domingo, 11 de noviembre de 2012

Diógenes en los desahucios


Me encuentro empeñado en una batalla que es, como todas las que emprendo, un ejercicio que podría considerarse fútil. Un empeño gratuito que solo produce el desahogo, la satisfacción momentánea de largar al éter o  la red lo que inquieta.
Escribí hasta la saciedad sobre aquello que me parecía una aberración, me hice famoso por ello, desde luego en un entorno reducidísimo, en el de un puñadito de lectores y después, quise echar la persiana. El bellaco, los bellacos, yo los consideraba así, perdieron con todas las de la ley y merecimientos.
Luego me senté a ver pasar la vida y entre tanto seguía escribiendo en otro espacio. Frases cortas (para mí) que aliviaban mis inquietudes. Ahí observé lo mismo, era también un ámbito en el que se libraba la batalla de la apropiación de las conciencias  y llegué a una conclusión: El problema no estaba en donde yo creía. Eso solo era la emanación, habría que decir mejor la excrecencia, la parte visible de un magma profundo que en su discurrir de ambiciones, necesidades e insidias generaban ese sólido que tomaba el nombre de este o aquel. El problema (para mí) venía a residír en ese conglomerado que daba sostén a todo el edificio. Me ví abocado a una segunda conclusión: No hay posibilidad de cambio alguno. La prueba del nueve me la reportó el cómo algunos de los antiguos críticos se convirtieron a la nueva causa (aún no le han puesto nombre) en la medida que el poder, muy disminuido, llamaba a sus puertas o, simplemente, la luz de la ambición personal encontraba un cierto acogimiento un poco más allá de lo que en un principio imaginaron.  

Ayer me ocurrió una cosa; A alguien muy bragada en la defensa de su colectivo le puse un recordatorio gráfico, media se dice ahora, de cómo hace tan solo un año se decía auténticas barbaridades desde la izquierda gobernante sobre la dación en pago y los desahucios. Me recriminó, en un mensaje privado, el que yo diese publicidad a ese “asunto” que debería de solucionar “internamente” y “sin sacarlo fuera” para no dar pábulo a la derecha. La omertá como seña de identidad, la censura (borró el comentario en su muro), una vez más. Me ví de vuelta a un mundo que creí que había dejado de existir. ¡Todavía funcionan así! De nada sirvió el que le dijera que yo no formo parte ya de ese “interno”…
Me cae genial este tipo del candil que he sacado varias veces aquí. Ese Diógenes el Cínico cuyo único deseo era que el gran Alejandro se apartara para que los rayos de sol le calentara. El mismo que con un candil en mano recorría las calles de Atenas buscando a un hombre. Hoy ese Diógenes  está en esos colectivos que pueblan  las calles de España. Son el Stop Desahucios, las plataformas por la sanidad, por la educación etc. Surgidas de la indignación, luchan contra la institucionalización de nuestra sociedad, sus corsés y su maniqueísmo interesado. Sólo de ellos podrá venir el cambio y solo son ellos los que están obligando, con su presencia en la calle e iniciativas, a cambiar a una izquierda a la que solo mantiene las ambiciones personales de quienes encuentra acomodo en ella. Sigo de negro, es un color muy adecuado para el momento, al menos, hasta que ese rosa descolorido se torne nuevamente en rojo.

2 comentarios:

  1. Vale, vale, Miguel; perooo, ¿alguien te ha dicho que escribes muy críptico?
    A mí, al menos, se me escapan muchos matices.

    Saludos,

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  2. Jesús, hola, gusto de verte por aquí. Eso de críptico es lo menos que me han dicho, algunos dicen que no me entienden y otros que me compre quien me entienda. Lo que quiero decir es que quería cargarme a unos que consideraba traidores, además de ineptos ( desde mi muy particular punto de vista) que a aquellos les llegó su San Martin, que vinieron unos muchísimo más sinvergüenzas aún que nos gobiernan, pero a estos ya los conozco. Que seguí escribiendo en otro ámbito el facebook y que eso se me queda corto porque yo necesito mucho rollo, que los que perdieron siguen haciendo méritos lo demuestra las encuestas)para seguir perdiendo aún más pero que la culpa no es suya sino de quienes les alimentan y que les deja seguir siendo lo que son, esos son una militancia que no exige que se vayan quienes estám ahí y que son culpables del desastre de la perdida de la izquierda, que he podido comprobarlo. La culpa de que ese colectivo esté así la tiene una militancia que en gran parte esperar medrar en la próxima oportunidad y que hoy soy más viejo y descreído que hace un año o seis meses, y que estoy algo más trastornado por todo lo que ocurre, lo que pasa es que yo lo confieso y por eso soy mas negro (anarquista) a la espera de que lo rosa deje de ser tal y empiece a ser rojo. en definitiva no me vale el sistema y si el sistema no me vale, no me puede avler ninguna de las alternativas que de él comen. Fíjate cuanto me podría haber ahorrado en la escritura, pero me gusta jugar con las palabras a ver si antes de morirme puedo hacer aunque sea una vez un escrito decente. Me gusta el Diógenes Cínico creo que esa filosofía de vida es la única que puede salvarnos y además Jesús, que estoy hartos de los oportunistas que ayer fueron A y hoy, que ven que les puede tocar algún asiento en la diáspora o el cuchilleo se apunta a ser B. Un saludo amigo Jesús.

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