viernes, 19 de noviembre de 2010

España, Irlanda ¿Vidas paralelas?






Irlanda era, antes de la crisis, el país europeo junto con el Reino Unido con el mercado laboral más desregulado de Europa. Su protección social era también inferior. El crecimiento de los años noventa estuvo basado en unas condiciones de trabajo laxas y una bajísima fiscalidad - 12% del impuesto de sociedades - para las empresas.

La conjunción de estos factores hizo que un numerosísimo número de empresas se instalaran en ese país. De ese modo revertió el secular desempleo irlandés y se frenó una emigración irlandesa, no en décadas sino de siglos. Irlanda paso de ser un país de emigrantes a ser receptor neto de inmigrantes. La burbuja inmobiliaria que continuación se desató; los apartamentos en Grafton Street en el pleno centro de Dublín tenían un precio muy superior al de viviendas y oficinas en los Campos Elíseos en París, la Quinta Avenida en Nueva York o la Bond Street de Londres. Los impagados hundieron a los bancos que habían concedido esas hipotecas millonarias.

El precio de la vivienda, a estas alturas de la crisis, ha descendido entre un 35% y un 60% según que zonas. Muchas viviendas han quedado a medio construir y hay 250.000 viviendas vacías. El agujero patrimonial de los bancos por la crisis inmobiliaria en el marco de un régimen bancario, que no se ha significado precisamente por ser prudente, ha precisado la transferencia de recursos por parte del Estado y la creación de un banco malo a través de una agencia estatal (NAMA). Este banco se ha hecho cargo con dinero público de parte de los activos tóxicos que tenía el sistema financiero. Ese y no otro es el origen de la crisis bancaria irlandesa y del aumento del déficit en un 15%. El incremento del desempleo ha llegado al 16% y la deuda soberana, alcanza hasta el 70% del PIB.

Luego, se pone en marcha la larga fila de las fichas del dominó que caen una empujada por otra; el desempleo afecta al consumo y a la fiscalidad que a su vez desciende por el aumento del paro. El dilema es o más déficit, o más recorte. Los expertos han puesto el precio: 100.000 millones de euros. Sin la fiscalidad favorable a las empresas, que sin duda será revisada por los que van a prestar el dinero, las empresas ya no tendrán los alicientes que en su día tuvieron, nueva vuelta a la larga fila de las fichas del dominó.

Irlanda, que en su día cogió la tijera, que disminuyó el salario de los empleados públicos entre un 15% y un 20%, que recortó el exiguo estado de bienestar, que aumentó la fiscalidad excepto para las empresas y que paralizó las inversiones del estado ha visto como le dicen que con todo eso no es suficiente. No puede crecer, no lo puede hacer porque la demanda se ha resentido y mas que lo va a hacer, ya que el 50% del PIB depende del consumo interno. Los ciudadanos han acabado pagando la frivolidad del sistema y de parte de la clase empresarial irlandesa. El gobierno teme perder las elecciones y tiene sus razones para temer eso.

Los irlandeses han vuelto a la emigración. Cien mil jóvenes irlandeses, muchos de ellos muy cualificados, han abandonado el país. La temida brain draim, fuga de cerebros, está servida, dado que el paro entre los jóvenes graduados es ya del 30%.

Tras Grecia, la segunda en caer ha sido Irlanda. Portugal espera. una vez que se liquide la situación irlandesa, su turno a la vuelta de la esquina. Los expertos auguran que la situación portuguesa será clarificada antes de fin de año. Se prevee que en el caso español el déficit se sitúe a Diciembre de 2010 en el 9,8%. Mientras tanto, Salgado, se ratifica en que no va a haber una segunda ronda de recortes. Sin embargo, el BCE, el FMI y la OCDE e incluso el Banco de España, piden recortes adicionales del gasto público.

Se abre una nueva ronda para establecer las apuestas sobre cuando y en cuanto se obligará a España, posiblemente tras las elecciones catalanas.

Apuntemos, nuestra deuda pública y privada es de 3,09 billones de euros. El sector financiero español debe al exterior el 20%, es decir, 615.000 millones de euros. Mientras, esos mismos bancos, retienen un patrimonio inmobiliario por no bajar los precios que no se corresponden con lo que el mercado viene demandando; en España solo han bajado los precios de la vivienda un 17% desde el estallido de la crisis. Comparen con el descenso habido en Estados Unidos e Irlanda, países que también han tenido una burbuja inmobiliaria.

España al igual que Irlanda está experimentando también una fuga de cerebros. Pocos hablan en este país de eso. El 25% de los graduados españoles, un 25% siguen estudiando postgrados y Adecco, multinacional suiza del empleo temporal, ha evaluado la fuga de personal cualificado; médicos, biólogos, arquitectos e informáticos en 120.000 durante los dos años últimos años. Eso está ocurriendo en España.

¿Que sorpresa adicional nos aguarda para el inmediato futuro? Portugal no queda tan lejos. La situación es de por sí lo suficientemente complicada como para empezar a pensar que hay mucho donde meter mano. La reforma no puede consistir tan solo en lo laboral, el bienestar social y las pensiones, ahí es a donde siempre van. Del sistema bancario español se dice que es sólido, que no hay que temer problemas con ello. Los dividendos se mantienen, hay un atrincheramiento e intentan como en Irlanda irse inmaculados. Sin embargo, la deuda creciente en el exterior, la guerra por la captación de depósitos, la no actualización de sus activos y la valoración bursátil parecen indicar lo contrario, que las cosas no están tan bien como quieren hacernos creer. Este país no resistiría que a la crisis del déficit público, a las dificultades de financiación del mismo y el gravísimo problema del sistema educativo o a la formación deficiente de nuestros jóvenes se sumara una crisis bancaria. Si fuese así, apaga y vámonos.

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