jueves, 18 de noviembre de 2010

Todo por la casta





Unicef ha presentado un estudio sobre la situación de la infancia en España. El organismo de las Naciones Unidas alerta sobre el alarmante avance de la pobreza en nuestro país.

Dice el estudio que dos millones de niños viven en la exclusión. Marta Arias responsable de la difusión del mismo afirma: “"Ser un niño pobre en España no significa siempre pasar hambre, pero sí tener más posibilidades de estar malnutrido; no significa no acceder a la educación, pero sí tener dificultades para afrontar gastos o abandonar de forma temprana los estudios; no significa no poder ir al médico, pero sí tener problemas para pagar algunos tratamientos"

El informe "La infancia en España 2010-2011" expone que el 24,1 por ciento de los menores de 18 años viven en hogares cuyos ingresos están por debajo del 60 por ciento de la media de ingresos nacional, que para una familia de dos adultos y dos niños se sitúa en unos 16.000 euros.

En los hogares con niños en los que ninguno de los adultos trabaja, el riesgo de pobreza se eleva a un 62,8 por ciento, frente al 9,3 de las familias en los que todos los adultos están trabajando.

Pero incluso teniendo en cuenta los hogares donde trabajan los adultos, España es de los países que presenta un nivel más alto de pobreza, situándose en 2008 en el cuarto estado de la UE con mayor tasa de este tipo de pobreza. En los hogares con niños en los que ninguno de los adultos trabaja, el riesgo de pobreza se eleva a un 62,8 por ciento, frente al 9,3 de las familias en los que todos los adultos están trabajando.

Pero incluso teniendo en cuenta los hogares donde trabajan los adultos, España es de los países que presenta un nivel más alto de pobreza, situándose en 2008 en el cuarto estado de la UE con mayor tasa de este tipo de pobreza.

La situación del paro en España es dramática, han pasado ya más de dos años y las políticas ensayadas hasta ahora no han servido para sacarnos del pozo en el que nos encontramos. Para nada se habla de incremento de empleo, tan solo se habla de que perdemos menos empleo que antes. Estúpido consuelo para quien no puede salir de la desgracia.

Tras cada situación de desempleo hay personas, hay familias. Están, no lo olvidemos, los sectores más débiles de nuestra sociedad que son los ancianos y los niños.

Decía alguien esta mañana en la radio que en las oficinas del INEM y por los polígonos deambulaban a esa misma hora personas en paro tratando de encontrar un trabajo. A continuación, el mismo periodista hizo un recorrido con los portavoces parlamentarios en el objeto de saber cuales eran sus opiniones sobre el debate de hoy.

He tratado de presumir cual sería el posible impacto que todas esas declaraciones, la de los unos y la de los otros, pudieran tener entre los afectados.

Una opinión, la de Alonso, que coincide con lo que en estos momentos escucho del presidente del gobierno en el Canal 24 horas; El suyo era el clásico mensaje optimista, esperanzador y ñoño del Partido Socialista y me pregunto yo ¿Puede llamarse ñoño, tonto, a un discurso sobre un tema tan grave? Una nueva versión de los brotes verdes, versión Noviembre de 2010. Un mensaje con mas de lo mismo, con lo que se viene diciendo desde hace dos años, plagado de cifras, porcentajes, índices y datos imposibles de seguir y entender por la inmensa mayoría de los que viven el drama.

Enfrente, la oposición, casi toda ella con un mensaje hueco, lleno de tópicos y sinsorgadas que tampoco convence de lo contrario de lo que dice el gobierno. Quizá, justo es, que deberíamos de salvar de todo ese marasmo al diputado de Izquierda Unida Gaspar Llamazares- El único creíble por lo que dice, por como lo dice, y por la impecable trayectoria que ha venido siguiendo durante todo este tiempo.

Si queda algo claro es que el panorama político español se ha venido caracterizando por la incapacidad de llegar a acuerdos entre los partidos. Se sabe de antemano que, se diga lo que se diga, no hay posibilidad de cambio sobre las posiciones previas. Si, los discursos solo valen para emplear un tiempo que luego los medios cortaran, resumirán y filtrarán según lo que a cada cual le convenga. Llegados aquí, cabe preguntarse sobre que sentido tiene todo esta liturgia parlamentaria de rendición de cuentas a la que periódicamente nos someten.

El pueblo huye de toda esta gente a la que no entiende. El odio al uno o al otro, llegada una situación como las actual, es lo que mueve gran parte del voto en las elecciones generales. No es la esperanza de un país mejor. Estoy oyendo en estos momentos el mismo discurso al presidente del gobierno que le escuché hace año y medio. El mismo sin otra opción, y dentro de poco, escucharé a toda la oposición decir lo mismo que he venido oyendo durante el último año y medio.

Ese odio es también el que mueve a otros muchos, cada vez más, a huir de una casta de la que percibe señales y acciones de que solo están ahí para defender sus propios intereses.

Nuestra clase política es el problema. Si, ya se lo que muchos de ustedes dirán al respecto: “Ese mensaje es negativo, porque si nos cargamos la política (?) dejamos campo libre a otras soluciones” Pero no, no es la política, no es el sistema salido de Rousseau, Montesquieu y otros, son los políticos que nos han tocado en suerte y es la existencia de partidos cerrados, mas bien habría que llamarlas castas, los que nos precipitan hacia el descreimiento total en un sistema que no merece esa desconfianza y que es el mejor invento creado por el hombre para solucionar los problemas que conlleva vivir en sociedad.


Sabemos, salvo casos muy particulares, para qué están ahí. Están, lamentablemente, para eso, para seguir manteniendo las castas, para eso y para nada más. De ahí, que sea el pueblo el que exprese que tras el paro y la situación económica, el problema de este país son esas señoras y señores que, vestidos de coloridos trajes unas, y de gris otros, se adhieren al poder como si la situación, el drama que muchos conciudanos viven, no fuese realmente con ellos.

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