sábado, 4 de diciembre de 2010

Jaque al Estado




Eso es lo que tiene las sociedades antiguas. Hablamos de castas y no de otra cosa. La modernidad se ha aplicado solo con los más débiles. Cuerpos de elite del Estado han venido haciendo de este país su sayo particular. Desde sus puestos han chantajeado a políticos y ciudadanos. A través de sus colegios, claustros y sindicatos han venido regando el tejido del Estado, en ese riego, no han olvidado llevarse la mejor tajada.

Cuando nos enteramos por una comunicación del presidente de AENA que los controladores cobraban una media de 320.000 euros anuales empezamos a darnos cuenta de la magnitud del problema, encontramos ahí el porqué volar en España era tan caro, porque con la cantidad de vuelos y pasajeros que este país tiene, las cuentas del sector eran deficitarias; Controladores, pilotos o pilotos y controladores que viene a dar lo mismo.

No es un chantaje al gobierno y no es una confrontación laboral, es una auténtico jaque al Estado. Los que pueden, chantajean poniéndose corto en la deuda soberana, intentan paralizar las reformas de los colegios profesionales o tratan de hacerse un sistema universitario cómodo para seguir reproduciéndose como la hidra de siete cabezas.

250.000 personas tiradas por los aeropuertos es un crimen. No siempre los crímenes para ser tal precisan de sangre. Es un crimen con saña. Esta gente debe de ser despedida. La militarización, sobre eso habrá que hablar pero no ahora, no ha amedrentado lo más mínimo a los sediciosos. Una iniciativa preocupante es la manejada por el gobierno, al aprobar un estado de excepción, alarma en este caso, para tratar de solucionar el problema. Que un gobierno tenga que recurrir a algo tan extremo no es aconsejable. El poder judicial debería de intervenir y la administración otorgar un plazo de vuelta al trabajo y a partir de ahí despedir. Las atribuciones que el gobierno tiene con el Estado de Alarma son muchas y bajar por vez primera ese telón, es como he dicho antes muy preocupante.

Los gobiernos deberían de haber acabado hace tiempo ya con ese monopolio. Tendrían que haber abierto esa profesión al común de los ciudadanos. Aznar los puso en el Olimpo, le dio el monopolio de la profesión, la organización del trabajo, fijarse su salario y demás. Las sociedades corporativas quedan en manos de castas. En este país la aspiración máxima que tiene cada cual es ser miembro de una casta, el grupo garantiza la protección, la reproducción y la transmisión hereditaria del bien a la descendencia; Jueces, hijos de jueces; Notarios hijos de notarios; Catedráticos hijos de profesores y catedráticos; Cámaras, Colegios... La capilla lo es todo.

La cuestión no es el saber si los controladores tienen o no razón en cuanto a las condiciones de trabajo, eso es secundario. Lo importante es el daño tremendo que se hace al Estado, a la economía y a los ciudadanos. Hay una razón social y hay una razón política, el empleo de las dos debe garantizar la limpieza de ese sector. Algunos podemos preguntarnos porque el Estado no se ha guardado la espalda formando en sus bases áreas a controladores militares, han tenido tiempo para ello, tiempo y voluntarios. Sin embargo no lo ha hecho, gastamos el dinero con misiones en el exterior que muchos nos preguntamos sino formará parte también del pago a otra casta.

Miren ustedes, en este país vivimos en una burbuja desde 1996. Nuestra aspiración máxima es organizar eventos deportivos de carácter planetario, fastos sociales de igual ámbito en el que cada ciudad o comunidad autónoma cree ver la solución definitiva a sus problemas; Foro, Exposición Universal, Capitalidad Cultural etc. Eso y ganar en cualquier sitio donde se empleen ruedas, pelotas o zapatillas deportivas.

Una burbuja en la que hemos entrado todos sin excepción. Somos ya el hazmerreír de los países desarrollados y nos la venimos ganando a pulso. Pelotas, deportivas, fiestas y botellón han sustituido con inmensa gloria a la guitarra y la pandereta. No cambiamos.

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