miércoles, 6 de enero de 2010

Caja Duero y Caja España. Crónica de una rendición.






Fue al principio. Uno de los primeros post que se publicaron en este blog fue dedicado al necesario proceso de fusión de las cajas de ahorros de Castilla y León. A ese le sucedieron otros que versaron sobre este asunto y sobre la necesidad de introducir un cierto orden lógico en el modo de proceder de los responsables de las cajas.

Al final, tras complicadas negociaciones y después de que se hubiese descolgado una caja de ahorros, la Municipal de Burgos, del proceso, se ha producido un primer paso en la fusión de las dos cajas de ahorros más importantes de la región: Caja España de León y Caja Duero de Salamanca.

Una comisión negociadora compuesta, en exclusiva, por miembros del PSOE y del Partido Popular (son los que realmente mandan no en estas cajas, si no en casi todas) acordaron los términos de fusión. Para aclarar este asunto, por Caja Duero iban dos miembros del PSOE y dos del PP y por Caja España, uno del PSOE y otro del PP.

Una de ellas, Caja Duero, estaba algo delicada pero lo suyo, no pasaba de ser un simple resfriado en un panorama en el que las UCIs y UVIs financieras están repletas de instituciones a las que no solo la crisis sino la alegría en la gestión han llevado a una situación en la que la cirugía va ser única vía de salvación. En una de esas salas se encontraba Caja España.

Vuelvo a repetir para que no quepa duda alguna, la fusión o unión de las cajas de la comunidad debía de realizarse. Al menos, la fusión de las cajas más importantes de la comunidad. Lo que ocurre es que de la macrofusión se han escapado por la puerta de atrás cuatro de las seis cajas de la comunidad.

Ahora el proceso ha de ratificarse por parte de las asambleas de ambas instituciones. Saldrá afirmativo, no puede ser de otro modo, en Caja Duero con la mitad mas uno de los consejeros será suficiente. En Caja España, con los 4/5 de los consejeros (los estatutos de ambas cajas son diferentes).

La pugna que se estableció entre los negociadores de ambas cajas se ha saldado por fin, aunque los salmantinos no quieran reconocerlo, con la derrota de Caja Duero. Yo no diría tanto como La Gaceta Regional (periódico de la derecha salmantina) que acusa a los negociadores y consejeros tanto del PP como del PSOE, de vender con este acuerdo a Salamanca, a su futuro y cómo no, a Caja Duero entidad que con las universidades eran el único valor que le quedaba a Salamanca. Tampoco diría como El Adelanto, en otra hora periódico liberal salmantino y ahora de derechas cuya propiedad es de empresarios zamoranos, que el acuerdo es bueno para Salamanca (interpretación extraña donde las haya, máxime si se atiende a una realidad, Caja España procede de una fusión realizada en el pasado en la que estaba Caja Zamora) y tampoco me pronunciaría de modo tan aséptico como lo hace Tribuna de Salamanca, periódico de un constructor salmantino, que salga la sede que salga, necesitará de la nueva caja para seguir potenciando sus negocios.

Y es que el capital todo lo tiñe según sus intereses. Yo, de darle la razón a alguien, se la daría a La Gaceta Regional, pero estos al fin y al cabo, están tomando raciones de su propia medicina. Son tan culpables en esta cruda realidad que se ha convertido Salamanca, viene de antiguo la cosa, como la “intelligensia” refugiada en conferencias, cenáculos, camarillas y cafés. Retrato de una intelectualidad orgullosa de sus piedras, de sus diplomas colgados en paredes y empeñada, desde hace muchísimo tiempo, en el arte de asaetear y acuchillar a todo lo que se moviese al margen de su influencia.

No solo ellos, metamos también a la Universidad, las universidades, aplicadas al chalaneo constante (clamoroso su silencio en todo este proceso), a la gauche divine instalada en los círculos de influencia, “la creme de la creme” como me la definía con admiración y cierta envidia un antiguo regidor socialista de la ciudad cada vez que era convocado a algunos de sus eventos. Una “izquierda” influyente que jamás ha pisado una asamblea pero que ha sido determinante en el poner y quitar en los partidos de izquierda. La derecha rancia, la de siempre, entretenida en el regate corto, las recalificaciones y las subvenciones y así...

Todos ellos son culpables de que tengamos una clase política, independientemente de donde se aloje, sometida desde siempre al dictado de los que mandan en Valladolid y en Madrid. ¿El pueblo?, eso digo yo, ¿El pueblo?

Una vez más, rememorando a la trova cubana: “…llego el comandate y mando a parar”. En este caso, no había un comandante, había dos, uno leonés, sentado en la Moncloa y otro, burgalés, sentado en Valladolid. Los dos se pusieron de acuerdo. Los dos gobernando no solo partidos diferentes sino antagónicos, no han tenido siquiera que ejercer presión para que sus hombres conocedores de sus íntimos deseos realizaran una fusión que, aunque necesaria, ha supuesto una afrenta mas a un pueblo resignado ya a ser dentro de 200 años el coto de caza para Europa.

La fusión era necesaria, lo no necesario era que la vitalidad de una sirviera para salvar a la otra, que sirviera toda su sangre. La sede central para Salamanca, como caja mas fuerte, era algo sentido por la sociedad salmantina que una vez más se siente traicionada por sus políticos y van…

León y los leoneses supieron poner lo que hay que poner encima de una mesa. Las bagatelas entregadas a la rendida son pan para hoy y hambre para mañana y es sabido por todos que en menos de cinco años estas desaparecerán.

Los que lo han hecho, suman sus nombres, a la legión de salmantinos que década tras década han ido entregando retales de esta tierra. La tierra se empobrece pero ellos, siguen año tras año, lustro tras lustro, década tras década en el mismo puente de mando de esta provincia, unos a la derecha del puente, y otros a su izquierda.

Y aunque de cara al exterior y ante la ciudadanía endurecen el rostro y se muestran belicosos, en las trastiendas se juntan, comen en los restaurantes de la ciudad y de ellos, siempre salen acordando algo. Cada vez seremos más pobres, pero ellos, desde ese lugar que siempre ocupan les aseguro que apenas lo han notado.


“Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salime al campo, ví que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día

Entré en mi casa, ví que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.”

Francisco de Quevedo




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