lunes, 6 de diciembre de 2010

A la sombra del puente



Y nos lo queríamos perder, no es un puente para andar por ahí, por esas carreteras de Dios, con viento, lluvia y nieve. Metimos en el baúl nuestras primeras intenciones de ir dos días a La Rioja. Más tiempo para atender suficientemente las cosas de casa.

Un puente para la radio, prensa, Internet y televisión. Como para perderselo. Nos hallamos como en la canción; “Después de un invierno malo, una mala primavera” Dos semanas de infarto las sufridas por este país. No levantamos cabeza, habrá que ir pensando que aquí hay algún gafe, o dos, o mas de dos, pero esto no es muy normal.

Aquí, a la sombra del puente o mejor dicho a cubierto bajo el puente para resguardarse de la lluvia y parar un tanto el viento, pasa uno revista a lo acaecido. Dos semanas que han supuesto dar una vuelta al país como si fuese un calcetín. En menos en que canta un gallo nos hemos percatado de que la ruleta de los mercados han determinado el país que debe bailar bajo la balacera que apunta a sus pies. ¡Danzad, danzad malditos! Portugal es tan pequeño que los mercados ni se fijan en él como objeto de negocio: Sólo necesitan 50.000 millones de euros para salir del atolladero, pecata minuta se dirán.

Somos nosotros la pieza mas codiciada, la pieza clave. Si tienen paciencia apunten. Los hogares; 850.000 millones de euros; Las sociedades, 1,38 billones de euros; Las instituciones financieras 1,1 billones de euros; El sector público, 530.000 millones de euros. De ahí, casi 1,9 billones están en manos de gente de fuera, esos son los que nos aprietan las tuercas. Esa es la deuda de este país, ese es el resultado de las largas noches de verano y fiesta animada por todo quisqui, gobiernos incluidos.

Tras esa semana y a consecuencia de la reunión con la oligarquía llegó la rebaja. Sobre eso ya se ha escrito bastante en este blog. La fase dos del recorte sigue, como siempre, empujando a los pobres hacia la marginalidad. En nombre del socialismo y en el nombre de Pablo Iglesias los oportunistas prestan nuevos servicios a los dueños del mundo.

Luego, la salvaje huelga de los controladores y la declaración del Estado de Alarma firmado por Ramón Jáuregui y el Rey. ¿Dónde estaba Zapatero? ¿Porqué se firma una declaración de tanta trascendencia por un ministro de la presidencia y no por el presidente del Gobierno? ¿No quería Zapatero pasar a la posteridad como el primer gobernante democrático que ha recurrido a este instrumento? ¿Por qué sale Rubalcaba a dar la declaración a los medios y no sale el presidente? ¿Qué pasa aquí?

La declaración del Estado de Alarma es una acción de gran envergadura. No sé si se habrán agotado otros medios. Estoy de acuerdo en que había que actuar y se restauró con éllo un servicio vital para el país pero desde una lógica democrática debemos de preguntarnos si era del todo necesario una medida de tanta trascendencia. Debemos de preguntarnos también si la medida va a durar más de los quince días previstos por la ley y deberemos de oponernos como demócratas y como izquierda a que esa excepción dure más allá de los quince días. El gobierno tiene el suficiente tiempo para negociar, sancionar y despedir llegado el caso. Los tribunales tienen el mismo tiempo para actuar de modo urgente y la administración ha de proporcionar los técnicos necesarios, aunque sean militares, para garantizar el tráfico aéreo. Cualquier cosa menos seguir con el Estado de Alarma. Después de lo ocurrido no creo que los controladores se arriesguen más de lo que lo han hecho ya.

Esto es como en las peleas, en la medida en que los contendientes abandonan las manos y tiran de hierro es bastante dificil volver para atrás y que los hechos no tengan gravísimas consecuencias.

A los gobiernos no hay que ponerles las cosas tan fácil, porque si eso ocurre, nuestras libertades, las libertades de todos, sufrirán un retroceso y ese terreno, una vez que se ha perdido, es muy difícil de reconquistar.


Ayer puse a Françoise Hardy hoy le toca cantar a su compañero Jacques Dutronc. Esta canción, El Oportunista fue escrita por el secretario de Sartre tras Mayo de 1968. Habla sobre la facilidad que tienen algunos para cambiar de chaqueta. Si no entienden el francés la letra esta disponible en la red. Buen puente para el que lo tenga.





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