martes, 13 de julio de 2010

Vicente




De los acontecimientos de estos tres últimos días cabe extraer algunas enseñanzas que nada tienen que ver con el ser o no campeones. El fútbol tiene esas cosas.

Si el lector bucea en las etiquetas de este blog podrá encontrar un post, del principio, sobre Camus y el fútbol. Desde luego en la época en que escribió ese artículo era un deporte distinto, nada que ver con la profesionalización actual.

Del Bosque es salmantino, del barrio de Garrido, un barrio obrero de Salamanca. Su familia era ferroviaria y su padre fue represaliado por republicano. Hasta ahí una pequeña síntesis de lo que fue su vida hasta que se incorporó como futbolista al Real Madrid a finales de los años sesenta.

A los que pretendemos, no siempre se consigue, ver un poco más allá de lo que se nos ofrece a los ojos no podemos pasar por encima, sin más, de una serie de acontecimientos que corren paralelos a las alegrías de este último mes y a la fiesta que supuso la final.

A mi me interesa destacar, entre los jugadores, el trabajo bien hecho, la responsabilidad, el juego limpio y sobre todo la sencillez. En un mundo dominado, sobre todo en el deporte, la gran política y el famoseo, por la superficialidad, el tremendismo y lo chabacano destaca un conjunto de jóvenes que han adquirido como guía de comportamiento la austeridad, la deportividad y la sencillez en los modos. Algunos, muy pocos, que en sus respectivas empresas o clubs son instalados en una atmosfera de glamour adoptan en este club de clubes que es la selección una dinámica radicalmente distinta.

Este es un país de excesos. Un país de excesos y de tremendismos. Vengo leyendo la autobiografía de Blanco White que denunció y que por ello sufrió, la peculiaridad española. Ese modo de ser y el peso absoluto que viene jugando desde tiempos inmemoriales la Iglesia Católica en la formación de nuestra personalidad como pueblo.

A la reforma protestante, a su ascetismo, a su trabajo, moral cívica y austeridad el catolicismo propuso, sobre todo en España, el ornato, lo barroco y la apariencia.

El elogio de lo sencillo y la bonhomía, la responsabilidad colectiva y la necesaria mesura en nuestros actos es lo que ha descubierto este pueblo en el seleccionador nacional. El autocontrol que exhibe Del Bosque es fruto, sin duda, de una vivencia personal. Tampoco es extraño a ello el auténtico carácter castellano detectable en muchas personas de esta región.

No soy castellanoleonés, de considerarme algo, por herencia, sería andaluz y aunque resido en Salamanca desde hace treinta años, poco se me ha podido quedar del carácter castellano, muy poco, casi nada. He sido y soy muy crítico con determinados aspectos de la idiosincrasia castellana pero he de reconocer, tardando un tanto, que eso obedece a una determinada actitud ante la vida. El tiempo aquí, tiene otro discurrir, la ostentación, los excesos y las manifestaciones exteriores son medidas, cuidadas. No es extraño encontrar a muchos delbosques por aquí, son personas mas dadas a escuchar que al hablar y en todas ellas, se aprecia una distancia hacia los acontecimientos que no es despreocupación si no reflexión y convencimiento en última instancia de que la vida es un ida y vuelta o en todo caso, un fluir en el que cada uno ha de construir su devenir. Es posible que de ahí arranque ese individualismo. Delibes lo trata bien en su ensayo Castilla, lo castellano y los castellanos y también, en otras de sus muchas obras. Otro castellano singular.

Como es lógico, lo antes mencionado no contempla la totalidad de un pueblo y de sus gentes, como en la botica, en Castilla y León hay de todo, cantamañanas y falsos como los duros de chocolate y si hay una actividad donde se den ejemplos sobrados, está la política.

Nuestra vida nacional viene marcada por los excesos. No puedo evitar confrontar determinadas actitudes visualizadas en las personas sencillas, a pesar de las responsabilidades que algunos tienen, con la existente en otros ámbitos, sobre todo en la que podríamos denominar política consagrada.

Volvamos a José María Blanco White y al ya lejano año de 1810, fecha de su total desencanto y hora de su partida hacia Londres desde la ciudad de Cádiz; El mal de España sigue siendo como entonces su clase dirigente y la jerarquía eclesial, recorrer doscientos años para seguir casi en el mismo sitio ya es mandanga. El gol de Pujol y el de Iniesta no lo ha sido todo. Está la reacción de un pueblo y la actitud de unos deportistas, esas han sido, a mi parecer, la gran enseñanza de este mundial.


Foto; Presentación del Campus de Fútbol para la integración Vicente del Bosque de la sociedad Aviva en el barrio de Garrido (Salamanca)

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