domingo, 15 de noviembre de 2009

El infantilismo en política



Una nueva semana, y de ésta, podemos extraer nuevas muestras de ese catálogo general en el que se van almacenando, unos tras otros, nuevos ejemplos de infantilismo en los protagonistas de la política española. Muy pocos son los que se salvan. Es más, personas que en otro tiempo, y bajo circunstancias tal vez más graves, reaccionaban con sentido común, se dejan arrastrar ahora por la foto fácil con la que aspiran a la primera plana, el chascarrillo que deja de serlo para poner los pelos de punta o la boutade de rompe y rasga que socava la credibilidad que nos ha de merecer instituciones que son fundamentales para la marcha de un estado. Es el signo de este tiempo. A una sociedad frívola, a merced de los programas del corazón y de los impactos visuales, le corresponde un modo de hacer política basada en continuos flashs: Envoltorios, celofan y lazos es lo que ahora se lleva en el teatro de la política hispana.


Acto Primero

El error semanal del gobierno

Tal como pensábamos muchos, el conflicto sobre el Alakrana ofrece un amplio abanico de cómo no hay que abordar algunas cosas en política. En nuestro post “Boga, boga Alakrana”, hablábamos ya de las incoherencias que se observaban en la gestión de la crisis. Ayer, los diarios publicaban la nota del presidente de la Audiencia Nacional en la que esta instancia judicial se desmarcaba claramente de que hubiese reclamado a los dos piratas detenidos por la Armada Española. El abogado del Juez Garzón abunda sobre el tema al declarar que él fue requerido por el Abogado del Estado.
Se filtra a la prensa que el Comité de Crisis presidido por la vicepresidenta primera, Maria Teresa Fernández de la Vega era el que ordenó esa personación, Los jueces no tuvieron más remedio que pedir que los piratas viajaran a España para ser encausados.

Es muy difícil evitar el tufillo a política de galería que ese mandato tiene. Al parecer, se quería mostrar al pueblo español y a las fuerzas políticas, que nuestra presencia armada allí tenía sentido, y que los marinos, cumplían con la misión fuertemente coodinados por el gobierno.
Hoy, una vez sabido que la orden salió del gobierno, que la detención, por mucho que se diga, cumplía con lo preceptuado en la ley, que fue claramente contraproducente, que se rompieron los esquemas habituales en la detención de los piratas y sabiendo, como sabemos, que esa detención se ha constituido en el primer obstáculo para resolver el problema, solo cabe calificar a los autores de irresponsables. Es difícil de deslindar, en cuanto a la autoría de la iniciativa, a quién corresponde, si al presidente o a la vicepresidenta. La vicepresidenta asumió toda la responsabilidad y desmintió las diferencias con la ministra de defensa Carme Chacón, que en la reunión del gabinete de seguimiento se opuso a la traída de los piratas a España para ser juzgados. Tanto da, lo lamentable es la persistencia del infantilismo, cada vez más creciente, en gran parte del gobierno. Lo lamentable, es la especial propensión que tiene este gobierno a la política de escaparate. Lo triste, es ese juego pueril del “Yo no he sido”.

Mis respetos para los jueces, siempre acataré sus resoluciones y sentencias, no me queda más remedio, pero tengo una especial prevención hacia ellos cuando ejercen de políticos. El esquema mental de un juez, que lo tiene, es lo mas contrario a la política. En la mente de todos están los ejemplos que han pasado por la política española en estos últimos años.


Acto segundo

Euskadi, Euskadi


Esta vez ha sido Arzallus. A Xabier, como viejo burukide, se le aprecia ya el mal que suele afectar a los viejos nacionalistas. Telesfóro de Monzón, dirigente nacionalista fallecido en 1981, cargo peneuvista durante la república española y antiguo responsable de cultura del gobierno vasco en el exilio, abrazó en los diez últimos años de su vida la causa independentista abandonando la posición centrista típica en la dirección del PNV de aquella época. En 1977, y con setenta y tantos años, contribuyó a la fundación de Herri Batasuna militando en su ala más intrasigente. A los viejos nacionalistas o mejor dicho, cuando los nacionalistas se hacen viejos, les afloran las lágrimas, añoran sus sueños de juventud, los de una patria independiente en esa arcadia feliz y en la espera del reencuentro con las esencias y las aspiraciones de sus antepasados. No solo a los nacionalistas vascos, lo mismo le ha pasado a Pujol, e incluso también, les sucede a los que en los momentos postreros de su vida pública dudan sobre su verdadera adscripción; socialista o nacionalista.

Arzallus, en sus recientes declaraciones, viene a calificar tanto a Rodolfo Ares, como a Rubalcaba, de auténticos enemigos del pueblo vasco y por lo tanto, “tremendamente” peligrosos. Días atrás, se refirió a Otegi y a otros detenidos acusados por la Audiencia Nacional, en el caso del intento de refundación de Herri Batasuna, de “verdaderos patriotas”.
Ejemplar trayectoria política la de este hombre, el mismo que tras decir en 1996, que el partido socialista olía muy mal y que cada vez que estaba con ellos se tenía que tapar la nariz, acordó con Aznar su investidura, sumando los votos del PNV, como presidente del gobierno de España.

Acto tercero

Gürtel en Valencia


Francisco Camps tronó ayer en una sesión de las Cortes Valencianas. En el enésimo rifirrafe con la oposición socialista, replicó al portavoz del PSOE valenciano que a ellos, a los socialistas, lo que realmente les gustaría era montarlo en una camioneta y dejarlo tirado en una cuneta asesinado y boca abajo. El problema no consiste, a mi parecer, en lo que Camps ha dicho. El verdadero problema es que posiblemente muchos en esa derecha española, al igual que Camps, piensen así. Es perceptible el odio que se puede apreciar en muchas de las intervenciones de dirigentes populares en relación con la izquierda. Este caso, el diccionario de Güemes y el modo de conducirse que tienen muchos alcaldes del Partido Popular en sus plenos municipales a lo largo de toda la piel de toro, nos lleva a pensar que muchos de estos dirigentes son demasiados receptivos a las campañas de odio que desde determinados medios e instituciones, algunas muy santas, se agita contra cualquier posición de izquierda.

Por otro lado, Camps a cada día que pasa, se recrea una y otra vez en una imagen triste, gastada, de la que sobresale un patetismo dramático. En lo de Camps, se observa que ya ni siquiera despierta indignación por sus mentiras, sus intentos desesperados de permanecer sacrificando a los que hicieron lo mismo que el, lo único que se aprecia es desear cada tarde cuando acaba su labor estar como lo estuvo esa mañana. Es el día a día el que le mantiene.
Su viaje a ninguna parte, la clara conciencia que abriga de ser un político amortizado por su partido, independientemente de su periplo judicial y del grado de aceptación que de modo inexplicable mantiene entre los electores de la Comunidad Valenciana. Camps ya solo despierta pena tras la mueca forzada y ese traje que le acompañará toda su vida. Un hombre unido a un traje.

Acto cuarto

El chico se quiere dedicar a la política



Jan Laporta, al igual que El Quijote en la venta de Juan Palomeque, vela sus armas en el tránsito hacia la política. Laporta por imperativo estatutario tendrá que abandonar la presidencia del Barça. En un arranque de amor a su patria, como ferviente independentista que es, declaró que las detenciones del caso Pretoria se habían hecho para humillar a Cataluña. Es un reflejo más, de la mentalidad nacionalista. En el pasado la intervención de Banca Catalana por mala gestión en el marco de la crisis bancaria española de finales de los ochenta, fue también interpretado como un ataque a Cataluña. En otras ocasiones y circunstancias son frecuentes la confusión de personas o cargos institucionales con pueblo, partido o país. Las palabras de Laporta son un claro reflejo de este modo de pensar. A nadie en Asturias, Castilla y León, Andalucía o Madrid se le ocurriría confundir el plano personal, con el nacional o regional. Como si en Cataluña, al igual que en cualquier otro territorio de este mundo mundial, no hubiera grandes personas, medianas y chorizos.

Sin duda, las semanas venideras recrearan una y otra vez, nuevos ejemplos de trivialización de la política.

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