domingo, 28 de noviembre de 2010

Hablemos de realidades. Tema de acompañamiento: Those Were The Days, Mary Hopkin




“Podemos observar en la república de los perros que todo el Estado disfruta de la paz más absoluta después de una comida abundante, y que surgen entre ellos contiendas civiles tan pronto como un hueso grande viene a caer en poder de algún perro principal, el cual lo reparte con unos pocos, estableciendo una oligarquía, o lo conserva para sí, estableciendo una tiranía”

Jhonathan Swift

Ayer se levantó el telón de una nueva época. Un gobernante “socialista” alumbró el nuevo/viejo sistema de gobierno: El gobierno de la oligarquía. Los “mercados” aprietan en el exterior y en el interior, treinta y siete grandes empresarios cantan las cuarenta al presidente del gobierno y le dicen como y cuando han de realizarse los cambios.

En el post Sobre la reunión del Presidente con los empresarios analizaba los riesgos de la citada reunión para la izquierda y para el gobierno. ¿Que se quería escenificar ante los mercados que aquí, en España, se va a hacer caso a los que mandan en la economía española? Vale, puede ser cierto. ¿Que eso va a suponer mas alejamiento del gobierno respecto a sus bases electorales? Délo el Gobierno y el PSOE por supuesto.

El gobierno es un gobierno rendido y puesto a la disposición de lo que las oligarquías decidan. Ayer el I Consejo Oligárquico del Reino de España se reunió y marcó el calendario de las reformas. El gobierno y el PSOE es un Caballo de Troya con la panza repleta de portadores de la buena nueva. Los sindicatos levantan sus delicadas manos hacia el cielo y enseñan, a todos, los efectos de tantos años de pasar por la manicura. ¿Son instrumentos inservibles?

Para todos los que piensan que hay posibilidades de redención ahí, habría que decir que hoy día el PSOE es un Sindicato de Intereses. Hay que defender la parcela y la posición que veinte mil miembros de la nomenclatura tienen. Esa es la única realidad. Los que aspiran a entrar han de saber que las plazas disponibles son pocas, muy pocas, ya que es previsible que en los próximos comicios muchos pasen a la condición de “disponibles forzosos”

Me duele, no suelo adjudicar calificativos gruesos a nadie, ni siquiera a la derecha, pero hay algo que me viene a la cabeza en relación con Zapatero y toda la nomenclatura socialista. Algo que no voy a decir y que queda ahí, dentro, muy dentro. Me consuelo pensando en el pasado. No cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero ante el desasosiego que causa tantas cosas en el presente el alma encuentra cierto descanso cuando navega hacia atrás en el calendario.

Una vez, hace cuarenta años, tuve un amigo en la mili, era una persona concienciada, solía cantar esta canción que les ofrezco en el vídeo, pero lo hacía en español. Circula por ahí una versión de Karina y otra de Gelu con el título de Que tiempo tan feliz. Mi amigo cambiaba la letra haciendo referencia al desengaño que comportaba el tener la fé en algo y perderla de sopetón por la fuerza de los hechos. El tema es viejo hasta la náusea; Inmasticable e indigerible para todo aquél que sea menor de los cincuenta y siete años pero lo pongo a pesar de todo eso, porque es una de las pocas voluntades que a uno que le queda.

Se ha caminado mucho pero cuando vuelves un poco la vista hacia atrás y mezclas los deseos del pasado con la realidad presente piensas en el sentido de esa fe. El mismo viernes a la noche lo puede comprobar con la intervención de Felipe González en el simposio sobre la educación en España de la Editorial Santillana. Felipe hizo todo un alarde de la nueva sociedad basada en la competitividad y en la necesaria retirada de las redes que comportaba tener un Estado del Bienestar. No me extraña, no es posible que alguien que reside en el pleno barrio de Salamanca, con amistades como las que tiene y con las inquietudes tan alejadas ya de la vaquería del barrio de Buenavista pueda seguir teniendo pensamiento y sensibilidad socialista. No es posible que los equivocados sean los millones de parados y los que salen en manifestaciones por todas las ciudades europeas. Los equivocados, en el mejor de los casos, son ellos y en el peor, son, y lo siguen siendo porque quieren confundirnos y equivocarnos.



Leer más...