domingo, 28 de junio de 2009

Madoff, petición del fiscal: Cadena perpetua





Ayer tuve la oportunidad de ver nuevamente Gangs of New York, la formidable película de Martin Scorsese sobre la gestación de Nueva York como la gran urbe que hoy día es. El papel predominante que el sistema de bandas, violencia y rapiña tuvo en la formación de Estados Unidos ha conformado un modo de entender la vida que en su versión más civilizada y liberal conservadora ha dado origen a lo que hoy definiríamos como el “american way of life” expresada de modo maravilloso en la película.

Inevitablemente surgió, en relación con la petición fiscal a Madoff, el paralelismo en el modo de hacer las cosas al uno y al otro lado del Atlántico. Siempre he pensado que los estadounidenses son un pueblo admirable en el sentido de ser una sociedad altamente dinámica en lo económico, aunque sus métodos y el grado de protección social que observan no resulten tolerables desde una perspectiva de izquierda pero al mismo tiempo, es difícil sustraerse el no tener una visión de ellos naif y de un cierto ingenuismo en sus actuaciones. Se acercan y mucho, a lo que los españoles definiríamos como un estado de tontuna. Eso sí, siempre con el máximo respeto que como pueblo nos debe merecer.

Madoff es un tramposo o al menos, esos son los indicios que permiten al fiscal pedir para él la cadena perpetua. Si, asombrémonos, cadena perpetua en un delito de fraude. Pero Madoff es una persona tonta y por supuesto, poco inteligente.

Si Madoff hubiera sido español, el sistema piramidal que montó no lo habría hecho de modo tan chapucero o si por fin hubiera querido traspasar la raya de la legalidad, se habría garantizado previamente el apoyo mediático, político y popular con el que hacer frente a posibles infortunios venideros.

Esta tierra que vive lo pícaro como parte de su esencia suele hacer las trampas mucho mejor.



Nuestros estudiantes suelen ir a los Estados Unidos para adquirir una formación de primera calidad con la que adquirir puestos de trabajos estables y verdaderamente apetecibles en el mercado laboral español. Yo propongo lo contrario; que estudiantes americanos que quieran labrarse un porvenir en las altas finanzas vengan a España a aprender cómo se hace las trampas, para que luego no les cojan o si les cogen, salir mejor librados de lo que salen en su país. Todo esto teniendo en cuenta que la legislación es diferente. No importa, aquí somos maestros en el “Hecha la ley, hecha la trampa”

Madoff, al igual que muchos otros, debería saber que nunca es bueno sustentar ganancias futuras sobre porcentajes de inversión o beneficios. Mucho mejor es procurarse suculentas stock options, bonos sobre trabajo realizados, ingresos por asistencias a consejos, dietas, y sobre todo, una buena indemnización por despido. Así es como se hacen las cosas, quizás no hubiera conseguido tanto dinero, pero desde luego el que consiguiera sería un “dinero limpio”. Si la empresa fracasaba siempre habría a quién echar la culpa; coyuntura, crisis exterior, los altos salarios que cobraban los trabajadores y sobre todo, a los sindicatos que casi nunca tienen conciencia de lo difícil que es la vida del capitalista.

Ahora bien, si a pesar de todo eso hubiera querido seguir la vía del fraude y la trampa, hay en este país un grupo de buenos tramposos que les enseñaría como rodearse de esa cohorte mencionada anteriormente, le haría la vida más llevadera e incluso, podría garantizarse un buen grupo de leales que le aplaudiría y vitorearía cuando esposado, caminase hacia el coche judicial y en su caso, le votaría para cualquier parlamento con el que garantizarse la inmunidad.

Tendría además un buen asesoramiento. Nadie le podría certificar el no ingreso en una cárcel, pero su estancia sería leve, dos años a lo máximo, fianza, y a la calle. Con posterioridad esperar a que salga el juicio, ocho años después, la consabida sentencia que por supuesto no sería la de cadena perpetua. Estos americanos… mira que penar un fraude aunque sea multimillonario con cadena perpetua... La cosa aquí la resolveríamos solo con diez o quince años. La reducción por trabajos y buena conducta, con lo cual no llegaría a cumplir la condena en su décima parte y al fin salir de la cárcel por grave enfermedad. Esto último, garantizado.

Si, desde luego son tontos. ¡Madoff vente pa`españa!



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sábado, 27 de junio de 2009

La ceremonia de la confusión





A raíz del resultado electoral de las pasadas elecciones europeas no son pocas las voces que en el seno del PSOE vienen insistiendo en una clara demanda: La necesidad de una amplia reflexión entre los socialistas que concluyera en una redefinición de la actuación del partido en las circunstancias nuevas a las que hay que hacer frente.

Resulta obvio que las resoluciones del último congreso, al igual que los contenidos del programa electoral, se han visto sobrepasadas por la enorme dimensión que la crisis económica actual tiene. Esas resoluciones y el programa electoral fueron realizadas ante un determinado cuadro económico que favorecía, conviene recordar esto, la aplicación de un programa mucho más cívico que económico.

Algunos dirán, y no les falta razón, que situar al partido ante una reformulación en profundidad de nuestras propuestas no sería conveniente porque evidenciaría en suma una situación de debilidad, no solo del actual equipo directivo del partido, sino que iría mucho más allá en su lectura pública; Sería la crisis de la dirección y también del socialismo democrático en general.

Este análisis que todo gobernante tiene nos colocaría ante “un seguir tirando” con lo que tenemos, a la espera de que los errores del Partido Popular, el miedo a la derecha o que el repunte del empleo nos pusiera en una mejor situación de cara a las próximas elecciones.

Pero la verdad es que por cada día que pasa la situación se complica más. A la preocupación por el deterioro económico se une la falta de un apoyo estable en el Congreso de los Diputados y también, cómo no, la tensión que origina el tripartito catalán y el PSC en el asunto de la financiación autonómica.

La moción de IU e IC sobre el marco impositivo y la marcha atrás del PSOE a instancia de Convergencia i Unió ofrece ante el electorado una muestra más de una imagen del gobierno similar a la de un barco sin rumbo.

La estrategia de la geometría variable diseñada tras las últimas elecciones generales ha fracasado, y a su fracaso ha contribuido el “salvase quien pueda” de los partidos minoritarios y nacionalistas, el rechazo de los partidos nacionalistas de centro por la reedición del tripartito en Cataluña en el caso de CiU, y el apoyo del Partido Popular a la candidatura de Patxi López en el País Vasco en lo referente al PNV.




En el artículo sobre los Socialistas Vascos me pronuncie de modo favorable en la inevitable, a mi juicio, investidura del candidato socialista. La situación en Euskadi hacía prioritario el cambio del gobierno allí.

Creo que es evidente que la tensión propiciada por la financiación autonómica está llevando al gobierno a un callejón sin fondo. De la “geometría variable”, concepto matemático, pasamos a la “cuadratura del círculo”. Zapatero no es matemático, es licenciado y profesor de derecho, pero sacar adelante el que Cataluña pueda estar por encima de la media en financiación, sin que otras comunidades autónomas estén por debajo de ella, me parece tarea harto imposible salvo que, esas comunidades sean compensadas mediante programas de inversión fuera del esquema general de financiación con la cual, el peor invento de la administración española; Las Diputaciones Provinciales, fuente de clientelismo y caciquismo, no solo se trasladará, como se ha trasladado ya a las Cajas de Ahorros sino al mismísimo Gobierno de la Nación.

Desde la periferia en la que me encuentro pienso que el principal problema que tiene el gobierno se llama tripartito catalán. También, que el otro problema, de igual envergadura en el ámbito del partido, se llama PSC. Sinceramente lo creo.

No pongo en cuestión el derecho de Cataluña para tener una financiación adecuada que mejore su bienestar y desarrollo pero en mi parecer, la falta de liderazgo observable en la dirección del PSOE y las dificultades que tiene cerca de los socialistas catalanes en tratar de convencerlos en la necesidad de seguir un cierto orden y un esquema básico de solidaridad con el resto de las comunidades autónomas, así como la posición de rehén en la que se encuentra Montilla y la dirección de los socialistas catalanes en relación con las otras fuerzas del tripartito, están llevando al PSOE a una clara confusión, que es extensible al conjunto de los ciudadanos.

Es inevitable ver al gobierno en el centro de la diana. Objeto de múltiples tensiones, las que nos originan las circunstancias de la crisis y lo que es más chocante, la generada por nosotros mismos; políticas inadecuadas, inmadurez de algunos dirigentes y miembros del gobierno, tensión territorial etc. y también del mismo modo es inevitable ver a Zapatero como un náufrago sometido a los vaivenes, de aquí para allá, de las olas.

Quizás no es momento de un congreso, de una convención o de unas jornadas, pero sí es el momento, como ya están haciendo antiguos dirigentes del partido de decir tanto en público como en privado las cosas que deben de cambiar si no queremos ser flor de un día.

Es posible que la legendaria suerte que se le atribuye al presidente del gobierno esta vez no salve a la izquierda.

Después ya se sabe, pérdida del poder, cambio de líder, ¿cambio de política? Tal vez. Vuelta a empezar, vuelta a la paulatina pérdida de libertades y de la igualdad que conlleva siempre el giro a la derecha en este país.

Que alguien hable con Zapatero, que alguien le baje del burro de creerse en la verdad absoluta, que los que en privado piensan y dicen una cosa tengan la valentía, a riesgo incluso de perder la posición que en el gobierno o en el partido ahora tienen, de impulsar un debate en el conjunto de la organización sobre el momento y sobre las políticas que hay que cambiar.

El camino más corto hacia el precipicio es, como casi siempre, la sumisión y la “obediencia debida” concepto este que la mayoría de las veces suele enmascararse en el ámbito del partido con el de “disciplina”.

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viernes, 26 de junio de 2009

Alguien tendrá que explicarlo





N
o entiendo nada, resulta que el BCE ha decidido inyectar liquidez al sistema bancario europeo por un monto total de 442.000 millones de euros en su reunión del día 23 de Junio con el objeto de que puedan disponer del suficiente dinero para operar. Al mismo tiempo, ha decidido flexibilizar las condiciones de estos préstamos en cuanto a los plazos de devolución, a un año, y a un interés del 1%. Un total de 1.121 bancos europeos han demandado estos préstamos.


El objeto de la ayuda es, como puede suponerse, facilitar las condiciones que hagan posible el que la economía de cada país ponga en marcha la maquinaria productiva, facilitando el crédito a las empresas y los ciudadanos. O sea, lo que se trata es de activar el crédito o al menos esa es la intención del banco central.

Mientras, seguimos observando que los créditos hipotecarios en su modalidad hipotecaria se vienen situando en la horquilla del interbancario más un punto, que las condiciones de concesión reducen los años para devolverlos, que las garantías son menos flexibles y que en ningún caso la cantidad concedida sobrepasará el 80% de la tasación de mercado y no el de venta, que siempre suele ser superior.

Conociendo como se conoce, que el crédito hipotecario se ha visto reducido casi a la mitad de los concedidos en los años anteriores y esto en función de la atonía del mercado inmobiliario, y debido sobre todo, a la incertidumbre que genera la inversión en vivienda, habrá que aventurar que en una gran parte las inyecciones de liquidez habrían de ir destinadas a la dinamización de la economía. Eso es lo que manifiestan sus promotores, aunque como casi siempre del dicho al hecho hay un buen trecho.

Ahora bien, si un ciudadano español o una empresa acude a una entidad bancaria solicitando un préstamo personal, el banco o la caja en cuestión requerirá, a día de hoy, del solicitante no solo garantías suficientes sino hacer el esfuerzo de pagar un interés superior al 11%.

Se le ocurre a alguien un negocio mayor que este de prestar a un ciudadano el dinero que ha recibido a su vez prestado del BCE con una ganancia anual del 10% en los créditos al consumo y superior al 8% en los otros créditos que no sean hipotecarios.

Si, evidentemente, será el ciudadano, el pueblo en general el que reflote los bancos y sanee las cuentas que ellos mismos deterioraron en los años anteriores.

No cabe duda alguna que esa impresionante lluvia de millones ofrecida por el BCE va a contribuir no tanto al despegue de la economía como a salvar a los bancos en las deudas que han contraído en el mercado interbancario. La reducción del crédito es sustancial, lo ofrecido este año es la mitad del que teníamos a mediados del 2008. Malo de Molina jefe de estudios del Banco de España asegura que la disponibilidad de crédito para familias y empresas seguirá siendo muy dificultosa durante los próximos meses y anuncia a su vez nuevas caídas en los ratios del dinero prestado.

Bien, si eso es así, ¿para qué tanto humo verde puesto a disposición del público? Que dejen de engañarnos. Entretanto, los parados de larga duración, a los que se les ha acabado la prestación por desempleo, siguen esperando algún tipo de ayuda. ¿Porque tanta prisa en unos casos y tanta dilación en otras?.

Alguien puede explicarlo, ¿Puede explicarlo la vicepresidenta económica del gobierno de todos los españoles?







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jueves, 11 de junio de 2009

La experiencia británica





Si algo nos viene deparando la noche electoral en toda Europa es la debacle que para el conjunto de la izquierda salvo en Grecia, Malta y Suecia ha supuesto. En todos los demás países la pérdida para las opciones socialistas o socialdemócratas ha sido sustancial. A la luz de estos datos vienen aflorando un conjunto de opiniones y reflexiones que desde pensadores progresistas insisten en una serie de argumentos claves.

No es la crisis la culpable. Ramoneda, Estefanía, Weber y otros insisten en esto, algo obvio ya que el coste electoral para los gobiernos de derecha y centro derecha no ha sido suficiente para que no hayan mantenido la primacía en estas elecciones. Tampoco es que la ciudadanía espere que dado un entorno de crisis, los que nos llevaron al desastre, la derecha liberal, sean los que nos saquen del atolladero en el que nos han metido. Argumentos manejados por los analistas de derecha y los medios de comunicación de la misma cuerda insisten en una lectura económica de los resultados que, obviamente, son muy interesados.

Siendo sustancial la pérdida electoral en España, es muchísimo más grave lo acontecido en el Reino Unido, Francia o Italia.

Es paradigmático el caso británico que se ha visto favorecido, sobre todo, por los escándalos surgidos en lo referente a los gastos de los parlamentarios que, no olvidemos, ha salpicado tanto a laboristas como conservadores.

Volvamos sobre las opiniones divulgadas desde pensadores de la izquierda. Según estos observadores, la razón del mantenimiento del voto de los conservadores habría que buscarla en la adopción como propias de políticas que tradicionalmente han sido elaboradas y sustentadas por la izquierda; las ligadas al mantenimiento del bienestar social y la igualdad, lo que ha desactivado en el electorado progresista, en gran parte, el temor a la derecha como una fuerza lesiva con respecto sus niveles de bienestar y democracia.

Del mismo modo, se viene señalando con profusión una idea persistente: la incapacidad de los partidos de izquierda para conectar con los segmentos de la población más proclives al mensaje de la izquierda.

Decía antes que el caso más claro es el de la izquierda en Gran Bretaña. Aquí no hay duda, las reformas impulsadas por Neil Kinnock en el seno del Partido Laborista consistente en la reforma de los estatutos del Labour, de la que se benefició posteriormente Tony Blair, posibilitó a este su acceso a la condición de líder. En el discurso inaugural del mismo Blair en Manchester se presentaba unas propuestas que ya en 1996 llevaba el necesario impulso a la educación, las cuotas de supervivencia para todos y un ordenador gratis para cada alumno británico en la escuela. Nada nuevo bajo el Sol.

Pongámosle nombre a esto, ya que las bases del sistema capitalista no pueden alterarse, dado que solo existe una economía posible, le podríamos llamar socialismo compasivo. Curioso, Bush denominaba a su opción como conservadurismo compasivo. Evidentemente creo que el impulso a la educación no ha de ser una política de izquierda o de la derecha, todos estamos interesados en élla.

Ese congreso y las reformas estatutarias conllevó la reducción, en gran parte, de las cuotas que las Trade Union tenía en la elección de parlamentarios y en los órganos directivos del propio partido dio como resultado la demolición del propio Labour como fuerza de izquierda. No quiero obviar que por aquél entonces las fuerzas de izquierda en el seno de los sindicatos eran crecientes y algunas políticas un tanto radicales y pocas realistas con el entorno eran auspiciadas por los grandes sindicatos de la energía y el transporte.

No hay que ver los éxitos electorales de Blair como un triunfo de la izquierda. La práctica política, la consabida Tercera Vía auspiciada por Giddens, Blair y Brown entre otros, no aportaron soluciones de izquierda; Los sindicatos perdieron su afiliación en más de un treinta por ciento, los procesos de privatización y desregulación prosiguieron, con menor énfasis que con Thacher, desde luego, pero prosiguieron. Como es sabido, las propuestas de Blair insistían sobre una idea base; la supresión de la discusión económica como discusión política: “Solo es posible una economía”.

Sabemos todos, aquí si, por propia experiencia el trance final de blairismo, su implicación en la guerra de Irak, el abrazo de las Azores, la amistad inquebrantable con Aznar y el misticismo religioso del final de sus días políticos.

Ese ha sido quizá el caso mas palpable que nos deparado una visión de una izquierda usurpada… o dejada usurpar.

Es en todo ese caldo de cultivo en el que se ha venido fraguando un final nada deseable para la izquierda en el Reino Unido o lo que es lo mismo, de aquellos lodos estos polvos. ¿O era al revés?

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lunes, 8 de junio de 2009

La virtud de ser conservador en política o el fracaso socialista en las elecciones europeas.



Admito el intencionado equívoco del enunciado de este artículo. Evidentemente no me refiero a la virtud de la política conservadora que para mí no es tal virtud, sino que me refiero a la necesaria fidelidad al credo político que cada cual tiene, sea conservador o progresista. Eso es el ser conservador en el sentido que yo quiero darle: Conservar las señas de identidad de lo que cada cual es o representa.



En los próximos días, los análisis de todo tipo sobre los resultados electorales inundaran los medios. Analistas intencionados barrerán para su casa o para quienes les pagan, opiniones de todo tipo. Los portavoces políticos, sin excepción, trataran de mitigar su propia derrota mediante argumentaciones peregrinas que no engañan ni a propios ni a los contrarios. Algunos magnificaran su victoria como si estuviesen hablando no ya de un cambio coyuntural sino como si en realidad fuese un cambio de era.

En los unos y en los otros, muchos y muchas, seguirán haciendo el ridículo, imitando la entonación del jefe y elevando lo que es una simple condición humana, el liderazgo en un determinado segundo en la amplia historia de la humanidad, a algo muy parecido, a algo muy similar, a la designación divina de un ser providencial.

En verdad, cada vez mas creo en el pueblo, en el acto de votar, sea el pueblo de derecha, el pueblo de izquierda o el pueblo que se considera nacionalista.

Este resultado electoral es un triunfo del pueblo, porque el pueblo se ha expresado tal cual es, los de derecha han ido a votar porque creen en un proyecto independientemente de las razones que otros le den o muestren, para que voten en sentido contrario. Saben lo que quieren y saben hasta donde tienen que tragar, son consecuentes. Los que no creen en Europa ni en los unos ni en los otros, pues no han ido a votar, luego su actitud también ha sido coherente con su credo.

En los de la izquierda, ha habido de todo; Los que creen que los partidos en su política responden a la izquierda, han votado por ellos. Hay un caso que debe de contemplarse porque es el que ha propiciado la derrota socialista. De siempre se ha sabido el nivel mas exigente que el votante cabal de izquierda tiene hacia sus representantes y esto es lo que debe valorarse por parte de los dirigentes socialistas: La deserción habida de los que creen que lo que se viene haciendo desde el partido socialista en el gobierno no consiste en ser estrictamente de izquierda. Estos, simplemente, no han ido a votar.



La triste realidad que hoy nos conmueve a los progresistas es la pérdida sustancial que se ha dado para la izquierda. No pienso hacer de este artículo una colección de datos numéricos y estadísticas. Hay algo incontestable, el PSOE ha perdido 700.000 votos con relación a 2004 y por ello y a resulta de ello ha perdido las elecciones. El PP ha ganado las elecciones y ha sumado 220.000 votos más. A partir de aquí se puede decir lo que cada cual quiera, pero la contundencia de las cifras no ofrece lugar a dudas, por mucho que se intente aderezar el buen o mal trago, con edulcorantes que a nada conducen.

Es inevitable, visto este panorama, rememorar el sombrío plano que el Partido Popular ofreció en aquel período negro durante el cual gobernó, fue un momento muy delicado para el conjunto de las libertades de los españoles, en especial, la libertad de expresión y el derecho a una información veraz.

Ahora bien, a luz de los datos se puede decir de modo muy concluyente que el PSOE ha perdido las elecciones y que el Partido Popular, en realidad no las ha ganado tanto como preveía.

Me cuesta admitir que sea el impacto de la crisis el elemento determinante en el resultado de la votación. La gente sabe que la crisis la ha generado un sistema especulativo que no es patrimonio de la derecha, sino que se ha llevado a cabo durante los últimos treinta años con el consentimiento explícito tanto de gobiernos de derecha, como por gobiernos de la izquierda.

Todos, desde la derecha europea, americana a la izquierda europea y hasta el comunismo chino-capitalista de estado han favorecido un sistema que ha sido la causa de la actual ruina. No creo que sea preciso sacar a colación la política ultraliberal y desreguladora llevada a cabo por una Comisión Europea, en su mayoría socialista, comandada por Delors. No creo que nos hayamos olvidado ya de eso.

Creo sinceramente que los socialistas españoles nos hallamos ante un momento crucial. Crucial porque no podemos seguir en el estado en el que nos encontramos. Son demasiadas ya las voces que desde posiciones nítidas de izquierda venimos llamando la atención sobre desviaciones que se vienen produciendo. Deslizamientos claros hacia el culto a la personalidad, la adulación hasta límites insoportables del líder, la imitación ridícula de la entonación etc, . Son las manifestaciones externas y porqué no, un tanto cómicas de otras de aún mayor calado y significación política.




El presidencialismo abusivo que venimos denunciando desde esta página, el silencio a todos los niveles de un partido, la jubilación forzosa y temprana, muy temprana, de tantos y tantos socialistas altamente competentes. La sustitución de estos por una legión de socialistas de última hora, inmaduros aún, a ojos vista, para el ejercicio de una alta competencia política, la promoción a ministros y ministras de personas que en una sola tacada son instaladas en el máximo nivel ministerial, la elevación del ejercicio político a una vertiente estética exclusivamente y cierto tufo populista en algunas medidas ejecutadas o previstas es algo que a los socialistas nos debe preocupar.

No, no pueden haber desaparecido sin más, todos aquellos que independientemente de su ubicación en el seno del Partido Socialista hacían posible el debate interno y los diferentes modos de ver la política.

Es necesario clarificar que entendemos por política socialista o credo socialista, llamémoslo como queramos.

Cuando al principio hacía el juego de palabras sobre el valor de ser conservador en política, de ser fiel a lo que los diversos sectores de la sociedad espera de cada cual, me refería precisamente a eso. ¿Qué espera el votante de izquierda que haga la izquierda en un contexto de crisis? De la respuesta adecuada a esta pregunta ha dependido en gran parte el resultado electoral.

La confusión entre política económica de derecha y política económica de izquierda de los últimos veinticinco años ha producido el agotamiento del discurso económico de izquierda que, hoy por hoy, conjuntamente con la ampliación de las libertades y la defensa de la paz, constituyen las señas de identidad de la izquierda.

Pues bien, esas señas han sido claramente subvertidas y sustituidas en gran parte por una nueva concepción de la izquierda que se apoya única y exclusivamente en una gran operación de maquillaje consistente en la ampliación de libertades. Operación que hace de lo puramente accidental lo sustancial, más bien diríamos lo único.

Expliquemos esto. Un socialista, un votante socialista espera que su gobierno de izquierda dicte o promueva normas para que la igualdad de sexos sea efectiva y que esa igualdad lo sea para todos, independientemente de la opción sexual que cada cual pueda tener debe de ser coniderado en el acceso a todo aquello que hasta hace poco era exclusivo patrimonio de los heterosexuales. Pero también espera medidas tan eficaces como las anteriores para un avance en la igualdad económica, la efectiva igualdad de oportunidades, el derecho al trabajo y una vivienda digna de alquiler o en propiedad y a precios no abusivos, la limitación del poder de los ricos, el control de los sueldos de escándalo de los directivos etc.

Y es en esto en lo que realmente se ha fallado, es en lo que el votante de izquierda se ha visto, no ahora, sino desde hace ya cinco años defraudado. En definitiva, la parte en la que se ha avanzado, basada en los postulados del republicanismo cívico puede ser una parte de la política de la izquierda pero no lo es todo.

Esta confusión de planos es lo que me hace invocar en la necesidad de conservar las señas de identidad de la izquierda. El pensamiento clásico de la izquierda no es sustituible por otro, solo hay que complementarlo con nuevas demandas de la sociedad.


Si, demandas, solo demandas. Forzar como se intenta hacer con otros cambios legislativos propuestos que van más allá de lo que espera la propia sociedad de izquierda ni es cnvenente ni es adecuado, ejemplo: El aborto autónomo para las mayores de 16 años, causa estupor no solo en la derecha sino también en gran parte de esa izquierda que une a sus deseos de justicia social, igualdad económica y defensa de los derechos de los trabajadores ciertos componentes de conservadurismo moral sin que eso signifique que sean personas de derecha. Así de simple.

Esa sustracción del pensamiento clásico de la izquierda llevado a cabo por una cierta “gauche divine” proveniente de algunos sectores universitarios, feministas y “culturales”, es en gran parte culpable del contratiempo electoral. Digo contratiempo electoral porque espero y deseo que en el interior del propio Partido Socialista y de los sindicatos, que se han visto arrastrado también a esta vorágine de subversión del pensamiento clásico de la izquierda, se reaccione de modo adecuado y se implementen (como se dice ahora) las correcciones necesarias.

Si hay tiempo, hay tiempo de corregir desde el partido, y deben ser los propios militantes antes de que el desastre sea más visible y por lo tanto irremediable.

Entre tanto, es mediodía del día después de la elecciones, aún no ha aparecido el Presidente del Gobierno para dar una explicación. Un buen socialista que hizo lo que pudo y que se va al retiro dorado de Estrasburgo, siendo aún joven, como tantos otros, J.F. López Aguilar no puede ser la única cara que explique una derrota. El, como Jáuregui, otro caso de retirada temprana propuesta por Zapatero, no pueden ser los paganos de la derrota. No es justo.


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viernes, 5 de junio de 2009

Salamanca; La lotería de las infraestructuras





Anda el cotarro alterado, el nuevo ministro de fomento José Blanco anda reuniéndose con los presidentes de comunidades autónomas del Partido Popular; Aguirre, Herrera etc. Tras las reuniones, los gestos cómplices y el reconocimiento de la “valentía” del ministro son por parte de los populares unánimes.

Uno que se tiene por perro viejo en esto de la política, no sale de su asombro. ¿Qué ha podido suceder para que esto ocurra?, ¿Será verdad que el mejor ministro de fomento que haya podido haber, incluso para los del Partido Popular, sea el actual ministro socialista?


Claro, lo más fácil es pensar que la anterior ministro de fomento Magdalena Álvarez era malísima. Una ministra que castigaba a todos, propios y ajenos, con sus decisiones. Y si fue tan mala, ¿cómo es posible que Rodríguez Zapatero la mantuviese durante tanto tiempo?

Ni me creo las palabras de los dirigentes del Partido Popular sobre Pepe Blanco, ni me creo que sea “el no va mas” de la gestión, así cmo tampoco el que Magdalena Álvarez fuese tan mala.

De sobra es conocido, entre los que me leen, que no doy ni un euro por la autonomía de los ministros del actual gobierno en la creación y gestión de las políticas que teoricamente llevan a cabo, me refiero a las grandes o medianas. Todo lo que hacen, en relación con estas cuestiones, es consultado con Zapatero verdadero timonel en infraestructuras, educación, política exterior o economía. Entonces, si Magdalena fue verdaderamente mala con todos en su gestión, en realidad no habría que cargar sobre sus espaldas aquello que ha hecho mal pese a que es una declarada jacobina y que al igual que Borrell, ni entendía ni creía en todo lo que pudiera salirse de su concepción radial del estado.

Su no atención a las autonomías, propias y extrañas, radicaba, lo más probable, en las decisiones de la presidencia y si José Blanco es ahora muy bueno tampoco debe de atribuirsele a él sino que, de modo simple, lo que ocurre es que al presidente, por lo que fuere, le interesa ser “bueno” y rebajar de este modo la tensión territorial. ¿Preludio tal vez del acuerdo de financiacion con Cataluña para hacerlo mas digerible al resto de autonomías?

Es en suma, un cambio de orientación sin más sin que importe que en esos vaivenes, difícilmente entendibles para el conjunto de la población se haya llevado al sumidero de la política a una ministra cuya gestión ha pasado a ser valorada muy negativamente por el conjunto de la ciudadanía. O sea, que ha sido puesta al pie de los caballos sin más.

Como decía, andan todos ahora muy contentos, bueno todos no, aquí en esta parte de la franja occidental de España que es Salamanca y en lo referente a la gestión de infraestructuras no hay un Jose Blanco, ni hubo una Magdalena Álvarez, ni un tal Álvarez Cascos (PP), como tampoco lo fue en el pasado Borrell. Nos hemos pasado toda la vida democrática de este país en la provincia sin padrino y sin valedor y eso, lamentablemente, funciona también incluso en democracia.

Bien, las cartas están sobre la mesa. Andalucía tuvo a su Felipe y a su Alfonso que en el ya lejano 92 abrieron aquella región a la modernidad con aeropuertos, infraestructuras, autopistas y AVE.

El PP favoreció a Galicia, Comunidad Valenciana y Murcia con sus decisiones durante el gobierno del Partido Popular en el período 1996-2004.

Los catalanes y vascos con su presión y la negociación de los presupuestos estatales o del cupo se han bastado y sobrado para obtener inversiones para sus territorios aunque como es consustancial a los nacionalistas de todo tipo siempre con quejas sobre lo mal que se siguen encontrando.

Zaragoza, que no Aragón, fue claramente favorecida por el Gobierno Zapatero con el objeto de contrarrestar la influencia que el PP tuvo sobre esa región durante bastante tiempo.

Y aquí qué, Blanco ha asegurado y comprometido al presidente de la Junta de Castilla y León fechas para inversiones que pondrán a León, Valladolid, Palencia, Ávila y Zamora en el camino hacia la modernidad. De Zamora llegó a decir que será una de las pocas capitales que tendrá dos estaciones de tren de alta velocidad.

Observemos la franja occidental; Galicia con dos ejes culminados hace bastante tiempo con la meseta: La A-6 a La Coruña y la autopista a las Rías Baixas, el eje norte-sur atlántico y el Ave comprometido y con fechas señaladas, además Blanco es gallego.

León como vía de acceso y paso a Galicia y Asturias tiene garantizada, independientemente del AVE, su conexión con el eje atlántico, el Cantábrico y Madrid. Queda pendiente la situación de la autopista a Valladolid pero eso no parece ser para algunos, incluso del propio León, algo interesante aunque sí para Valladolid. Absurdo esto último ¿verdad?.

Zamora una provincia que se beneficia en autopistas, con Valladolid, la A-66, antigua 630 y ahora con dos conexiones de AVE, con Portugal y con el Norte solo espera la conexión por autopista con Portugal.

Extremadura, gracias a un gobierno socialista que siempre fue exigente, ¡con los propios!, sin que por eso se le cayeran los anillos, consiguió poner a Extremadura en buenas condiciones. Ibarra fue un presidente valiente, nada sumiso, ni con Felipe ni con Zapatero. La prueba de su exigencia a la vista está: Ave a Badajoz y Portugal, la A-5 que conjuntamente con la A-4 de Andalucía fue una de las primeras autopistas. La A-66 culminada en el tramo extremeño antes que en ninguna otra parte y adecuadas vías transversales.

Salamanca, qué podemos decir de nuestra provincia. Más de lo mismo, de haber tenido el primer aeropuerto de la región, ha pasado a ser el que menos tráfico de personas y mercancías tiene. Valladolid, León y Burgos nos han dejado a atrás. Somos la última provincia de las cercanas a Madrid en tener autovía, aún falta por lo menos u año para ser culminada. También la última en la ejecución de la A-66, la única que tiene trenes de mediados del siglo pasado con Madrid, con el Norte y con Levante, con el Sur hace mucho que desapareció. Si, todo eso. Mientras, los salmantinos asistimos a los debates entre el PP y el PSOE sobre fechas de puesta en funcionamiento de las autopistas o al debate sobre los trenes que aún padecemos.

No, no voy a unirme al coro de los que se quejan contra Valladolid, contra Madrid etc. No. Esa es la excusa de los que tratan de proyectar culpas sobre otros, enfrentando a territorios. Nadie de fuera quiere nuestro mal, nada ganan con ello.

Gobernar es elegir, es delimitar prioridades y el gobernante toma las decisiones en función de una serie de prioridades; Presupuestos, ordenación del territorio, presiones de sectores económicos, presiones de los electores, tanto internos como externos etc.


Hoy más que nunca, aspectos como la ordenación del territorio y el equilibrio presupuestario suelen ser soslayados o postergados en beneficio de lo que realmente importa al que toma la decisión; La continuidad como político en ejercicio.

En esa lotería, Salamanca ha salido siempre muy malparada sea con la derecha o con la izquierda. Cuando gobernaba la derecha, la izquierda echaba en cara continuamente que el gobernante castellano-leonés sentado en la Moncloa dejaba a Salamanca y también a Castilla y León en la estacada. Ahora ocurre exactamente lo contrario, son unos los que acusan y otros los acusados. Vuelta a lo mismo.

Mientras, una parte del pueblo salmantino se alinea con una posición o la contraria, otra parte, cada vez más numerosa, pero casi siempre en la izquierda vuelve la cara asqueada y cabreada hacia el sitio contrario, hacia el lugar por el que no transitan los políticos, sean de un signo o de otro. Cada vez más, el desencanto de los salmantinos, tradicionalmente nada dados a ocuparse de lo público y excesivamente individualistas, se ve reforzado en esa tendencia que suele alcanzar la máxima expresión en el hecho de no querer votar, de ahí, la creciente abstención en los votantes de la izquierda en la provincia. Abstención que, ya va para muchos años, los dirigentes socialistas salmantinos no ven o no quieren ver como algo imputable en gran parte a su actuación.

No, el mal no está en los otros, está en nosotros mismos. Los políticos salmantinos son un reflejo de la sociedad. No arriesgan, no quieren indisponerse con aquellos que mandan en sus respectivos partidos, no exigen y por eso pasa lo que pasa.

Estos políticos se otorgan a sí mismos el valor de ser cadena de transmisión de las decisiones de otros, su discurso en aras al “cierre de filas” es plenamente justificativo de las decisiones que los gobiernos toman. Los populares salmantinos tienen hacia el gobierno regional de su mismo signo una servidumbre digna de encomio, su nivel de exigencia para con Salamanca, electores y ciudadanos es mínimo. Todo sea por seguir cuantos más años mejor.

En el caso de los socialistas salmantinos, de siempre se ha podido constatar la falta de contundencia con los ministros y gobiernos socialistas en lo que debería ser la defensa de la provincia y en todo caso, con mucha menor exigencia que otras muchas organizaciones socialistas de España tuvieron en su día con Felipe o con Zapatero en la defensa de sus territorios.

Si, Salamanca seguirá padeciendo, sus ciudadanos continuaran viendo el agotamiento de esta provincia, su paro creciente, la emigración de sus jóvenes, el envejecimiento de la población... pero la culpa no estará en los otros, como muchos quieren hacernos creer, la responsabilidad es exclusivamente nuestra.

Siempre me he interrogado sobre el sentido de una expresión muy salmantina que ilumina como ninguna otra nuestro modo de entender la vida; “malo ha de ser”. Esa frase aplicada al futuro, tratando de ahuyentar los negros nubarrones, señala como pocas el fatalismo, la conformidad y nuestra impotencia como pueblo.

Lo que tenemos y lo que somos nos lo venimos ganando día tras día con nuestro propio pulso, con nuestro modo de entender lo público y sobre todo, con la pereza infinita que nos embarga a la hora de tomar decisiones.

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¿Hay acaso una expresión mas hermosa y heróica del querer ser libre?

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