación entre otros.


Los españoles íbamos cómodos en este carro puesto en marcha por los dos gobiernos de Aznar y seguido por el primero de Zapatero. Esta política económica tenía como correlato aumentos espectaculares del PIB por encima de la media europea y una fuerte creación de empleo que ha precisado de la incorporación de abundante mano de obra inmigrante.

Vistas las cosas así nada había que se opusiera en el seguimiento de este camino, los mismos portavoces parlamentarios que ahora alzan la voz sobre la errático senda nada dijeron cuando las cosas eran de color de rosa.

Ahora nos hemos enterado que el dispendio del gsto en viviendas con precios de dos y tres veces su valor real, de hipotecas a 35 y 40 años, del enriquecimiento de constructores y promotores hasta la lujuria no ha sido financiado con dinero propio sino que lo ha sido con dinero tomado al exterior sí, a otros bancos y a los fondos de riesgo que durante años financiaron la “aventura española”. Es dinero que debemos, que tenemos que restituir, que hay que pagar y a eso se dedica con denuedo, con la inestimable ayuda del estado, nuestras instituciones financieras.

No hay dinero. Se acabó la fiesta. Si un españolito lo precisa, el banco tras mirar y remirar sus ingresos, la calidad de su empleo, la consistencia de la empresa para la que trabaja y, también, el traje que use al ir a pedir el crédito se le puede conceder tras mucho rogar al módico interés del 11% anual mientras que tipo interbancario marcado por el BCE se encuentra al 1%. Si pide un crédito hipotecario para adquirir una vivienda el tipo será inferior pero los requerimientos de solvencia habrán de ser los mismos que para el crédito personal. ¿Se puede denominar a esto usura como muy bien lo definió un responsable de la pequeña y mediana empresa?

¿Cómo es posible que responsables económicos y políticos, catedráticos y doctores en economía no advirtieran y corrigieran esa carrera hacia el vacío en la que ha incurrido el pueblo español en su ignorancia? ¿Cómo es posible que los informes económicos y los boletines del Banco de España no señalaran ese error mayúsculo de la economía española y pidiera la toma de medidas para evitar la caída en el precipicio?. No contesten, lo sabemos todos. No convenía. No convenía ni a los que estaban en el poder en cada momento ni a los que estaban en la oposición.


La actual crisis va a suponer una profunda quiebra no sólo económca sino también moral en la sociedad española de la que tardaremos mucho tiempo en salir. Hay mucho dinero que pagar y es un dinero que no tenemos y lo vamos a pagar entre todos, unos a costa de su bienestar y otros, deambulando entre las vías de la miseria en la que les tocara vivir. El déficit creciente del estado va a requerir vía impuestos soluciones en no menos de cinco años.

Se echa de menos los mensajes que ayuden a sobrellevar la actual situación, faltan referentes éticos que proporcionen a la sociedad el vigor moral necesario para afrontar la situación y faltan dirigentes capaces de ilusionr y movilizar a este país.

El gobierno no puede seguir vendiendo esperanzas de humo sin la necesaria autocrítica que ayude y consuele, empeñado en medidas que no resuelven el problema de fondo tan sólo lo mitiga. La oposición en la mas brutal de la desvergüenza tratando de sacar no solo tajada electoral sino también economica para los suyos de un desastre que iniciaron y al que ellos contribuyeron como pocos. Los empresarios, la inmensa mayoría de ellos, anclados como siempre en un pasado de explotación a la clase trabajadora como única fuente de beneficios sin atender, por falta de preparación, a otros apartados importantes como la innovación, factor este primordial, y no los costes salariales como pretenden en la carrera hacia el aumento de la productividad. Los sindicatos… ¡Ay los sindicatos¡... por no tener la suficiente valentía para acometer en su seno y en la actividad diaria las inaplazables reformas internas con el objeto de acabar con la esclerosis que le atenazan y que les hace ser, cada vez más, mudos testigos de una situación que no entienden y que les desborda.

No, tampoco la ciudadanía en términos generales puede abjurar de su responsabilidad, es visible la indolencia propia, el relajamiento en nuestros deberes, el abandono de la cultura del esfuerzo y en la pérdida de valores ciudadano cuestión esta que se ha producido, más en este país que en cualquier otro, contemplemos el fraude fiscal galopante en el que todos incurrimos. La mejor expresión de lo manifestado; El creciente fracaso escolar. No, no es obra de nuestros hijos, es obra de nosotros en cuanto que somos los responsables primeros de su educación, también, cómo no, del sistema educativo y por supuesto de los poderes públicos y de las instituciones que intervienen en el proceso.

Son muchas las instituciones, leyes y comportamientos que hay que reformar y hasta que eso no se acometa no encontraremos las soluciones a nuestros problemas. Así de duro. ¿Hay ganas?

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