jueves, 28 de julio de 2011

Entre la espada y la pared





Estos días con frecuencia oyes a gente decir que se avergüenza de ser italiana. Es cierto de que tenemos buenas razones para avergonzarnos: la primera y principal, no haber sido capaz de producir una clase política que nos represente y, además, haber soportado durante treinta años una que no nos representa. Sin embargo tenemos virtudes de la que nos somos conscientes y no nos damos cuenta de lo raras que son en Europa y en el mundo” Este párrafo que Primo Levi dedicaba a Italia, podría tener aplicación no solo a la realidad italiana sino también a la española.

Algunos amigos nos advierten, no sin amargura, del asombroso avance de la derecha a partir del 22 de Mayo. Entre ellos, hay quien cree que el electorado ha sido cruel, muy cruel, con los socialistas y que ahora se percibe un cambio de tendencia (Marina dixit) que trata de revertir lo excesivo del castigo. Hay quien va más allá y le culpa, sin más, de no haber tenido la suficiente paciencia para apreciar las mejoras en la economía que los voceros del gobierno con razón, o sin ella, vienen avanzando desde hace algún tiempo. Se abre paso la explicación del “estábamos en lo cierto, nada hay que rectificar, sigamos con lo nuestro…”

El mazazo que la derecha catalana - he aquí un partido que sabe jugar hábilmente ante un gran número de electores una opción independentista exclusivamente de galería - ha dado a la sanidad pública, induce a reflexionar sobre la gran trascendencia que tiene el voto, incitando a que la ciudadanía consiga apreciar las sutiles diferencias existentes entre los unos y los otros que algunos tienden a magnificar. Oportunamente trataremos de analizar lo que unos y otros han hecho con las cajas de ahorro. Al parecer nada de lo que hemos vivido es cierto; no hubo recortes, no ha habido apoyo al poder financiero, no ha habido…

Traigo esto a colación porque en un inmediato futuro podremos ver a escala estatal algo muy parecido; Esta derecha que hipócritamente se traviste de la santa indignación que le produce la dureza con la que el gobierno socialista se emplea contra los ciudadanos de menor poder adquisitivo y de lo ladinos que han sido los socialistas traicionando sus principios, puede acabar con unas soluciones mucho más duras en cuanto tengan el BOE en sus manos. Seguro que en esa labor tendrá el apoyo entusiasta de CiU.

¿Debe suponer eso que optemos por el “mal menor” a sabiendas de lo que parece ser para muchos caras diferentes de una misma moneda o lo que es lo mismo, estamos dispuestos a la reedición del clásico poli malo, poli bueno, que tradicionalmente han venido desempeñando los partidos mayoritarios con la ciudadanía en su afán de apuntaladores del sistema? ¿Seremos capaces de eliminar todo prejuicio romántico y quedarnos tan solo con los hechos pasados y la verdad desnuda? Juzgar las trayectorias y la credibilidad que nos merezca ahora las mismas personas que han aplicado el purgante será la tarea.

Las promesas, los gabinetes de sabios redactores de programas electorales que han asesorado hasta el día anterior a quien practicaba políticas lesivas para la mayoría y los pronunciamientos que suele llevarse el viento al día siguiente de las elecciones, serán sin duda una oportunidad para el ejercicio de un voto racional ajeno al romanticismo y a la historia.

Entre un tripartito folclórico, el catalán, desmenuzador de la realidad que tocaba repartir entre las tres fuerzas políticas implicadas y que cabalgó a lomos de un presupuesto que no conocía fin, que a su cabeza tenía a una especie de Miterrand en pequeño, llamado en su tiempo La Esfinge por su falta de expresividad y lejanía del común, y la derecha catalana queda el juego. Todo a su alrededor ha quedado contaminado.

Elegir entre este personaje, recolector de sueldos y salarios para la familia, y la derecha pura y dura que representan Mas y los suyos, acabaría por ser una elección de medias tintas para los que creen que la política es algo más. Son ya muchos los años de escoger entre los que saben que te van a engañar, nunca han fallado en eso, y los que consideran que el poder les corresponde por su propia naturaleza.

Levi como muchos otros señalaba también la poca fiabilidad de los políticos de su tiempo. Poco han cambiado las cosas, para eso el tiempo no ha pasado. Su raíz es la misma de siempre. Qué otra cosa es el dejarse arrastrar por esos juegos de conveniencia que te sitúan entre Guatemala y Guatapeor. Al final, se trata de una cuestión, para los que creen en ello, de valentía moral y de ejercitar el juicio. Para eso se conquistó el voto.

Leer más...