lunes, 26 de abril de 2010

Elogio de la herejía



La radio es una fuente inagotable de temas para escribir. En la radio se pueden escuchar noticias y en la radio, como en la prensa, se puede ir más allá del simple contenido.

Esta mañana he cogido la bicicleta bien temprano, se acerca el buen tiempo, acomodo el transistor a toda voz y sin auricular en el bolsillo de la chaqueta, y oigo de este modo, noticias y tertulias mientras pedaleo.

Las cosas deben de estar mal, hay una sensación de acojono sobre las manifestaciones en defensa del juez Garzón por la causa contra los crímenes franquistas, hay que llamar a las cosas por su nombre y tambien, por la reacción de la ciudadanía de izquierda. Tanto en las matinales de la SER como la de RNE sus conductores han venido a comentar algo parecido a “hay que levantar el pistón” Coincide con una noticia de El País en la que Zapatero frena a los socialistas que exigen mas apoyo a Garzón.

Que las cosas las vean mal los periodistas, ¿inducidos? por los aparatos de propaganda no es novedad, que el Partido Popular se haya agarrado, una vez más, a la yugular del PSOE y del Gobierno por su supuesta deriva antidemocrática tampoco aporta originalidad, forma parte de su guión. Y claro está, tampoco es una primicia el que Zapatero llame al orden sobre todo en este caso, que en un principio, sin duda, fue espoleado por el gobierno como algo útil pero una vez que se ha visto la dimensión que ha alcanzado la protesta del pueblo de izquierda, me gusta mucho esto del pueblo de izquierda, parece de urgencia el rebobinar.

A cada movimiento de la sociedad civil en materia política, porque hemos quedado en que en este asunto no hay nada judicial, hay otro en sentido contrario de la clase política. Es una cuestión de manual y se corresponde a una reacción muy lógica en la política establecida.

La consigna ahora es: “Salvemos las instituciones” Aquí podríamos añadir, a mayores, algo más. Siguiendo la tesis manejada en este blog sobre el caso Garzón, la operación de acoso a Garzón reside también en dos electos en el poder judicial promocionados por el Presidente del Gobierno y por supuesto, por la Vicepresidenta, que además es amiga de ambos dos. En realidad no se entendía muy bien que el PSOE pudiera animar algo parecido a esas manifestaciones multitudinarias.

Pero eso, el movimiento, no ha sido espoleado por el gobierno, ni siquiera por el PSOE, ha sido la sociedad civil y en cierta medida por los sindicatos en una primera instancia.

Solo la herejía nos puede salvar. Seguir a aquellos que hacen sonar los cencerros, los de derecha, los de la izquierda y sus voceros, es lo peor que se puede hacer en estos momentos. Ellos están enterrando a este país y a sus ciudadanos en la más absoluta de las mediocridades y desesperanza. Esa mediocridad que vienen mostrando ininterrumpidamente durante estos últimos años en el que ese modo de ejercer la política viene siendo rechazada por gran parte de los ciudadanos.

Ser hereje en Grecia significaba ser sectario. Ser hereje, al menos desde Lutero hasta nuestros días, significa tener capacidad para ser uno mismo sin que los cantos de sirena le arrastren a ese puré primario de la falta de consciencia. Ser hereje es seguir teniendo la capacidad de rebelarse ante hipotéticas razones de estado o partido.

La historia en las luchas siempre ha tenido un periodo en el que los llamados sobre la imposibilidad de conseguir algunas metas eran constantes por parte de aquellos que estaban en el poder. Los que tenemos alguna edad nos acordamos de la amnistía, de los estatutos de autonomía, la legalización del PCE y algunos más aspiraciones todas estas consideradas "imposibles" por aquellos que detentaban el poder.

Lo mismo ocurrió sobre algunos herejes condenados y quemados a lo largo de la historia. La lista es interminable.

Solo nos queda la herejía. No se trata de ir contra la política ni los políticos. Suele decirse que el tirar contra diestro y siniestro, nunca mejor dicho, es muy peligroso.

El peligro consiste en seguir manteniendo el sistema con las perversiones que personas e instituciones han acumulado. Es el propio sistema y las castas que lo gobiernan las que han dilapidado no solo su crédito sino que indirectamente se están cargando la democracia como forma de gobierno deseable por parte del pueblo y eso, si que es peligroso.

Este país carece de la posibilidad de pasar página como han hecho los franceses por cinco veces ya desde la Revolución Francesa.

A la derecha le sigue valiendo el sistema, en verdad nunca le ha dejado de valer. En la izquierda, urge una profunda renovación en su modo de actuar para que sea mas cercana a ese pueblo de izquierda y que a su vez, haga de la participación de la ciudadanía en política su razón de ser. La vía se está ensayando y las posibilidades de articular un mensaje de izquierda compartido por miles de personas han encontrado su cauce, lejos del ruido de los cencerros o al menos, con algunas posibilidades de hacer el mismo “ruido”

Ser hereje no deja de ser un acto de reafirmación en las propias creencias. No es tiempo de gurús que exigen la entrega de la razón y de la voluntad en aras de intereses de partido o nacionales y que solo encubren, en realidad, poderes personales y de grupo. Merece la pena la herejía y el ser hereje en nuestro tiempo.

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