viernes, 25 de febrero de 2011

Sin margen de maniobra



Tengo la impresión de que sus horas están contadas. Si usted fuera un inversor en bolsa le recomendaría que fuese e invirtiera, no importa, en cualquier cosa. Los logros del sistema se celebran hoy con grandes subidas en los mercados. Ese es el arco de triunfo en el que los vencedores celebran sus éxitos. Allí, las plusvalías caen generosamente desde lo alto.

Que las revoluciones de los corruptos y tibios países árabes son algo planificado ya no hay quien lo dude. En este tiempo en que nos toca vivir sigue vigente la gran verdad de Giuseppe Tomasi di Lampedusa; "Es necesario que algo cambie para que todo siga igual".

Mubarak y Alí eran corruptos, y su continuidad era un peligro para Occidente, no se puede ir sembrando por ahí de modo inconsciente semillas para futuras repúblicas islámicas. Lo de Bahrein es, como todos sabemos, una reacción chiita y por lo tanto de Irán. No estaba previsto en la hoja de ruta, se salvarán los problemas con una reforma aquí y otra allá.

Lo de Libia, aparte de lo grotesco del personaje con ese enjambre de amazonas como guardia de corps y cargado con charreteras , obedece a otra lógica. Tenía también sus días contados, los contratos petrolíferos y de gas con los que ha salpicado alegremente a los países de Europa no le han proporcionado aliados firmes en esta parte del mundo. Solo fue recibido por Aznar primero, luego Zapatero y también, Berlusconi. Quizá sea necesario volver sobre algo que en su tiempo se considero un simple baño de multitudes, es posible que aquel discurso que en El Cairo pronunció Obama hace dos años llevara algo más. Puede ser la clave para entender gran parte de lo que está pasando en ese mundo.

Los cambios en el norte de África buscan un marco de relación entre ciudadanos y poder mas amigable y alejado del despotismo actual. Se trata de canalizar las demandas de la población y hacerlas compatible con el respeto a lo que en el mundo manda. Excepto Cuba, Irán y Venezuela todos los demás países caminan al ritmo que vienen marcando Wall Street, La City, Franfurkt y Shanghai.

No hay bloques, no existen enfrentamientos, no hay que compensar a unas clases que miraban hacia el otro lado, hacia la internacional, hacia el poder obrero. En el mundo, la geoestrategia no atiende a bloques sino a los focos de conflictos (Global Risk. Foro de Davos 2011). Chinos, ingleses, americanos y alemanes se dan la mano para neutralizar y combatir los riesgos.

¿Dónde se encuentra la esperanza del genocida libio? En sus propias fuerzas, las propias y las contratadas y en esos dos buques de guerra que oportunamente cruzaron el canal de Suez camino del Mediterráneo. Gadafi tiene sus días contados.

China, que viene luchando desde hace un año por mantener el equilibrio entre un crecimiento desmesurado y la inflación que amenaza a la vuelta de la esquina, no le va a apoyar.¿Servirá algunos de esos barcos iraníes para que el dictador escape con sus tesoros camino de Irán?

El Capitalismo engendra el gérmen de su propia destrucción en forma de bicha: La especulación. Bicha y salvación al mismo tiempo. La especulación crea riqueza...y dolor. La especulación desbocada amenzara con tirar todo el instalache abajo. El enfermo delicado que actualmente es el capitalismo no está para muchos trotes y lo de Libia fastidia la recuperación.

Las opciones sobre el petróleo han disparado los futuros sobre el barril de Brendt a unas cotas insostenibles para cualquier país, China incluida. Arabia Saudita alarmada se ha brindado para aumentar unilateralmente su oferta de crudo al mercado con la finalidad de interrumpir esa escalada que a todos perjudica. Por eso Gadafi tiene sus días contados, porque despierta a la bicha que reside en el núcleo central del capitalismo y cuando eso ocurre se impone la reconducción de las cosas.

Gadafi solo cuenta con lo propio y esos dos barcos que pueden echar una manita, la VI Flota americana con base en el Mediterráneo, en Nápoles concretamente, está muy cerca de las costas de Libia y por eso, la presencia de los otros sátrapas con turbantes iraníes se quedará tan solo en eso, una parada testimonial y en todo caso, rescatadora.

Gadafi no ha medido bien el terreno que pisaba. Parece mentira, con un hijo estudiando un masters sobre economía y geoestrategia en la selecta IE de Segovia y sin enterarse de que va el asunto. Podría haberse exiliado y disfrutar de su inmensa fortuna y ha elegido el “martirio”. Desgraciadamente para el, la represión brutal a la que ha sometido al pueblo libio ha señalado su más que probable destino.

Con la caída del muro de Berlín se vino abajo también no solo una pared de hormigon, sino el mundo tal como lo conocíamos. Fernández de la Mora aquel ministro, primero monárquico y luego franquista, escribió un opúsculo llamado El Estado en Obras. En él definía la política como una actividad constructora, una práctica de hacer y construir, solo para eso valía la política, aquel ministro diplomático y filósofo se encargo de construir en esta España pantanos y pantanos. Vaticinó, mucho antes de que Fukuyama concluyera que habíamos llegado al fin de la historia, el final de las ideologías. Fernández de la Mora, lúcido pero conservador hasta el tuétano, escribió también El crepúsculo de las Ideologías antes de que el celebrado americano elaborara su teoría.

Gadafi debería de saber que ya no existía lugar en este mundo para una ideología mezcla de panarabismo de fachada, ascetismo beduino e islamismo de pantalla mientras él y sus hijos atesoraban una fortuna, según algunas fuentes, cercana a los 40.000 millones de dólares. Demasiado dinero para tener en un jaima.

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