miércoles, 20 de octubre de 2010

Entre el cambio de gobierno y el cambio de políticas


Hace ya muchísimos años los españoles nos entreteníamos en descifrar las claves de los cambios de gobierno. El YA, el ABC, el Arriba y Pueblo, según los titulares y las alabanzas que de sus líneas salían, orientaban por donde podrían ir los tiros. La oreja pegada por la noche a Radio París o a la BBC nos aportaba información y matizaciones del exterior sobre el significado de los cambios de gobierno.

Por aquel entonces, se prestaba mucha importancia al como quedaban las diferentes familias del Régimen en el nuevo reparto del poder y de la posible orientación de la economía. Se peleaban por estar en el gobierno los miembros de la ANPC, el Opus Dei, los falangistas y los "grandes de España". El caudillo repartía según le comentaban algunos empresarios y terratenientes del momento, el Ejército, los jerarcas del movimiento y algún que otro economista. Ni había Santa Providencia, mente preclara o cualquier otro espíritu, la cuestión era muy simple. Franco, al fin y al cabo, se debía a aquellos que le habían puesto en El Pardo.


Los tiempos no son los mismos, el régimen menos y Zapatero es un gobernante democrático en contraposición al dictador, pero curioso es, que lo que se hace en democracia precise también, a estas alturas, de análisis sobre la procedencia de cada cual y en función de ello intuir la política que se va a realizar. No hemos cambiado tanto en esto.

Zapatero remodela su gobierno. Cambia el gobierno y lo primero que cabe extraer de ese cambio es que parece ser que el presidente se aleja de las frivolidades en los nombramientos que ha caracterizado desde un principio su gestión.

Retoma y da mayor protagonismo a personas de acreditada solvencia en materia de gobierno y con un perfil mas socialdemócrata.

Señala, aunque no explícitamente, desde luego no al estilo de Aznar, quien va a ser su sucesor, Rubalcaba, en el partido y en la futura candidatura al gobierno. Está por determinar si él se va a presentar o no, todo dependerá de la corrección que imprima a sus políticas y del éxito que tenga pero todo parece indicar que en este cambio de gobierno va implícita una posible transición. O sea, que en el caso de que no se mejore sustancialmente en las encuestas, Zapatero no se presentará a la reelección.

Dota de mayor peso político al gabinete en una dimensión más socialdemócrata y menos en lo que ha sido santo y seña de su gestión: Esa extraña mezcla entre la Tercera Vía, la Nueva Vía y la amplia panoplia de los movimientos sociales emergentes en torno a la igualdad.

Es un gobierno para gestionar el interior, por ello hay que interpretar el nombramiento de Trinidad Gómez en Exteriores como un rasgo pintoresco que no va a tener mucha incidencia, salvo el lucimiento personal de la nominada. Es el premio a la más fiel de todas sus colaboradoras. Lo mismo ocurre con el nombramiento de Leyre a la que hay que compensar tras su desastrosa gestión en la Secretaría de Organización. Es la única concesión al pasado más reciente. Gestionará un ministerio totalmente vacío, suma de sanidad, servicios sociales e igualdad y es vacío, porque está en la práctica todo transferido, y porque no hay presupuesto suficiente para gestionar políticas propias.

Destaca dos nombramientos que suponen un guiño a los sindicatos y a las bases trabajadoras. Con ello se tratará de desandar en parte la reforma.Valeriano Gómez en Trabajo, que asistió a la manifestación de Septiembre en contra de la Reforma Laboral, será el encargado de elaborar los reglamentos de la ley. Quien se acomoda a quien: ZP a los criterios de Gómez o será este último el que olvidará esa manifestación. La coherencia de uno de los dos se ha de resentir, habrá que ver de quien.

Por otro lado, el nombramiento de Jáuregui, un socialista serio y coherente y prototipo del socialista vasco, hace sospechar sobre lo que puede parecer un sesgo hacia políticas mas socialdemócratas.

El cese de María Teresa Fernández de la Vega era del todo necesario. Es difícil asumir como lógica la tardanza en el cese. En algún momento podrá valorarse en su justa dimensión lo nefasta que ha sido su trayectoria en el gobierno en su papel de coordinadora y portavoz, pese a que en las encuestas, sorprendentemente, no daba malas cifras.

Pierde Blanco. Pierde por el nombramiento de Rubalcaba que pasa por encima de él, y pierde porque su formato de partido se quiebra. Quizá no se sea del todo justo con él, porque el formato de partido oportunista, perseguidor de la imagen a todo trance, frívolo y revocador de todo lo que sonara a épocas anteriores tenía la firma conjunta de ZP y del vicesecretario. El modelo, con estos nombramientos, ha entrado en quiebra y es una buena noticia que debería ser aprovechada para que los saltos al vacío que se han producido con propuestas en ayuntamientos, partido, agrupaciones y grupos parlamentarios sean corregidas. La renovación siempre es conveniente, hay que hacerla y no desfallecer en ella, pero de ahí a buscar a los nuevos dirigentes en los institutos y promocionarlos, sin experiencia, a cualquier puesto hay un abismo. La promoción de alguien con tanta experiencia como Iglesias a la Secretaría de Organización anuncia posibles cambios en ese discurrir.

Para un post de avance y a la espera de que se confirmen los nombramientos de los que aún no tenemos una certeza plena es suficiente.

Desde estas páginas se ha ejercido la crítica, a veces de modo implacable, con Zapatero y el rumbo que tomaba la política del gobierno. No tan solo con la crisis, desde antes, desde que en la mitad de su primer mandato vinculó casi toda su acción política a una nueva noción del socialismo democrático muy personal y no contrastada. Lo que fue decepcionante es que casi todo el partido le siguió en esa aventura nefasta.

El cambio de rumbo que se intuye con los ceses y los nuevos nombramientos parece indicar la vuelta de Zapatero a las formas tradicionales de la socialdemocracia, mas o menos liberal, mas o menos vinculadas al socialismo democrático pero políticas clásicas del PSOE. Todo dependerá si los ministros hacen valer su impronta y no practican el seguidismo ciego de una persona, Zapatero, muy dada a la dispersión y a la concepción de la política en base a fogonazos, lo que habitualmente vengo a denominar la “politica flash”. Los socialistas nos debemos de felicitar porque todo da a entender que las cosas pueden cambiar algo.

El cambio de gobierno es una mala noticia para la derecha. Seguramente va a coger con el pie cambiado a más de uno y no solo en la derecha si no en el propio PSOE. Es posible que, independientemente de la situación económica, pueda iniciarse un camino que recorte la tremenda diferencia que separa al PSOE del PP.

Todavía es pronto para decirlo pero es una buena noticia la seriedad que se le puede imprimir al nuevo gobierno con el nombramiento de algunos y algunas de los nuevos ministros y ministras; Rosa Aguiar, Gómez, Jáuregui y por el cese y pérdida de poder de otros. Es una buena noticia alejarse de la pasarela, y es una magnífica noticia la recuperación de Jáuregui. Veremos que da de sí todo esto y si no es una frustación más.

Zapatero debe de dejar hacer a su gobierno. Si el presidente resiste la tentación y deja de estar en todas las salsas como el perejil, si reduce la corte de asesores de La Moncloa y da la lógica autonomía a sus ministros, es posible que las diferencias con la derecha se reduzcan aunque personalmente, no creo que se eliminen del todo. El tiempo dirá. Hay razones para ser mas optimistas que ayer y eso, por ahora, es suficiente.

Leer más...