viernes, 20 de mayo de 2011

Por un 15-M singular e independiente





Desde Atenas Méndez se ha pronunciado sobre el movimiento 15-M. Considera lógicas y previsibles las movilizaciones y espera que las plataformas constituidas converjan con los sindicatos.

No soy pájaro de mal agüero pero esas palabras de Cándido me inquietan. Uno se acuerda del papel que tradicionalmente han desarrollado los sindicatos con aquellos movimientos que han surgido a su izquierda. Ejemplos en la historia hay, el movimiento espartaquista en Alemania fue sofocado por una alianza entre los sindicatos y el ala derecha del partido socialdemócrata de Bernstein, Ebert y demás, los consejos amenazaban el poder de las burocracias sindicales. El Mayo del 68 fue sofocado por De Gaulle mediante dos maniobras muy simples. La primera fue una convocatoria electoral. La segunda, llegar a un pacto con los sindicatos subiendo salarios lo que provocó la consabida retirada de los huelguistas obreros.

El papel del sindicalismo establecido ha sido siempre el mismo. La convergencia de los sindicatos con el movimiento del 15-M significaría la muerte del propio movimiento.

Aclaremos esta cuestión. Los principales aliados del zapaterismo, anécdota de la huelga al margen, han sido los dos principales sindicatos de este país. Por lo que sea, no quiero entrar en detalles, algunos de los cuales conozco y otros no, las protestas hacia la peor gestión contra los trabajadores desde la instauración de la democracia han sido realizadas con la boca pequeña. La tolerancia manifestada en los últimos tres años hacia una gestión que cabe calificar de nefanda es muy amplia. Las tragaderas del sindicalismo oficial con todo lo ocurrido ha sido más que evidente y no merece la pena extenderse en la argumentación.

El segundo aspecto que quiero mencionar es que los sindicatos parecen desconocer que se encuentran en el mismo saco de la inoperancia al que ha sido enviados los partidos políticos. Se acusa al sindicalismo oficial de no haber atendido para nada a jóvenes y parados. A los sindicatos mayoritarios se les reprocha que prestan la atención únicamente a su clientela; la del trabajador fijo, industrial, de gran empresa y funcionario. Conozco las secciones juveniles de los dos grandes sindicatos, sus programas y actividades y no puedo hacer otra cosa que coincidir con esa valoración muy extendida entre los jóvenes. Observemos el nivel de afiliación de los jóvenes y entenderemos mejor esa crítica.

Un movimiento espontáneo como el que estamos viendo puede quedar agotado si no es capaz de articular un programa que poner encima de la mesa que contemple unos objetivos políticos, económicos y sociales de manera urgente. Hay muchos intereses que quebrar. Los partidos mayoritarios y los sindicatos no quieren que el actual estado de las cosas y el reparto del poder cambie, porque eso afectaría a su poder y bolsillo.

Escuchar a Chacón, a Gallardón, a Mayor, a Aguirre, a Tomás Gómez y otros nos muestra como la posición de los políticos profesionales oscila entre la preocupación, el temor y el intento de camelo.

El voluntarismo de muchos de los convocados e indignados debe de dejar paso a la articulación de un programa de actuación al margen de los partidos. No quiero decir que hay que acabar con los partidos, acabar con los partidos supondría acabar con la democracia, consistiría en cambiar aquellos aspectos que hacen de la democracia española una de las mas imperfectas entre los países avanzados. Con lo que hay que acabar es con un modo de entender la política como el ejercicio profesional de una actividad que es reservada a castas elegidas por los dirigentes de los partidos. Abrir la política exige, tal como reiteradamente se ha defendido desde este blog, derribar muros y dejar que entre los nuevos aires de la calle por las ventanas. Es también, procurar que la ley y las prácticas democráticas sean de obligado cumplimiento en las organizaciones.

Reclamar el protagonismo de los jóvenes en la vida política ha sido una constante de este blog. No es una cuestión de edad tan solo. Ser joven es ante todo una disposición mental y duele ver a las juventudes de los partidos ser más defensores de los intereses de la burocracia que los propios burócratas. Es lo que he definido como hooliganismo partidario.

Cuando el pasado mes de Enero escribí por primera vez sobre el Indignez Vous de Stephane Hessel me quejaba amargamente de la pasividad de la juventud española. Luego, en otros escritos, he insistido en esa queja. Lo ocurrido en Madrid y toda España en esta semana aporta esperanza de cara al futuro.

No lo puedo evitar. Acabo de escuchar por la radio que España ha sido sancionada por la Unión Europea por no meter en cintura a los banqueros con el sueldo y los bonus que cobran, mientras que en otros países de la Unión; Alemania, Francia, Reino Unido etc. si lo han hecho. Qué dirán de esto los que emplean el botafumeiro con la dirección del PSOE, que dirán de esto los hooligans partidarios. Una más. Por si no lo saben ustedes en España no gobierna la derecha, según dicen los papeles está siendo gobernada por un partido de izquierda. Luego se preguntan del porqué de la indignación.

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