martes, 3 de agosto de 2010

César Imperator






Cuenta Joaquín Leguina en su novela autobiográfica “La luz crepuscular” que el congreso extraordinario del PSOE tras el XXVIII supuso un vuelco radical en la concepción orgánica del PSOE.

“ …por vez primera, en un congreso del PSOE alguien levantó una cartulina que representaba el 25% del congreso…” Esto, más o menos, es lo que venía a decir Leguina.

Eran otros tiempos, se refería Joaquín en este caso a Alfonso Guerra. Con González, y durante un cierto tiempo el PSOE vivió un equilibrio interno. Del poder de las agrupaciones locales en congresos federales se pasó a otro tipo de organización o mejor dicho, a otro marco de decisión. Este nuevo sistema “limpió” el entramado a la hora de decidir alejando esa capacidad de los afiliados locales.

Surgió un nuevo equilibrio, un nuevo escalón, del que formaba parte los partidos regionales y la dirección federal. Quedaba en manos de los dirigentes regionales la disciplina interna en provincias y agrupaciones locales. En ese período de asentamiento del nuevo poder se liquidaron los últimos reductos que defendían una concepción del socialismo que fue tildado, sin más, de anacrónico. Izquierda Socialista la principal representante de la izquierda del PSOE languidecía en Madrid y Valencia. A título testimonial y como coartada de una hipotética “pluralidad” del PSOE, se consintió que algunas personalidades de IS accedieran por riguroso turno, en Madrid y en Valencia a cargos institucionales en el Congreso o en el Parlamento Europeo. La cuestión venía de lejos, IS siempre apoyó a Leguina frente a los guerristas, al igual que se apoyó a Lerma en Valencia. Los reductos de esta corriente en otras provincias fueron liquidados, incluso, mediante la disolución de agrupaciones; Salamanca, Cáceres, parte de Córdoba, alguna provincia de Aragón y Albacete fueron lugares donde el aparato laminó a la izquierda del partido. En Cataluña y en torno a Antonio Ruíz subsistía un pequeño grupo de afiliados.

Aunque el nuevo paradigma centralizaba el poder en las elites dirigentes regionales permitía la existencia del debate interno sobre la cohesión territorial y las diferentes opciones económicas que entre sí pugnaban para ser la más representativa del socialismo democrático. En los comités federales la libertad de expresión y mantener posiciones distintas a las del gobierno o ejecutiva federal era aún posible sin correr por ello el peligro de ser considerado hereje. Agrupados en guerristas, renovadores o social-liberales se intentaba llegar a síntesis.

La llegada y asentamiento de J.L. Rodríguez Zapatero supuso una nueva vuelta de tuerca y un claro alejamiento del modelo imperante. Las diferentes federaciones o partidos regionales, excepto el PSC, se han plegado a sus deseos personales y a la estrategia diseñada todo lo más por tres o cuatro personas que no siempre son coincidentes con responsabilidades adquiridas en congreso.

Los candidatos a secretarios regionales en Galicia, Castilla-León y Madrid fueron designados por el dedo monclovita. En un futuro inmediato ocurrirá lo mismo en Asturias y Andalucía, El deseo del máximo líder fue trasladado a dirigentes provinciales que, sin más, avalaron y movilizaron el voto en los diferentes congresos. Les podría gustar mas o menos pero era una cuestión de supervivencia, aunque deberían de saber por experiencia que los próximos a renovar serán ellos. Tras el señuelo de un cambio generacional se esconde la aspiración de tener un partido domesticado, hecho a imagen y semejanza de su líder, sujeto a un relevo generacional sin reparar en la valía o la experiencia.

El ahora cuestionado, Tomás Gómez, fue una decisión personal de Zapatero hace tan solo tres años, como lo fue un Oscar López sugerido por Pepe Blanco en Castilla y León, como Patxi lo fue en Galicia por parte de Pepe Blanco, alter ego de Zapatero. La suerte para Andalucía ya está echada. Tras un Griñán transitorio hay una persona designada por el Presidente, Mar Moreno, que trata de darse a conocer ante el electorado como portavoz de la Junta. La que en el pasado fue todopoderosa organización andaluza, la que conformó siempre un frente unido es ahora una organización sin liderazgo, repleta de taifas ancladas en el pasado, pequeños grupúsculos que piden anular las primarias, única voz que le queda a las bases y que pugnan entre sí por mantener el favor del Gran Jefe.

Por eso, ver la rebeldía de un Patxi López que avisa sobre los costes que supondría acceder a los deseos del PNV, a un Barreda alzar, aunque sea tímidamente, la voz sobre cuestiones de gobierno, a Fernández Varas sobre los riesgos que supondría acceder a los deseos del PSC para saltar la barrera constitucional o la lucha por ser candidato, aunque al final pueda perder, de Tomás Gómez reconcilia tras tanto tiempo de decepciones.

Esto no es democracia. Nunca antes en el PSOE se ha dado tal nivel de nepotismo. Zapatero utiliza su poder, el que otros no ejercen, para eliminar mientras asciende (Chaves) o designa para conformar una guardia de corps que deje sus manos absolutamente libres para hacer lo que quiere. Nadie de los que honradamente lucharon por hacer de este país una democracia puede permanecer impasible ante estas acciones y mucho menos, aquellos que seguimos reclamándonos socialistas.




Leer más...