jueves, 30 de septiembre de 2010

"Seamos sensatos, lo hicimos mal" (Ed Milliband) (I)



Ustedes, los habituales, saben que desde este blog se viene batallando contra la mistificación del pensamiento socialdemócrata. Tendencia que nacida en el Reino Unido de la mano de Blair, Brown y Giddens acabó extendiendose por algunos partidos de la izquierda europea desde el final de los noventa del pasado siglo. Digo más, este blog tiene como objetivo casi exclusivo la denuncia de esa corriente de pensamiento y tratar de contribuir con otros muchos, a restaurar los valores y las metas del socialismo democrático y la socialdemocracia.

En el 35º Congreso del PSOE resultó vencedor José Luís Rodríguez Zapatero con un programa de esa misma orientación ideológica que venimos denunciando. El llamado Grupo de la Trini fue constituido por el entonces diputado Zapatero conjuntamente con otros parlamentarios desde aquel gérmen inicial se consiguió modificar sustancialmente el pensamiento y la práctica del PSOE. Su manifiesto, Nueva Vía, coincidía en lo sustancial con la Tercera Vía que aupó al poder a Blair y su grupo y con el Nuevo Centro de Schroeder en Alemania. Ambos tras un gobierno de izquierda con políticas de derechas consiguieron apartar del poder a los partidos que les sustentaban mas por hartazgo de las propias bases electorales que por la imposición de la derecha.

Era el modelo Blair el que quería reproducirse en España. Los acercamientos de Zapatero al premier británico resultaron infructuosos en lo personal dado que Blair prefería a su “amigo” Aznar y no a su correligionario de la internacional socialista.

De las 286 entradas publicadas en año y medio en este blog, no sería gratuito el afirmar que casi la mitad de ellas tienen relación con la denuncia de esa política que se ha significado una profunda revisión del pensamiento y la práctica del PSOE. En su vertiente orgánica, ha producido una masiva depuración – no es una exageración – de muchos cuadros del PSOE jóvenes aún para la actividad política. La jubilación forzada a edades muy tempranas, sin parangón en ningún otro partido en cualquiera de las democracias, ha arrinconado a mucha gente válida. Bajo el manto del relevo generacional, necesario siempre, lo que en gran medida se ha acometido y conseguido es que nuevas hornadas de afiliados al PSOE desclasados y desideologizados se hayan hecho con las riendas del poder. Personas, la mayoría, que apuntalan una nueva filosofía del partido querida no solo por el núcleo dirigente si no también, por una serie de poderes fácticos que han venido respaldando al PSOE desde siempre en esos avances hacia el socialiberalismo antes y con esta nueva ideología ahora.

Un mirar hacia el otro lado, un buscar ocupaciones y objetivos al margen de los problemas esenciales; los que afectan de modo muy sustancial a los trabajadores ha sido lo habitual. Una reedición del viejo legado de Lampedusa; Es necesario que algo cambie para que todo siga igual. Hay una plena coincidencia de la pérdida de derechos económicos y laborales de los trabajadores con el abandono paulatino, en toda Europa, de los principios de la izquierda por parte de los partidos socialdemócratas.

Esa revisión ideológica se extendió igualmente hacia los sindicatos, muy acusada en España, sobre todo en la UGT. La estrecha cercanía entre estructuras sindicales y poder político durante esta última década ha contribuido a forjar un extraño círculo de mutua influencia en la que el principal damnificado ha sido el sindicalismo. Tanto tiempo de coexistencia, demasiado amistosa, ha perjudicado notablemente su credibilidad. Muchos comportamientos y algo más, habrán de revisarse si se quiere que el estado del bienestar en este país no pase a ser un mero recuerdo de tiempos pasados.

No obstante, hay señales que vienen anunciando una posibilidad de cambio, muy difuso aún, desde luego pero señales al fin y al cabo de cambio.

Hay un hartazgo creciente en las sociedades europeas sobre el modo de gestionar la crisis desde la izquierda. La derecha ha ganado en el Reino Unido, pero la desafección creciente en el votante de la izquierda en Alemania, en Gran Bretaña, Suecia y España etc. vienen diciendo a los partidos políticos que no es eso lo que de ellos esperan. Hay una rebelión en curso, matizada desde luego, de la clase obrera contra políticas que se llaman socialistas y que le conducen al mismo cajon que los de derecha. Temerosa, sin duda, porque en tiempos de escasez el miedo a la pérdida del puesto de trabajo por represalia de los patronos es muy fuerte y porque en el caso español, hay unas circunstancias especiales añadidas; Desconfianza hacia unos sindicatos, caso español, que han tardado en dar respuesta a la crisis. Dudas, porque en los últimos tiempos ha existido un exceso de concertación. Reticencias, porque las estructuras estan penetradas hasta el tuétano de burócratas y porque el alejamiento de los representados sobre todo en pymes, el comercio y la administración es claramente percepetible. No todo está perdido porque el pueblo trabajador, me gusta recalcar esto de pueblo trabajador, ha dado una respuesta contundente con la masiva asistencia a las manifestaciones y con el fuerte paro en las grandes empresas. Los obreros industriales han funcionado, han funcionado, porque allí permanece en gran parte la cohesión que hizo fuerte a los sindicatos y los trabajadores con empleos fijos y estables. El nivel de exigencia a sindicatos y partidos políticos de izquierda permanece. El problema está en las políticas y en el modo de relacionarse con las bases electorales y afiliativas. Pero de eso, y del cambio que se viene produciendo en los partidos de la izquierda europea, será algo a tratar en una segunda parte de esta entrada.

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