jueves, 3 de septiembre de 2009

Cinco días



El pasado viernes, tras haber colgado el último post en este blog, mi portátil dejó de funcionar. En ese momento lo atribuí a cualquier virus que, a pesar del McaAfee, se hubiera colado de rondon. Con posterioridad me dio por pensar, en la angustia que sobreviene cuando uno se queda sin su juguete preferido, si algo habría tenido que ver en ello el servicio de contraespionaje de la SGAE en un hipotético ataque relámpago contra este blog.

Al final tuve que confesar ante la familia que el fallo no era ni una cosa ni la otra, que ni el sindicato de los creadores repara en este blog ni el programa antivirus dejó de funcionar; en realidad, el portátil se fue al suelo en un movimiento desgraciado.

Afortunadamente tenía el ordenador de sobremesa y podía trabajar en él, o eso creía yo, cuando intenté conectarme a la red, el veterano aparato dijo que por ahí no pasaba. Creo que se tomó una justa revancha por el abandono al que le había sometido durante los últimos tiempos ocupado como estaba en el nuevo portátil.

Creo que los marineros digitales saben a que me estoy refiriendo, lo que a mi me ha pasado, suele ser frecuente y supongo que el desamparo que yo sentí en esos momentos otros lo habrán sentido anteriormente.

Es suficiente que uno no pueda hacer algo para que lo desee con mayor premura. La necesidad de escribir me agobió durante todo este tiempo. Intenté trazar algo sobre el papel, a la antigua usanza, con el bolígrafo en ristre, pero nada me salía.

Tras el paso por la enfermería, los dos artefactos están listos para seguir con su cometido. Para el futuro, prometo revisar el comportamiento que hasta ahora he tenido con el sobremesa. En realidad tiene todo el derecho a quejarse del ostracismo al que le he sometido durante los últimos meses.

De la crónica de esta semana se puede concluir que definitivamente en este país no nos aburrimos. Los últimos días han sido pródigos en noticia de todo tipo. El gobierno ha rectificado su posición sobre las prestaciones a los desempleados de larga duración. El daño a la política del gobierno ya esta hecho. No ha sido capaz de rentabilizar una medida que bien encarada y publicitada habría supuesto un importante logro para su imagen. El País titula: “ El gobierno, obligado a ampliar a otros 255.000 parados la ayuda de 420 €.”. Lo dice El País y por ahora, no hay otra biblia para los lectores de la izquierda.

El coste de la medida supondrá,según algunos cálculos, 1.342 millones de euros anuales que irán incrementándose en función de la duración de la crisis y de la posible prórroga del programa.

Sobre esta medida, moralmente exigible y a todas luces necesaria si se quiere evitar un estallido social, cuesta pensar que después de las inyecciones de liquidez y ayudas a fondo perdido al sistema financiero, que hubiera tantas reticencias y descoordinacion en el gobierno.

Ante la opinión pública se ha evidenciado un baile de posiciones al que hay que añadir la clara desautorización del ministro de trabajo, patético su papel, realmente el venía diciendo lo que a su vez le comunicaba el propio presidente. Se añade pues, una gota más a la impresión generalizada del pobre papel que en el trazado de la política del gobierno juega el consejo de ministros como órgano colectivo.

Lo que importa al final, sobre todo para los ciudadanos, era y es, la justicia de la medida y no como queda el gobierno en este asunto.

La oposición, como siempre, una de cal y otra de arena. Critica el incremento del déficit público pero no repara, o no quiere reparar, en la influencia que va a tener la medida en la dinamización de la demanda y muchísimo menos, en el alivio que numerosas familias encontraran a partir de ahora.

No me interesa nada lo que la oposición hace. Su objetivo no es otro que derribar todo lo que a su alcance tiene. Su único objetivo es llegar al poder dañando, incluso, al propio sistema si fuese necesario.

Me preocupa lo que la izquierda hace y me inquieta cuando a ojos, incluso de los propios, toma decisiones equivocadas, inexplicables y frívolas.

Otro más, Jordi Sevilla abandona la actividad parlamentaria. Es difícil sustraerse a la opinión, casi generalizada, de que hay algo más en su abandono de lo explicado por el interesado. El blog de Jordi ofrece en sus comentarios diversas interpretaciones sobre esta retirada aunque son mayoritarias las que inciden sobre su alejamiento de la “política oficial” del partido.

Personalmente creo que Sevilla firmó su exilio en aquél desafortunado incidente del micrófono abierto. Eso era demasiado para Zapatero. Son muchos ya, los socialistas capaces (líderes) que se van del núcleo de decisión, todos ellos muy válidos. Sorprende el silencio de tantos y tantos socialistas, sobre la marcha del gobierno y el partido, sorprende igualmente que vayan aceptando, uno tras otro, el exilio y la cicuta al igual en su día hicieron Sócrates y Séneca.

Creo que se equivocan, su lealtad inquebrantable es exigible con las ideas y con el proyecto y no con una dirección que en pura concepción democrática puede ser objeto de crítica. Es del todo ridículo esperar el que se hunda el barco para actuar cuando este aún puede ser salvado. Sevilla, al igual que Marín, Ibarra, Caldera, Jáuregui, Aguilar y otros muchos en niveles de menor protagonismo, han escogido la vía del silencio. No puedo decir, aunque quisiera, “Allá ellos”, porque ese silencio en nada ayuda a hacer del sistema de partidos algo más democrático y participativo. Eso lo acabaremos pagando a la postre todos los ciudadanos.

Una tercera cuestión: Pocas veces, desde la izquierda, se contempla el déficit presupuestario como algo pernicioso, pero sin embargo, por múltiples causas, lo es. Hay un déficit presupuestario tolerable, siempre que pueda existir tanto en tiempo como cuantía, las posibilidades de reconducción. Ahora bien, nuestro déficit está llegando a cotas alarmantes que requiere una política fiscal que lo limite y lo sitúe en niveles mas asequibles.

Ante la falta de ingresos es evidente que el tema impositivo debe de ser replanteado. Es exigible que en este asunto haya transparencia y rigor. No se puede decir una cosa ahora y cuando empiecen a pagar, los ciudadanos perciban otra. Hasta ahora sabemos que el IRPF no se va a tocar, que el impuesto de sociedades tampoco y que se actuará tanto sobre el patrimonio como en las rentas obtenidas de la modificación de la fiscalidad del ahorro y de las plusvalías generadas en los mercados bursátiles. ¿Será suficiente para resituar el déficit en los niveles cercanos al 3%? No lo sé, hasta ahí no llegan mis conocimientos. Este país se va a encontrar en una difícil encrucijada, con Alemania y Francia saliendo de la crisis, la política monetaria del BCE y de la Unión Europea va a ser otra. Nuestro campo de juego es limitadísimo. De la adopción aquí de políticas económicas adecuadas va a depender todo. Crucemos los dedos.



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