miércoles, 23 de junio de 2010

Ibarra




Al pan, pan y al vino, vino. Ese ha sido el lema del extremeño a lo largo de su dilatada vida política. A Ibarra los extremeños le deben mucho, si no llegó a colocar a la región en puestos punteros de España si contribuyó a que Extremadura sonara en el mundo político español con una voz clara y una personalidad muy definida. Con el PSOE y con Ibarra, Extremadura avanzó en la consideración nacional y con él se alcanzaron mayores cotas de bienestar.

A Ibarra, sin embargo, le ocurre que de tan normal, tan espontáneo, de tan campechano que quiere ser bordea, a veces, territorios verbales que bien podrían lindar con el exabrupto.

Es sorprendente su tribuna libre en El País de hoy, y aún más lo ha sido su intervención esta tarde en La Ventana de la Ser. No creo que este recorriendo ningún camino de penitencia o tenga que hacerse perdonar algo. Mucho menos pienso que esté, al igual que Boyer, buscando algo. En el artículo camina por planteamientos y argumentos ajenos a lo que podría esperarse en virtud de su experiencia y saber. Flota en él y de modo continuo, el deseo desmovilizador de la huelga general, como si fuese un trabajo de encargo, el que le correspondería ante un hipotético reparto de papeles, con variados argumentos, unos implícitos y otros más explícitos; Sarampión infantil, asignatura pendiente, añoranza de tiempos republicanos y revolucionarios es lo que le toca decir. En suma, es la fiesta que ningún “rojo” nos quisiéramos perder. Incluso llega a decir que es algo que a él le hubiera gustado hacer.

Sobre la convocatoria de huelga general pide a los sindicatos que se armen de razones y de fuerzas para que cuando todo acabe, podamos pedir que las cosas vuelvan a su cauce “natural”. O lo que es lo mismo, que suframos en silencio la situación con el Hemoal bien a mano. Pide que comprendamos las razones del presidente del gobierno por que en definitiva, lo hace por nuestro bien. ¿No nos remite esta apelación a la figura del Zar padrecito o a la del otro padrecito el georgiano Iosif? Ibarra pide a la izquierda sindical y política un auto de fe. Nos pide que caminemos sobres ascuas ardientes en la certeza de que nuestros pies desnudos no habrán de quemarse. El partido-religión adquiere en la concepción ibarrista su máxima expresión.

Me preocupa esa militancia pura y dura que exhibe Ibarra porque lo que era esperable de él no era por supuesto el silencio cartujo ni la obediencia benedictina a lo que el abad del monasterio elige cada semana, si no todo lo contrario, una luz que ilumine el camino en función de la ideología socialdemócrata y la coherencia personal. De su boca, habiendo motivos para ello, no han salido supongo que será por “militancia pura y dura”, palabras coherentes con la ideología que dice mantener. Es evidente que en su catálogo no entra el importunar al padre abad con palabras que le inquieten.

No creo que la huelga general vaya a más, no tendrá éxito porque los propios sindicatos han puesto los cimientos para que esa iniciativa no fructifique. Ibarra no debería desconocer que a mayor resistencia sindical a las políticas realizadas por el gobierno, mayor conformidad de los mercados, ya que lo que estos realmente quieren son medidas que hagan daño, que recorten, que supongan en suma, una poda del estado del bienestar y que dada estas premisas, la respuesta sindical avala que las iniciativas del gobierno van en la línea demandada por ellos, por los guardianes del dinero.

Menos razón tiene Ibarra cuando trata de justificar las políticas de austeridad y reforma laboral. Dice Ibarra, “No creo que alguien ponga en duda que, cuando las cosas han ido razonablemente, los distintos Gobiernos socialistas no hayan echado el resto a la hora de construir y reforzar el Estado de bienestar por el que los españoles suspirábamos y soñábamos, cuando nuestro país vivía bajo la dictadura franquista y Europa no era más que una entelequia para nosotros” Nada dice del reparto de un superávit que no sabía donde meterlo y que se repartía a voleo al estilo Chávez y que afectaba desde Patricia Botín al inmigrante peruano por tener un hijo o por ser contribuyente. Nada dice de unos niveles de bienestar muy inferiores al resto de los países europeos durante los años del desarrollismo constructor que llenaba arcas y no acortaba las distancias con el resto de Europa, nada de una fiscalidad muy por debajo de la de los países mas desarrollados ¡20 puntos por debajo! y tomando medidas para bajar aún más la fiscalidad de los que mas tienen, y tampoco nada, de un país que en esos años no pudo salir de los ratios de pobreza mas indignos de Europa. En todos estos años de riqueza aparente, hemos seguido los cuartos por la cola en toda Europa. Nunca han sido los ricos más ricos que con los gobiernos Zapatero (Eurostat).

Si, posiblemente, como dice Ibarra, haya que elegir la prostitución antes que el suicidio, después de todo eso es lo que hacen millones de mujeres; tienen que comer y tienen que mantener a sus hijos y por eso, con la complicidad de cuantos a ello colaboran, recurren a esa actividad. Ibarra olvida, situándonos en el campo de los ejemplos, que muy pocas veces esas mujeres y hombres recurren al viejo oficio por su propia voluntad y si lo hacen, obligados y obligadas por la pobreza y la necesidad. Nuestros males; La avaricia de los mercados, la deuda pública y el paro vienen de lo mismo, de una actividad proxeneta, una actividad política que desde 1997 y en relación con la construcción no fue interrumpida en el año 2004, que ha conducido a que este país, en su conjunto, y con esa complicidad mencionada anteriormente, haya cogido el bolso, se lo haya puesto en bandolera y pase a recorrer la calle bajo las farolas. Esto es incontestable, Aznar nos puso en ese camino y luego, desde el 2004 hasta el 2008, hasta el estallido de la crisis, ese camino ha sido adornado por los sucesivos gobiernos Zapatero.

Leer más...