martes, 5 de octubre de 2010

Desde luego, algo va mal


Venimos leyendo una larguísima serie de artículos que en el diario El País nos muestran casos y más casos de los parados jóvenes de larga duración. Son historias tristes, muy tristes, historias en las que se evidencia no solo la realidad del momento; Estar en el paro. También rezuman los artículos la desesperanza acerca del futuro. Esto es, a mi juicio, lo grave.

Hagas lo que hagas, estudies lo que estudies, no hay solución. Al menos no hay una solución inmediata. Hombres y mujeres que han pasado sus años de juventud en el estudio, enriqueciendose con nuevas carreras, postgrados e idiomas. Las previsiones económicas nos anuncian que no será posible volver a una situación como la que teníamos antes de la crisis, de ir bien las cosas, hasta que transcurra los próximos siete años.

Siete años, sin embargo, ni siquiera podría ser una solución para ellos, el mercado, siempre el mercado, rechazará a estas personas licenciadas o graduadas, cargadas de estudios de postgrado. Decir que el mercado es cruel es no decir nada, cómo podríamos calificar que el no haber obtenido un empleo inmediato, tras acabar sus estudios, es signo inequívoco y definitorio para los que tienen la función de seleccionar de que tratan con personas amortizadas por el sistema y que por lo tanto, no son válidas para el mismo.

Solo queda la emigración. Al igual que en Irlanda, otro país maltratado por la crisis económica y por una gestión brutal de la misma, se viene fraguando una masiva salida de los jóvenes formados en las universidades. La crisis económica en España adquiere unas connotaciones que la hace muy singular en la comparación con otros países.

No son pocos los padres, tal es mi caso, que en vísperas de los estudios universitarios de sus hijos tengan muchísimas dudas sobre cual debería ser el camino, cuáles serían los consejos mas adecuados que ofrecer a un hijo inquieto por el presente y el futuro. Son promociones enteras las que se van directamente al paro y a las que solo les queda una opción; Seguir formándose.

¿Hay primeros empleos para los recién formados? ¿Dónde están? Por supuesto que los hay, pero para saber donde están y quienes son los afortunados podríamos ir a una fuente adecuada. Conocer a quienes se emplean y como se emplean es fundamental para hacernos una idea de la dimensión del problema.

La Encuesta de Población Activa (EPA) de 2009 señalaba que el 47,9% de los jóvenes encontraron su primer empleo gracias a familiares o amigos. Adecco, empresa de trabajo temporal, se lamentaba de que el 80% de los puestos de trabajo se cubrían sin ser anunciados al público en general y sin pasar por los cauces de empresas de trabajo temporal y por los organismos públicos de colocación.

Las relaciones propias y las de la familia, son las que marcan la empleabilidad futura. Se emplean hijos de familias que tienen relaciones empresariales, familiares, políticas, sindicales, religiosas e incluso, deportivas. Has de formar parte de una capilla, la que sea, si no, el futuro de tus hijos será tan negro como el carbón. En caso contrario, en el de no tener estas relaciones, quedará el salir hacia donde el valor de las personas lo marca su talento y las competencias adquiridas y no por otra cosa.

Allá, fuera de nuestras fronteras queda como siempre El Dorado. Este país no tiene solución. Habrá crecido la renta per cápita, tendremos mas infraestructuras, pero sus tradicionales vicios, los vicios de la sociedad española permanecen por los siglos de los siglos. Si no tienes padrinos no tienes nada. En ese caso siempre será preferible que su hijo aprenda idiomas, cuantos más mejor, a que sea una persona brillantísima en matemáticas o física.

Reformar, que digo reformar, erradicar esa tendencia secular, supone actuaciones en la estructura empresarial española, la más mísera del capitalismo occidental. Mísera por sus aspiraciones, mísera por su conocimiento y mísera por sus comportamientos. Significa también reformar la universidad pública española. Una universidad que se encuentra cerca, muy cerca de ser una fábrica de mentiras.

Una universidad rica, muy rica en titulaciones; 3.600 titulaciones son las ofertadas. Algunas de estas titulaciones tan solo ofrece posibilidades de empleo a los profesores que la imparten. Una universidad endogámica, que se reproduce a si misma, sujeta a fuertes tensiones que se visualizan cuando hay que elegir a un nuevo equipo rectoral, es ahí cuando se pone de manifiesto, no los distintos modelos de gestión, si no los intereses,los muy particulares intereses que se observan al entrar los equipos contendientes en liza. Entonces es cuando vemos a catedráticos, doctores, profesores de izquierda y de derecha defendiendo hombro con hombro privilegios y expectativas laborales, las suyas. Ahí es cuando vemos como se mercadea con el PAS y los alumnos para lograr los suficientes votos con el que sacar lo suyo adelante.

Son las esperanzas de nuevas cátedras, institutos, programas de investigación, los que crean el cuerpo que hace ganar elecciones. Una universidad, la pública, que precisa de una reforma profunda para que sea útil a su entorno. Si eso va mal, la sociedad resultante no tiene mas remedio que ir mal.

Algo va mal. Formidable libro, sencillo como pocos, con un lenguaje directo, sin grandes elucubraciones, de lectura fácil. Libro póstumo de Tony Judt. En él, el autor pone su dedo índice sobre las causas y la consecuencia del arriar las banderas de la socialdemocracia. Esto no es el Mundo, estos no son países, esto es una magna empresa en la que unos pocos sueltan a otros muchos que se las bandean como pueden, incluso incumpliendo deberes que en otros tiempos fueron sagrados, para sacar adelante su proyecto de vida. Como en un Rollerball cualquiera vamos a la sociedad de todos contra todos, igualito que en la película de Norma Jewison. Aquellos visionarios que en los setenta nos mostraron la sociedad del futuro a través del cine tenían razón.

Foto: De la película Rollerball de Norman Jewison

Leer más...