lunes, 23 de agosto de 2010

La hora de la verdad



Que Trini es la candidata de Zapatero es algo que está fuera de toda duda. Que por eso mismo la Ministra de Sanidad acaba siendo la candidata ipso facto de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE es también lo normal dado las especiales características que tienen los impulsos que operan en el PSOE.

Donde hay patrón no manda marinero dice el refranero español. Por día que pasa el aparato de Ferraz juega sus opciones en favor de su propuesta. En muy breve espacio de tiempo y desde la nada ha convencido a muchos de sus “razones”. No le hace falta laminar a los que de por si, quieren ya ser laminados. Ahora se comenta, que los alcaldes de la región de Madrid se vienen dando la vuelta desdiciendose de su primer apoyo. La última es que solo el 57% de la Comisión Ejecutiva del Partido Socialista de Madrid respalda a Tomás Gómez.

Los alcaldes de las grandes ciudades saben, que si quieren repetir, no deben de llevar la contraria al Secretario General. Es el Comité Federal del PSOE el que decide en el caso de los alcaldes de las grandes ciudades y allí manda, impera diría, el compañero Zapatero de la mano de Leyre y Blanco. Son los alcaldes y los grupos municipales los que vienen estableciendo esa cabeza de playa en la militancia acompañados, desde luego, de la inestimable ayuda del frente mediático; El País, Público y la SER.

Lo último es proclamar a los cuatro vientos que Tomás Gómez es el candidato de la derecha o esta otra que se va difundiendo entre la militancia madrileña; "El futuro de Zapatero, compañero, quedará indisolublemente a lo que le ocurra a la candidata que explícitamente apoya. Su éxito será la reafirmación de Zapatero, su fracaso será el del presidente del Gobierno". Mientras, desde el grupo de apoyo a Tomás Gómez, todo se confía al trabajo directo con los electores. Otro recurso no tienen. Proclaman una y otra vez que ellos también respaldan a Zapatero y huyen como pueden del estigma, definitorio en el PSOE, de ser considerados, ironías de la vida, críticos o marginales.

Más allá del caso concreto que aquí tratamos, lo que realmente se pone a prueba es si existe espacio en el PSOE para poder hacer política con mayúscula desde la base o desde cualquier otra instancia que no sea la cúspide. El PSM no tiene poder, al menos no tiene el poder que en estos momentos puede tener el PSE-PSOE y el PSC-PSOE. El PSM se encuentra a punto de ser fagocitado. Con él se viene siguiendo el mismo método que con otros partidos federados, excepto, los dos mencionados anteriormente. En este caso gran parte de los socialistas madrileños han salido respondones, ofreciéndonos el gratificante, para muchos, ejemplo de la lucha por sus creencias y objetivos.

En Madrid no hay una liza entre iguales. Nada de eso, se enfrenta un David (Tomás Gómez) frente a un Goliat (Zapatero y su equipo) y de paso, también contra todos aquellos que pretenden que en el socialismo español opere una sola mente y una sola voz; sería establecer en la práctica el pensamiento único socialista.

¿Qué papel juega Trini? Trini es un avatar, es una proyección, muy seguramente a su pesar, porque es mas que posible que de poder hubiera elegido seguir donde está e incluso, de perder las próximas elecciones, permanecer en la dirección federal y el Congreso pero no le han dado esa opción.

Las palabras y los discursos no reflejan la realidad. Gómez ya no es Zapaterista, nadie puede seguir siendo partidario de un jefe que por detrás, te hunde una daga entre los espacios intercostales. Tampoco son zapateristas quienes fueran de la “pomada” apoyan a Gómez. Todos y cada uno de ellos tienen cuentas pendientes con el Gran Jefe y un modo de saldarlas es apoyar a Gómez.


Tomás, muy a su pesar, ha sido arrojado de la diestra de dios padre, como antes lo fueron otros muchos (Borrell, Barón, Solchaga, Leguina, Marín, Aguilar, Jáuregui, Sevilla, Caldera, Chaves etc.)
Algunos, según la filosofía imperante, plenamente amortizados y otros, segados en plena flor. Cuando se les pregunta sobre Zapatero, salvo contadas excepciones, la contestación siempre es ambigua. No se sabe hasta donde puede llegar la mano del poder. Muchos, para cuando el Gran Jefe caiga, si cae, se unirán al coro disfrazados y luego, intentaran bailar sobre su cadáver. Es el lógico final de quien ha sembrado, a su vez, de cadáveres toda su trayectoria política.

La batalla de Madrid es ya, por derecho propio, la batalla del post-zapaterismo. Esperanza es a estas alturas una convidada de piedra, en realidad no se sabe que carajo pinta aquí. Solo los ingenuos piensan que de lo que se trata es nombrar candidato para Madrid. Nada más lejos de la realidad, es tan solo el paso necesario para lo que vendrá después.

Ni Tomás ni el PSOE esperaban, de esta, ganar a Esperanza en las próximas elecciones, en todo caso sería cosa de la siguiente elección. Tomás esperaba medirse con Esperanza en el Parlamento de Madrid y a buen seguro que lo haría mucho mejor que lo pudiese hacer Trini. Sus participaciones en los medios de comunicación lo están dando a conocer como un político con recursos y capacidad de convicción. Sólo hay que imaginarlo.

La militancia de Madrid se partirá, la línea por donde lo hará se desconoce a estas alturas. De algo estamos seguros, habrá quien vote pensando que está eligiendo al o a la contrincante de Aguirre. Otros votaran por otra cosa; Unos pensando que hay que seguir respaldando un determinado proyector rompedor con las esencias del socialismo y los segundos, lo harán pensando que este es un partido centenario basado en la democracia interna y que por ello es necesario que existan, en el mas puro del sentido democrático diseñado por los fundadores, los necesarios contrapoderes que limite el poder personal.

No tanto del resultado y si de cómo se desarrolle la confrontación dependerán muchas cosas para algunos. Será el caso de seguir en un partido que en su seno respeta la democracia interna y la igualdad de oportunidades o será la hora para reflexionar profundamente sobre si habrá que dar por finiquitada la vinculación a un proyecto al que, si pudiesen levantarse, no lo conocerían ni los padres que lo parieron.

Cierro con la mirada puesta en una foto, la de la minoría socialista de 1918. En ella, de pie y de izquierda a derecha aparecen Prieto, Anguiano, Saborit y sentados, Besteiro, Pablo Iglesias, Largo Caballero. Seis parlamentarios con seis modos muy distintos de contemplar el socialismo y casi todos, menos uno (Anguiano), pudieron seguir siendo miembros del mismo partido.

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