viernes, 5 de febrero de 2010

Mi primer año



Si trazamos una cruz y ponemos en el extremo de uno de sus brazos al socialismo y en el otro al anarquismo y si tomamos a continuación el otro brazo, poniendo también en sus extremos a las personalidades de un Savonarola y de un Albert Camús allá, donde se produce el cruce, en sus aledaños, quiero creer que podría situarme yo.

En ese espacio, muy solitario, donde pocos habitan es donde me encuentro a gusto. Lo que escribo responde a esa confusión entre ideologías y personalidades. Esa amalgama ha configurado el sustrato ideológico que sirve de vehículo a mi expresión.

Con el tiempo, he avanzado en ser cada vez menos políticamente correcto y con el tiempo también, aprecio cada vez más, la libertad en un sentido amplio, muy amplio. He llegado a una conclusión: El sistema representativo que en un tiempo fue considerado el fin a alcanzar es hoy día, para mí, el principal obstáculo para el ejercicio de la soberanía popular, sólo puede permitir la venganza particular cuando te fallan, pero nada más. Sólo permite el revenge pero para nada es constructivo en el sentido de hacer al ciudadano protagonista del devenir político.

Bien, hoy se cumple un año desde que puse en marcha este pequeño escaparate donde cada dos o tres días coloco lo que la actualidad y las enseñanzas que del repaso de lo que en mi vida pública ha sucedido, me sugiere.

Es un año, ciento treinta y seis posts. Treinta y nueve seguidores, otros tantos a los que sigo. Haber aprendido mucho, un puñado de amigos virtuales, con los que nunca he hablado, pero a los que por sus escritos he llegado a conocerles un poco.

Hace dos años dimití de mi última responsabilidad pública. Había razones diversas en la dimisión pero, entre ellas, una era la de que ya no estaba preparado para asumir lo que comporta sobrellevar una determinada responsabilidad en el ámbito de las organizaciones, porque ello implica una actitud disciplinada y yo ya no estoy para eso. Amo demasiado mi libertad personal para estar atado de pies y de manos. Por eso me he dedicado a escribir. No soy apóstol de nada y el proselitismo hace mucho tiempo que dejó de tener interés para mí.

No se cuanto tiempo me dedicaré a esto, en ese tiempo he visto ya algunas retiradas de personas que consideraron que el final había llegado. Es lo normal, es lo lógico. En mi caso, aún tengo motivos para escribir. Me reconforta, algunas veces ha sucedido, el ver como confluyen pensamientos y análisis sobre determinados casos y personas que yo creía propios. El mundo es un pañuelo y las evidencias entre los que piensan igual acaban por abrirse paso siempre.

Agradezco a mis dos hijos mayores el que me dijeran que podría abrir un blog. A mi mujer y mi hijo pequeño que siempre me han animado a seguir, y a todos vosotros, queridos lectores y lectoras las visitas y comentarios que hacéis.

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